Señales del comercio: la Tarea ordenamiento no va bien

Elías Amor Bravo, economista

Ya ha comenzado la Tarea Ordenamiento, y tal como se preveía, los problemas de implantación están siendo complicados, obligando a los dirigentes comunistas a comparecer día si, y al otro también en el programa mesa redonda, en el que hablan tranquilamente y sin molestas preguntas de periodistas valientes, de lo qué dicen estar haciendo para atender las quejas de los cubanos. La última ha sido la ministra de comercio interior, la señora Díaz que intentó explicar qué está pasando con la canasta familiar normada, y lo que es peor, qué cree ella que va a pasar.

El problema del comercio en el modelo social comunista cubano es que no tiene nada que ver con lo que ocurre en el resto del mundo. Es un sector que, pese a estar en contacto directo con la población, actúa como mero suministrador de bienes racionados, a precios centralizados y, salvo contadas excepciones, las reglas del mercado siguen alejadas de la organización y distribución comercial.

De ahí proceden los problemas y la falta de responsabilidad de las unidades del comercio interior, dependientes del estado, en la prestación de servicios a la población. Bodegas vacías, atendidas por personal indolente, obsoletas en sus medios e instalaciones, incapaces de saber cuándo llegarán los productos que faltan y cuyo personal se limita a organizar las colas, se han encontrado, de pronto, con el impacto directo de la eliminación de subsidios y gratuidades indebidas en la Tarea ordenamiento. La formación que se ha dado al personal, visto lo visto, no ha servido de mucho.

No resulta extraño que la mayoría de quejas de la población se dirijan a la calidad de los servicios y de los productos, básicamente por las dudas de la gente con respecto a la canasta familiar normada y la canasta de bienes y servicios de referencia. Ya avisábamos en este blog de los problemas de tanta canasta para definir salarios mínimos y capacidades de consumo. Cuando el estado dice a la gente lo que tienen que comprar, se rompe el principio de la libre elección, lo que distancia a las personas de sus proveedores de bienes y servicios. En concreto, la canasta normada, como expresión de la libreta de racionamiento, valorada en 180 pesos, es una ofensa para la mayoría de los cubanos, y por ello las protestas están plenamente justificadas.

También la gente se queja de los medios de pesaje, lo que se debe a la falta de inversiones de las administraciones en esas bodegas, muchas de ellas dotadas de medios e instalaciones procedentes de tiempos anteriores a 1959 cuando se emprendió la vía de las nacionalizaciones. Entrar en una bodega cubana es en cierto modo, una experiencia de “viaje en el tiempo” a un pasado cada vez más lejano.

¿Qué se puede decir de un sistema comercial que coloca en las más de 12.000 bodegas del país, "tablillas" con los nuevos precios de los productos correspondientes a la canasta familiar normada? Esa es la publicidad de los precios en un país en el que el estado dice cuáles son esos precios, ya que el mercado no tiene esa competencia para el conjunto de la economía. Los errores en la formación de precios, de absoluta competencia del estado, nadie los asume, y así van las cosas durante 62 largos años.

La población está preocupada por la decisión del régimen de liberar de subsidios a numerosos productos de la venta normada. El gobierno ha dicho que primero esos productos pasarán a tener precios controlados, y ahí reside el temor de la gente, porque es bien conocido que estas prácticas acaban por hacer desaparecer a los productos de las bodegas, y ahora algunos tienen gran demanda, como el chícharo, el jabón de lavar o tocador y la crema dental. La mayor parte del año 2019 y de 2020 los cubanos no tuvieron acceso a los productos de limpieza y ahora se temen lo mismo, o peor.

La ministra trató de terciar indicando que se mantendrán los subsidios para determinados colectivos, como los niños de 0 a 6 años (y los de bajo peso), en una serie de productos como la compota, la carne, el picadillo, el pollo y la leche, así como en las dietas médicas generales y las personas con enfermedades crónicas, con la leche y carne de res. La mera existencia de estos subsidios para algo menos del 1% de la población, en un conjunto de productos que deberían ser de libre disposición para todos los cubanos, constituye un ejemplo de la pésima situación económica de la nación y de lo obsoleto del modelo existente.

Otro argumento de la ministra para calmar la tensión fue que “los productos correspondientes al mes de diciembre, que no se pudieron distribuir en tiempo y han continuado comercializándose en enero, mantienen su precio anterior hasta completar el ciclo de venta” sabiendo que no van a durar mucho tiempo y que de hecho ya la mayoría están agotados.

Y en este punto, llegó la referencia a la venta de pan normado a la población, cuyo precio se incrementó de 5 centavos a 1 peso, lo que ha sido motivo de no pocas protestas. La ministra trató de explicar que este aumento de precio obedeció a “que se trata de un producto que hasta ahora era totalmente subsidiado", y trató de restar importancia al problema, indicando que la mayor incidencia ha estado en su mala calidad.

