60 años del Mincex, ¿algo que celebrar?
Elías Amor Bravo, economista
Este mes que ahora finaliza, cumple 60 años el ministerio de comercio exterior y la inversión extranjera, mincex. Felicidades. Pero hay poco que celebrar en este año 2021. Las seis décadas, que declara el ministerio en su comunicado oficial, que "han sido de trabajo constante, de esfuerzos y conocimientos, por el desarrollo del comercio exterior, las inversiones y la cooperación internacional de Cuba", no han dado los resultados deseados. Los datos están a la vista y son contundentes.
Si se compara
la situación de Cuba en 2021 con respecto a la que había en la Isla en 1959, y
se remonta el análisis a 60 años atrás, es decir a 1899, en los albores del
siglo XX, no cabe la menor duda que la experiencia de la Isla en aquellos años,
en los que no existía este ministerio, fue muy sobresaliente y destacada en
términos de comercio exterior, inversiones y cooperación. Lo ocurrido desde
1961 simplemente es distinto, deja mucho que desear.
Sin embargo,
nadie en el régimen comunista de Cuba hará este esfuerzo histórico de contraste, porque los dirigentes, en su afán por hacerse hasta con el control de la historia, han
decidido que Cuba no tiene pasado ni vida antes de 1959, salvo para cuestiones
puntuales. Ese olvido de la historia, incorporado a la educación revolucionaria
desde edades tempranas, ha supuesto episodios que tienden a confundir a
vulgares espías con héroes de la patria como Maceo o Martí. Sin duda, una irresponsabilidad que, quizás algún día, se pague con creces. No hay pueblo
alguno que pueda vivir con esa ceguera de su historia.
Poco antes de 1961, cuando se creó el ministerio, Cuba era una nación con una sólida economía, fuertemente orientada al exterior que iba camino de experimentar lo que se denomina el “salto al desarrollo” en el curso de la siguiente generación. El comercio exterior, objeto de este ministerio, era superavitario y el país era capaz de colocar sus excedentes azucareros en los mercados mundiales a precios competitivos, incluido Estados Unidos.
El peso cubano se mantenía
estable en la paridad con el dólar y el sistema financiero avanzaba hacia la
modernización a grandes pasos. Poco tiempo después, llegó el desastre y las
cosas cambiaron, cuando se estableció el acuerdo con la URSS que proponía
subsidios a cambio de la cosecha. Aquella decisión marcó un antes y
un después en la historia económica de Cuba, cuyo precio aún se paga en la
actualidad en términos de atraso, falta de competitividad y dependencia
externa.
Este ministerio en 60 años no ha sido capaz de romper las cadenas de la dependencia y tampoco ha sido útil para promover el desarrollo equilibrado de la nación. Según dice, sus orígenes se debieron a la voluntad del gobierno revolucionario por llevar adelante la transformación social de la sociedad cubana.
Como no podía ser de otro modo, quien estuvo atento a los cambios políticos para ocupar puestos directivos en la nueva administración, fue el Che Guevara, que después de finalizar su campaña de fusilamientos en la Cabaña arrebató a Fidel Castro la presidencia del Banco Nacional de Cuba, entidad que fue transformada rápidamente para ponerse al servicio de los intereses revolucionarios y comunistas.
El Banco resultó poco para las aspiraciones del Che, salvo dejar su imagen para la posteridad en los billetes nuevos que fueron emitidos, precisamente, en el primer corralito financiero de América Latina que desposeyó a los cubanos de sus ahorros y a la banca pasar a manos del estado sin indemnizaciones.
Fue así que fijó la mirilla en un organismo capaz de centralizar, dirigir, ejecutar y
controlar, todo lo relacionado con el comercio exterior, y así el 23 de febrero
de 1961 por Ley Nº 934, nacía el ministerio del Che, el Ministerio del
Comercio Exterior (MINCEX), que asumió las apetitosas actividades aduaneras, fuente de grandes negocios y corruptelas. Con
el flamante ministerio, el gobierno revolucionario tenía fácil acceso a un
instrumento esencial de la política económica del estado para controlar el
manejo y control de las importaciones y exportaciones del país.
