A vueltas con el empleo y la Tarea Ordenamiento: las cosas claras

Elías Amor Bravo, economista

La prensa oficial comunista lleva varios días insistiendo en que la Tarea Ordenamiento está provocando un aumento del número de personas que buscan trabajo, como consecuencia del incremento de salarios, pero conviene ser cautos con esta interpretación, por cuanto la misma no se ajusta a la realidad y acabará cayendo por su propio peso.

Lo han calificado en algún medio, de “auténtica revolución”, y se apoyan en las cifras de solicitudes de empleo que llegan a diario a los servicios municipales. Sin embargo, al calor de este optimismo oficial injustificado, conviene realizar una primera observación para aquellos que muestran un escaso conocimiento de las reglas de funcionamiento de la economía.

Hay que tener en cuenta que lo que observan los trabajadores a la hora de elegir más trabajo y menos ocio (lo que supone ese incremento de personas que buscan empleo) es el salario real, no el salario nominal.

Explico. Es muy probable que el incremento de salarios tras la Tarea Ordenamiento haya podido provocar alguna reacción entre colectivos de escaso interés por el trabajo que habían pasado a la población inactiva por desmotivación o falta de oportunidades, pero la rápida reacción de los precios a dicho aumento salarial, que en ningún momento ha estado referido a ganancias de productividad, ha deteriorado el poder adquisitivo de los salarios en muy poco tiempo.

Y este, el salario real, es el indicador que realmente observan las personas a la hora de elegir trabajo en vez de ocio, es decir, la capacidad de compra que ese salario puede tener. Porque de nada sirve ganar 2.100 CUP si el poder adquisitivo es inferior, como todo parece indicar, a los 420 CUP de antes. La gente no valora el trabajo por el papel moneda que recibe, sino por aquello que pueden comprar o ahorrar.

Si la inflación ha mermado el salario, que lo ha hecho y además, a una velocidad muy rápida, y si la economía ha producido un 11% menos de bienes y servicios que el año anterior como consecuencia de la crisis, cualquier argumento de que el salario pueda estimular la oferta de trabajo, no se sostiene.

Y conviene tener en cuenta este error de interpretación, porque la tendencia se apagará en poco tiempo y no tendrá continuidad. Es más, los problemas estructurales de fondo del mercado laboral cubano están todavía ahí (envejecimiento de la población, incremento de la inactividad, baja productividad, limitación del empleo privado, profundas injusticias con respecto al empleo estatal, etc) y van a seguir siendo una amenaza para el logro de los objetivos que persiguen las autoridades.

Entonces ¿cómo se pueden explicar estos datos que las autoridades del ministerio de trabajo y seguridad social comunista han sacado a pasear con una alegría infundada?  ¿de dónde viene este aumento de personas que buscan empleo en Cuba?

Puede haber dos motivos y ninguno de ellos entronca con la visión oficial del régimen.

La primera respuesta abunda en razones justamente contrarias a las expuestas, en cuyo caso, hay que dar una vuelta al argumento oficial y dirigirse a la realidad del problema.

La gente elige trabajo, y no ocio, precisamente porque en realidad el salario no llega a fin de mes, tras el  incremento espectacular e histórico de la inflación, y junto a ello, la entrada en vigor de la eliminación de los subsidios y gratuidades que va incorporada en la Tarea Ordenamiento, han creado un escenario de incertidumbre y angustia para muchos cubanos que les obliga a trabajar aunque sea en las pésimas condiciones del empleo estatal hacia el que se canalizan todas las candidaturas.

La idea comunista de que el trabajo sea la principal fuente de sostenimiento del trabajador y su familia, reflejada pomposamente en la constitución de 2019, se ha visto sacudida por los efectos de la Tarea Ordenamiento. Y eso que estamos al inicio del proceso que tiene muchas similitudes con las terapias de choque que critica el régimen.

La segunda respuesta ha sido reconocida por las autoridades, al aceptar que una parte significativa de los demandantes de empleo tiene su origen en la crisis económica, que ha supuesto el cierre total o parcial de muchos pequeños negocios y de entidades dedicadas al turismo, ocasionado por la pandemia, con sus empleados pasando al desempleo al no obtener compensación alguna del estado como ocurre con los empleados del sector presupuestado y las empresas estatales.

El drama económico de muchos emprendedores por causa de la crisis y el abandono que han sufrido del estado, sí que ayuda a entender esta explosión de gente que busca empleo para salir adelante, y en este capítulo se encuentran muchos jóvenes y mujeres que antes venían prestando sus servicios laborales en peluquerías o bares y cafeterías que han cerrado por la pandemia. Por otra parte, hay un componente importante de trabajadores procedentes de empresas estatales que han sido fusionadas o cerradas, como las pertenecientes al Ministerio de Turismo, en lo que se puede calificar como un ajuste silencioso que lleva años.

Y luego hay aspectos de la gestión del empleo por los servicios administrativos que tampoco ofrecen motivos de satisfacción, y que tienen que ser expuestos. Más de la mitad de los demandantes de empleo se han vuelto a casa sin una oferta de trabajo, y los que han conseguido empleo, la amplia mayoría lo han hecho en el sector estatal, un 63%, lo que tampoco es favorable si se tiene en cuenta las abultadas plantillas en las empresas y sector presupuestado que impiden obtener ganancias de productividad.

La situación del trabajo en el sector privado está diezmada como consecuencia de la crisis de la pandemia, y las nulas expectativas de recuperación del turismo internacional, no trasladan expectativas favorables. En dicha perspectiva, la liberalización de la lista de oficios autorizados para el trabajo por cuenta propia no es otra cosa que una huida adelante para evitar la caída de los impuestos que todos los indicadores apuntan.

Las autoridades valoran de forma positiva que algo menos del 10% de los candidatos a los puestos de trabajo provengan de la economía informal. Teniendo en cuenta que algunas estimaciones sitúan a la magnitud de esta en un 35% del PIB, es evidente que estas pocas personas no representan el número que debería producirse realmente, y que los cubanos siguen obteniendo mejores resultados para su trabajo en el ámbito no regulado e informal, con un claro rechazo a las ofertas oficiales. En cuanto a los trabajadores por cuenta propia que pasan al estado, con el argumento de una próxima jubilación, el propio régimen debería tomar buena nota de lo que esto significa, que no es otra cosa que una gran injusticia entre sector estatal y privado a la hora de finalizar el ciclo laboral.

Para colmo, el Ministerio ha planificado para 2021 la creación de 32 mil empleos. Un resultado que parece complicado de alcanzar si se tiene en cuenta que el nivel de ocupación de la economía cubana ha decrecido un -7,7% entre 2014 y 2019, lo que equivale a un -1,3% anual acumulativo. Los datos de 2020 no están disponibles, pero habrán sido especialmente graves. No hay ningún motivo para pensar que esta tendencia a la destrucción de empleo vaya a cambiar en 2021, con la crisis por la pandemia que se mantiene y las consecuencias negativas de la Tarea Ordenamiento.

Cuando se analizan las cifras del mercado laboral cubano, lo único que realmente aumenta, y de forma espectacular, es la población inactiva, nada más y nada menos que un 24,5% más, equivalente a 489 mil personas. Un balance desastroso que no se arregla con parches y medidas puntuales, porque está directamente relacionado con el colapso de la economía. Superar esta situación exige reformas estructurales que apunten a su modernización y mejora de eficiencia. Lo que no se va a conseguir con la Tarea Ordenamiento ni tampoco con la liberalización del trabajo por cuenta propia.

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