Algunas precisiones sobre el trabajo por cuenta propia (I)

Elías Amor Bravo, economista 

El Consejo de Ministros aprobó recientemente la eliminación del listado de 127 actividades aprobadas para ejercer el trabajo por cuenta propia en Cuba.

Como se dio a conocer, existen más de 2.000 actividades en las cuales se permite ahora este ejercicio no estatal, de acuerdo con el Clasificador Nacional de Actividades Económicas.

En una larga y densa Mesa redonda la semana pasada comparecieron el ministro de economía, Gil, la ministra de trabajo Feitó y el viceministro de precios, Regueiro, para explicar a la audiencia el contenido de las nueva regulación del trabajo por cuenta propia, en concreto, lo que supone poder hacerlo en más de 2.000 actividades que hasta ahora se encontraban prohibidas.

En este blog siempre defenderemos los pasos hacia la libertad económica, y este lo es, por muchas restricciones y trabas que aún se han establecido, como la prohibición en 124 actividades. Por ello, lo que se dijo en esta Mesa redonda es interesante y a ello se dedica esta entrada.

Coincido con las autoridades de la expectación creada por la medida. No debe extrañar a nadie. Los cubanos tienen un elevado espíritu emprendedor que el modelo social comunista no ha conseguido eliminar, y cada vez que se abren puertas a la libre empresa, la gente se mueve. El trabajo por cuenta propia, la figura del autónomo en la mayoría de países, ha sido un elemento fundamental para mejorar la productividad de la economía, el empleo y la satisfacción de necesidades a los consumidores. Ya por esto solo, merece su aprobación y apoyo.

Pero no conviene lanzar campanas al vuelo. No es oro todo lo que reluce, y detrás de este plan hay algunas cuestiones que se hace preciso tener en cuenta. Una de ellas es el listado de actividades que no se pueden ejercer, lo que limita, una vez más, la libre elección de los ciudadanos para establecerse. Vale que se prohíban actividades ilícitas o delictivas, pero ejercer la economía, la arquitectura, la medicina o el periodismo no es delito ninguno, y ya empezamos mal.

Hay dudas, en contra de lo dicho por el ministro, que esta prohibición se haya valorado de forma positiva por la población, y sobre todo, todo el mundo está convencido de que el régimen no permitirá la libertad plena, porque en ello se juega mucho. La ampliación del trabajo por cuenta propia se hará si y solo si, beneficia al régimen. Lo que pueda mejorar la situación de la población, no interesa.

También el ministro quiso añadir que la medida no es coyuntural, sino que se estaba pensando desde hace tiempo. Si, es cierto. En julio del año pasado, en plena pandemia, sin divisas y con los ingresos tributarios y no tributarios cayendo en picado, haciendo inviables las previsiones del plan para 2020, elaboradas el año antes, se acordaron del trabajo por cuenta propia, y se pusieron a estudiar qué hacer. Hay dudas de que si la economía cubana estuviera en este momento en mejores condiciones, el régimen comunista hubiera dado este paso a la libertad. No ha habido experiencias sobre ello. El trabajo por cuenta propia siempre se ha conceptualizado como un mal que es necesario soportar frente a la hegemonía colectivista del estado.  Lo que puedan decir los “Lineamientos” o el Plan de Desarrollo Económico y Social hasta 2030, que citan con frecuencia sobre el trabajo por cuenta propia, es chico pleito.

Es por ello, que anunciar estas medidas en un momento en que la economía cubana atraviesa una situación excepcional, con graves problemas de oferta y una parálisis productiva que solo se recuerda de los tiempos del período especial, entra en el ámbito del populismo poco reflexivo y oportunista que ha caracterizado a las políticas económicas del régimen durante 62 año.

Hay dudas sobre qué va a pasar con los suministros, toda vez que el estado sigue sustituyendo al mercado en la asignación de recursos. Se teme que hoy a toda prisa se aprueben licencias para el trabajo por cuenta propia, pero que mas tarde se retiren sin más, dada la ausencia de un marco jurídico estable y de respeto para la actividad privada. La seguridad jurídica, esencial para el desarrollo de la actividad económica privada, y la transparencia en los procesos, no están ni se les espera a corto plazo. Nadie se tira a una piscina sin agua, por muy desesperado que esté.

La idea es que no se dan estas condiciones fundamentales para el desarrollo de la actividad económica por el sector privado, y por mucho que el ministro anuncie compromisos de trabajo, ha tenido mucho tiempo para hacerlo. Y no lo ha hecho. Ha lanzado la medida de las autorizaciones para el trabajo por cuenta propia sin atender al marco en que se debe realizar esa actividad. Los mercados mayoristas, como Mercabal, simplemente no funcionan, por la excesiva intervención estatal y los parches como las tiendas en MLC de Gelma, solo benefician a aquellos que tienen acceso a la moneda de EEUU, que son una minoría. La animadversión comunista a la distribución comercial y logística ha llevado, por ejemplo, a prohibir el comercio entre las 124 actividades de la lista negra.

Otras alternativas que se han aprobado, como la venta por las empresas estatales de los inventarios ociosos a los trabajadores por cuenta propia, no es otra cosa que sancionar la ineficiencia creada por una pésima gestión que genera esos inventarios ociosos. De modo que lejos de ir al problema, la medida lo que hace es favorecer a las empresas estatales para obtener unos ingresos por productos que, en el mejor de los casos, no saben siquiera si los tienen en los almacenes. Las actividades de importación que ahora se autorizan a través de los intermediarios de Malmierca depende igualmente de tener divisas, y eso escasea.

Dicho lo anterior, es evidente que la ampliación del trabajo por cuenta propia llega en un momento económico malo, sin haber previsto medidas administrativas, jurídicas y comerciales necesarias, y sin arbitrar modelos de cooperación pública y privada  que podrían ayudar a mejorar las condiciones de partida. Lo más probable es que todo acabe mal, como siempre.

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