Los encadenamientos y la eficiencia no dependen del estado
Elías Amor Bravo, economista
De tanto prestar atención a la Tarea Ordenamiento o
la aplicación de la Estrategia económico-social, los famosos “encadenamientos”
de la economía habían pasado a mejor vida. Pues no. De pronto Granma los ha resucitado
con un artículo publicado en la edición de hoy, ¿Cómo lograr en Cuba el
encadenamiento productivo, la sustitución de importaciones y el vínculo con la
academia?
El régimen comunista quiere conseguir, como sea,
eficiencia en el funcionamiento de las abandonadas empresas estatales. Ha
cerrado desde 2014 el 12% de las que habían entonces, en un ajuste duro que se
asemeja bastante a las “terapias de choque” que dicen que jamás aplicarán en
Cuba. Pero los datos son los datos, y de un total de 1.992 empresas censadas en
2014, en 2019, último año para el que se dispone de información oficial,
quedaron solamente unas 1.774. En total, 218 empresas menos. La economía
cubana, al borde del colapso, está como para andar cerrando empresas sin ton ni
son.
La idea de los “encadenamientos”, aparentemente
novedosa en el marasmo estatal y colectivo del modelo social comunista cubano,
fue lanzada por primera vez por Díaz Canel, proponiendo alianzas entre las
empresas estatales, bien sea como proveedores de materias primas o como
desarrolladores de productos propios, con la aplicación de la ciencia y a
través del conocimiento de la marca. En concreto, estos encadenamientos en el
programa de vivienda son los que se analizan en el artículo de Granma.
A ver si lo logran, porque la vivienda en Cuba no
acaba de levantar cabeza, si se tiene en cuenta que en 2006 se construían
111.373 unidades, que en 2019, después de unos años de cierta recuperación,
solo se han construido 44.566 viviendas, lo que significa un 60% por debajo,
que muestra, con rotundidad, la escasez de estos activos fundamentales para la
vida económica y social.
En Granma hacen referencia a cinco proyectos aprobados
por el Ministerio de construcción a finales de 2020 para la sustitución de
importaciones, bajo control de la dirección de producción local de materiales.
Un diseño propio del modelo social comunista que aparta a la iniciativa privada
de los procesos productivos y que, en tales condiciones, otorga al estado el
papel de director de la economía. ¿De qué sirve empeñarse en producir mil
toneladas de base para pinturas ecológicas, 900.000 litros de Pinturas Corona,
300.000 unidades de tomacorrientes, 20.000 interruptores, 280.000 sockets,
170.000 bases de lámparas LED y 285.000 herrajes, si todo esto depende de las
decisiones del estado, de las “empresas estatales socialistas” cuya eficiencia quieren
aumentar las autoridades, sin lograrlo realmente?.
La dirección de la banda de música por el estado
simplemente no funciona. Hay una alternativa que no ha sido probada en Cuba que
es dejar que las empresas, libremente, se asocien entre sí, sin necesidad de
que un “Grupo Empresarial de la Industria Local” tenga que intervenir o mediar
en los procesos de producción y distribución.
Si el estado comunista se apartase de una vez por
todas de las alianzas que se puedan establecer entre sus empresas, estas
tendrían mayor capacidad, flexibilidad y autonomía para organizar los acuerdos.
Y sobre todo, adaptarse mejor al tejido productivo, al que sirven o deben
servir, sin necesidad de consignas o prioridades políticas o ideológicas al uso.
El Programa de la Vivienda, otro instrumento de control comunista, está plagado
de este tipo de mecanismos de intervención y control que rebasan el espacio de
actuación de los agentes económicos, lastrando las decisiones y la eficiencia
de las empresas.
Los ejemplos citados en el artículo de Granma se
podrían haber conseguido sin necesidad del estado y sus instrumentos, como las direcciones
locales o las OSDEs. Precisamente, la construcción es un sector que funciona
mucho mejor en manos privadas que públicas. Incluso los grandes proyectos de
infraestructuras, como carreteras, edificios públicos o instalaciones de cierto
nivel, se ejecutan mucho mejor por empresas privadas contratadas por el estado,
que por éste, de forma directa o tejiendo acuerdos e interviniendo en los
procesos productivos.
En el caso de la construcción de vivienda, el
emprendedor privado, autónomo, trabajador por cuenta propia con empleados a su
cargo, es la fórmula que funciona en todos los países. Incluso cuando el estado
decide construir viviendas para grupos desfavorables, procede a encargar a la
iniciativa privada la ejecución de los trabajos.
En cuanto a la sustitución de importaciones, no cabe
duda que los encadenamientos son fundamentales para hacer frente a los procesos
devaluatorios que trae consigo la Tarea Ordenamiento que harán cada vez más
difícil la compra de materias primas en el exterior. Pero si bien está pensar
en sustituir importaciones, la dirección estatal por medio de OSDEs de estos
procesos debería tener en cuenta un posible destino a la exportación de los resultados
de la acción combinada entre empresas e investigación. Cierto que se piensa en
esta opción con carácter marginal, una vez que se cumplan los compromisos con
el estado, pero ese es el error, fijar cuotas o responsabilidades sobre las
empresas, limitando sus capacidades, en la medida que eso pervierte la propia viabilidad
del proceso. La libertad económica funciona.
El desarrollo un producto intermedio para atender las
necesidades internas es un papel en el que disfruta la voluntad autárquica del régimen
comunista cubano, y ve realizado su proyecto político sexagenario, pero al no
pensar al mismo tiempo en oportunidades de negocio en el exterior, se pierde buena
parte del esfuerzo innovador que, en cambio, es tarea fundamental de los que
responden a una cuenta de explotación con la gestión de sus empresas.
Dicho en otras palabras, en vez de pensar en la
producción de polímeros y en la fabricación de distintos tipos de pinturas,
donde se incluyen los anticorrosivos, esmaltes, impermeables, pinturas
sanitarias de alta calidad y otras, tan solo para atender las necesidades
internas, es posible que existan mercados exteriores para atender con estos productos,
venderlos y obtener divisas y hacer negocios rentables. Eso no lo piensa el
estado comunista, y en cambio el gestor empresarial privado sí. En todo caso,
el estado debería hacerlo, porque los encadenamientos no están solo para gloria
de dirigentes aburridos sino para algo muy importante, que es ganar dinero y
lograr empresas rentables.
La economía cubana tiene potencialidades de sobra
para ocupar una cuota de mercad exterior rentable y sostenible. Los efectos de
la devaluación pueden trasladar una mejora competitiva importante que se tiene
que aprovechar. El estado debe ser consciente que los encadenamientos funcionan
sin necesidad de su intervención. Que las empresas privadas saben mejor que los
burócratas de partido lo que se tiene que hacer para ganar dinero. La
construcción es un sector fundamental para avanzar en las reformas estructurales
que necesita la economía cubana. La receta es fundamental: menos Micons, OSDEs
y direcciones locales comunistas. Más empresas relacionadas con los centros de
investigación, igualmente orientados a proyectos privados de exportación
sostenibles y viables.
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