La productividad de la economía cubana entre 1899 y 1959 se triplicó en términos constantes, lo mismo que la población. Desde 1961, la economía no ha conseguido remontar los niveles de prosperidad y bienestar, en tanto que el peso excesivo del estado, y al mismo tiempo, el aplastamiento de la iniciativa privada y la libre empresa, han frenado las oportunidades de desarrollo económico.
La búsqueda de
nuevos negocios e inversiones extranjeras por el ministerio ha servido de bien poco, porque el país no ha conseguido el objetivo de avanzar en el desarrollo
de sus capacidades productivas, quedándose atrás cada vez más. Un sencillo dato
ilustra el proceso, en 1959 el PIB per cápita de Cuba ocupaba el segundo puesto
entre las naciones de América Latina, hoy en 2021 ocupa el penúltimo solo con
Venezuela detrás. Menudo balance del ministerio.
En materia de
cooperación internacional, Cuba atendía en 1959 a medio millón de solicitantes
de visado procedentes de países europeos, principalmente España e Italia, que
abandonaban sus empobrecidas economías para realizar su sueño cubano, como
millones lo habían conseguido desde 1899. Desde 1961 hasta hoy, la cooperación
internacional de Cuba no existe, salvo participar en guerrillas y promover
movimientos terroristas, puesto que los servicios médicos y profesionales en
general se cobran, y a precios realmente muy por encima del mercado.
El ministro actual Malmierca declaró que uno de los grandes desafíos del ministerio es atraer capital extranjero, teniendo en cuenta, cómo no, la incidencia del bloqueo y de la Ley Helms-Burton. Lo que no dijo es que, a pesar de estas restricciones, la economía cubana es una de las más abiertas del mundo y que Cuba comercia libremente con más de 190 países de los tres continentes, y recibe inversiones, turistas y remesas de forma habitual, sobre todo estas últimas, procedentes de Estados Unidos el 95%.
Los factores que según Malmierca
desestimulan las relaciones económicas con la Isla, están en otro lado(por ejemplo, no pagar sus compromisos de deuda, o retrasar el pago de dividendos a las casas matrices) y lo
más probable es que si prestase atención a los indicadores que dispone del modelo
social comunista imperante, los podría descubrir con mucha más facilidad que
con alegatos en contra de Estados Unidos.
La historia de la economía cubana no tiene mucho que agradecer a este ministerio, que ha tenido especial relación con los intereses económicos vinculados al ejército y la seguridad del estado, los empresarios que visten uniforme verde olivo, pero ejercen de grandes magnates sin serlo, sirviendo como representante de sus intereses, sobre todo económicos, en el continuo pulso de poder que existe en la Isla entre las distintas facciones políticas.
La existencia servil del ministerio lo
ha llevado a transitar por momentos difíciles y comprometidos, como en noviembre de 1976, cuando mediante la Ley 1323 sobre la organización
central del estado, se aprobaron y establecieron las facultades del Ministerio
del Comercio Exterior, como el organismo encargado de dirigir, ejecutar y
controlar la actividad comercial exterior como función exclusiva del estado.
Posteriormente,
en 2009 cuando se llevó a cabo la unificación
con el Ministerio de la Inversión Extranjera y la Colaboración (Minvec) algunos
interpretaron como una eventual caída en desgracia del departamento. No fue así, y la incorporación de la
inversión extranjera y la colaboración como actividades rectoras del Mincex permitieron
a los empresarios de uniforme verde olivo consolidar sus posiciones de poder en
las empresas monopólicas, entre ellas, la Empresa Cubana de Importación
(ECUBIM), la Empresa Cubana de Exportación (ECUBEX), la Empresa Cubana de Fletes
(CUFLET) o la Empresa Cubana de Control (CUBACONTROL), así como en las
numerosas entidades y órganos dependientes de la administración estatal.
Así que poco hay para celebrar en el 60 aniversario del ministerio, salvo reconocer su inutilidad para servir a los intereses de la nación, y presentarse como un candidato firme a una futura reestructuración en un estado democrático y de derecho. El modelo de la nación desde 1899 a 1959 fue infinitamente mejor para la economía y no había un ministerio ¿Por qué no volver a probar lo que funciona bien?
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