No tiene razón la ministra. Como ocurre en estos casos, en vez de anunciar la medida correcta para arreglar el problema, la ministra hizo lo mismo de siempre, enrocarse. Y dijo que "en los primeros cuatro días del año se realizaron más de 230 inspecciones en panaderías de 15 provincias, en las que se detectaron irregularidades y se aplicaron medidas disciplinarias". Esa vía es errónea. Vigilancia, delación, control y represión, pero el pan en las panaderías sigue siendo el mismo, de la misma pésima calidad y a un precio de 1 peso.

¿Qué es lo que resuelve la ministra comunista reprimiendo a los vendedores de pan? Nada. El problema es que la gente no quiere ese pan, y no lo quiere a ese precio, y por ello, el pan se queda sin recoger. Aunque el régimen no lo quiera reconocer, el mercado le ha derrotado en esta batalla, y vendrán más. Esta es una formula de protesta social pasiva que, de extenderse por toda la isla, puede acarrear no pocos problemas al gobierno. Habrá que esperar a ver qué ocurre.

El mercado dice que la demanda no se cumple cuando el precio rebasa un determinado nivel, lo que obliga a la oferta a reaccionar, bajando precios. La señora Díaz puede echar la culpa a los panaderos, a la mala calidad del pan, a las denuncias y la represión, a lo que quiera, pero el problema es que el pan a 1 peso es caro, y la demanda no está dispuesta a su compra. Lo tiene fácil, o difícil, porque en el régimen comunista la decisión sobre precios es del gobierno, algo inaudito en cualquier país del mundo. El modelo está obsoleto, agotado y procede su sustitución.  El mercado ha derrotado por goleada al modelo comunista de intervención central. Aviso a navegantes: problemas como este irán a más.

Y si no, que le pregunten a la ministra qué ocurre con el arroz, cuya situación con diferentes precios es insostenible, y aquí culpa a las diferencias de precio entre el arroz importado, a 7 pesos, y el de producción nacional, de 6 pesos. La devaluación del peso que ya empieza a hacer estragos y eso que solo llevamos días de Tarea ordenamiento. Otro problema que tendría fácil solución, o no.

En cuanto a los productos que antes se vendían en cuc, la ministra dijo que la mayoría mantiene los mismos precios, con la tasa de cambio de 1 x 24, excepto los cigarros y las bebidas alcohólicas, que tuvieron un incremento. También ha habido quejas de la población por el rechazo del cuc en parte de los establecimientos de las cadenas de tiendas estatales que vendían en esa moneda, lo que la ministra atribuyó a problemas organizativos. Pero el origen es mucho más complejo, y es probable que el cuc deje de ser aceptado y su drenaje de la economía sea más rápido de lo previsto por el gobierno lo que puede acarrear no pocos problemas.

Los casos de Tiendas Caribe o de los ServiCupet de la capital, la gastronomía de Cimex, Palmares y Artex ponen de manifiesto que el rechazo al cuc está bastante extendido, y puede ser un problema para mucha gente que aún conserva depósitos en esta moneda llamada a desaparecer.

La ministra aludió al sistema de atención a la familia, que ha tenido una baja asistencia de censados (menos del 50%) aludiendo a problemas de comunicación de la información. Dijo que este es el servicio de mayor prioridad dentro del sistema de gastronomía con 77.661 personas censadas de las que el 48% son jubiladas. En concreto, dicho sistema tiene un menú aprobado que oscila entre 8 y 13 pesos, sin subsidio.

Hasta hubo alguna mención a Coppelia de La Habana, enunciando los precios fijados por el gobierno comunista de la capital (que es quien establece los precios de esta heladería) en 7 pesos en la bola de noventa gramos en mesa con aire acondicionado, y 5 pesos la unidad en la zona de las canchas y las torres, y a 4 pesos la bola en las áreas exteriores donde se vende el helado en barquillos. En otros puntos del país estos precios tuvieron que ser rebajados.

También abordó el precio de los parques en La Habana, establecidos en 2 pesos, tanto para adultos como para niños. Con respecto a los equipos, en el caso del parque de la Isla del Coco, del parque Lenin y de ExpoCuba, los niños pagarán 5 pesos y 10 los adultos, indicó. La Finca de los Monos se revisa, pues se trata de un parque tecnológico con otras prestaciones,

La comparecencia de la ministra, lejos de resolver problemas o dudas, ha puesto encima de la mesa una serie de cartas que habrá que seguir en los próximos meses. El comercio puede salir muy caro a la Tarea ordenamiento. El mercado puede acabar derrotando definitivamente al modelo social comunista de la llamada revolución.


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