Balance del primer mes de la Tarea Ordenamiento

Elías Amor Bravo, economista

Finaliza el mes de enero y de los efectos de la Tarea Ordenamiento sabemos poco. En los últimos días, la gira de dirigentes por la isla ha divulgado a través de la prensa oficial algunas informaciones sueltas y poco relacionadas entre sí, pero se echa en falta un diagnóstico integrado, certero y competente del impacto de las medidas implementadas por el régimen.

De lo que no cabe duda es que la Tarea Ordenamiento tiene todas las características de un compromiso político que antepone las consignas de los congresos comunistas a las verdaderas demandas sociales y empresariales. Sin embargo, la experiencia de lo ocurrido este primer mes con los mensajes de los dirigentes a la población es que la Tarea es una política económica que carece de respaldo social, provoca un gran rechazo, y que ha recibido críticas de todas partes y de todos los sectores de la sociedad, que ha obligado a las autoridades a revisar a toda prisa muchas de las medidas.

Esta reacción de la sociedad cubana es la que ocurre cuando un gobierno intenta aplicar políticas económicas que no responden a necesidades reales de la sociedad, e incluso, que no se perciben como tales por la ciudadanía. Una de las tareas fundamentales de la gestión pública consiste en conocer, entender e interpretar de forma adecuada lo que quiere la gente, y entonces, diseñar políticas económicas adecuadas para conseguir esas demandas sociales.

La Tarea Ordenamiento no es nada de eso, en absoluto, y aparece así como una imposición de un gobierno ajeno a las demandas sociales, que solo está interesado en cumplir unos lineamientos ideológicos impuestos por un partido único, que tampoco se puede decir que haya tenido en cuenta las necesidades reales de la sociedad.

De todo ello se concluye que la Tarea Ordenamiento ha llevado a los dirigentes por un sitio y al pueblo cubano, por otro. La separación que se ha producido entre ambos tiene muchos factores explicativos que van desde los aumentos de precios y tarifas que han provocado un amplio rechazo social, al uso del dólar en las tiendas en MLC y que su cambio en los mercados informales muy superior al oficial de las cadecas, o la reducción de algunos subsidios necesarios para familias cuyos ingresos tampoco han crecido lo suficiente para afrontar las tensiones inflacionistas que el gobierno no consigue controlar y que, de seguro, van a ir a más.

La Tarea Ordenamiento ha equivocado el diseño de sus cuatro ejes, con importantes errores conceptuales de diseño, lo que confirma que la centralidad política de la economía, la planificación centralizada y el control ejercido por los comunistas de la actividad económica libre, no sirven para implementar una reforma de esas características, y que habría sido necesario, pero no suficiente, implementar reformas jurídicas y estructurales de la economía antes de lanzarse a una operación como esta.

Dicho lo anterior, el tipo de cambio elegido para el peso cubano se ha quedado corto y habrá que seguir devaluando, con los mercados informales liderando la cotización internacional de la economía cubana y dejando al Banco Central al pie de los caballos, porque cuanto más tiempo transcurra sin reaccionar, peores y más duros serán los ajustes, llegando a esa temida terapia de choque, que los comunistas dicen que no quieren aplicar.

Como ya se ha señalado, los precios se han disparado al alza, porque las empresas se encuentran con costes más elevados tras la intensa devaluación del peso, a la que se han visto sometidas, y no encuentran sustitutos en la producción nacional para las importaciones de bienes intermedios.

Además, los aumentos de salarios sin respaldo de productividad han incrementado los costes unitarios del trabajo que si no se trasladan a los precios, pueden provocar descapitalización en las empresas y su desaparición por insolvencia, factores que explican la reducción del 12% del número de empresas en Cuba desde 2014 a 2019.

Y lo más grave de esa inflación general, alimentada por un exceso de circulante con relación al PIB de los más altos del mundo y un déficit público descontrolado en un 20% del PIB, es que puede llegar a dos dígitos, y que buena parte de las tensiones vienen de los precios y tarifas de los bienes y servicios públicos, aunque el régimen no ha perdido la oportunidad para acusar a trabajadores por cuenta propia o arrendatarios de tierras de los aumentos de precios, lanzando campañas de represión contra ellos.

Por el contrario, la relación real de intercambio entre precios estatales y no estatales está provocando un intenso trasvase de recursos del insignificante sector privado al estatal, que o se corrige pronto, o puede acabar dando al traste con muchos de los pequeños emprendedores privados que estaban generando una importante recaudación de impuestos al régimen.

En cuanto a subsidios y gratuidades, el ritmo de eliminación anunciado, ha desaparecido en cuanto aparecieron las primeras protestas. Es más, en algunos casos, el régimen ha tenido que incorporar reservas de presupuesto adicionales para afrontar el aumento de subsidios que se tendrán que dedicar a tarifas de servicios o a una canasta normada, cada vez más reducida y que solo se concentra en los denominados grupos vulnerables. Al final, la libreta de racionamiento desaparecerá, pero lo hará de la peor forma, ya que nadie está pensando en cómo se va a incrementar la oferta para que los precios de los productos controlados bajen. Lo que viene es incluso, peor.

De la subida de salarios y pensiones, la gente se ha dado cuenta que han quedado rezagados con respecto a los precios, y que vivir de un sueldo del estado, es ser pobre. Los comunistas en cambio, han valorado como un efecto positivo derivado del aumento de salarios el incremento de la gente que acude en busca de empleo en las direcciones provinciales de trabajo. Tal vez la relación tenga sentido inverso, y este tipo de efectos acaben siendo negativos en poco tiempo.

De modo que la Tarea Ordenamiento ha atravesado este primer mes por los siguientes hechos, que resultan de una política económica que ni está bien diseñada, ni llega en el mejor momento, ni cumple con alguno de los objetivos planteados, entre otros: 

1.- Las inconformidades manifestadas por la población por los precios y salarios o la reducción de subsidios a los colectivos vulnerables; 

2.- La imposibilidad de las empresas para aplicar los sistemas diseñados de pagos de utilidades a sus trabajadores para mejorar su eficiencia; 

3.- Una generación de empleo artificial porque casi toda se produce en un sector presupuestado en el que abunda el subempleo y los excesos de ocupación que reducen de forma sistemática la productividad; 

4.- Más dificultades en el sector agropecuario para producir alimentos suficientes,

De cara a los próximos meses los problemas identificados pueden ir en aumento, si no se toman decisiones rápidas. Un gobierno tiene la responsabilidad de liderar los cambios en la política económica, sin intervenir en la economía, actuando de forma eficiente sobre el entorno para crear condiciones favorables para  la actividad económica, despejando incertidumbres y actuando sobre las expectativas de los agentes económicos.

La agenda del régimen comunista con relación a la Tarea Ordenamiento debería ser conseguir estabilizar la economía, lo que no parece fácil con la magnitud del déficit, la ausencia de divisas y la necesidad de atender compromisos de pagos internacionales, con Rusia, Club de París o Angola. No hay mucho margen para ello, y en algún momento habrá que detenerse para reflexionar si el camino emprendido, basado en las consignas comunistas de congresos anteriores, vividos en tiempos muy distintos del actual, se tienen que respetar de forma obligada.

Díaz Canel se lo juega todo a una sola carta, y cuando un político se encuentra ante un dilema de estas características: cumplir lo que se le ha impuesto, o romper la baraja, su grandeza se mide por el tipo de decisiones que toma. Ya que tanto dicen que la revolución “dialoga”, ahora tienen una oportunidad histórica para ello. La economía cubana no resiste un trimestre, ni siquiera esperando a ver qué hace Biden. Ellos lo saben.


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