Díaz Canel en la encrucijada: ¿la ciencia aplicada la construcción?
Elías Amor Bravo, economista
La entrada de este blog, en la edición de hoy, se iba
a dedicar al 60 aniversario del Mincex de Malmierca. Un tema de actualidad que
admite muchas interpretaciones y valoraciones, por cierto, muy distintas de las
ofrecidas por la propaganda oficial. Habrá oportunidad otro día. Porque hoy toca
hacer referencia a unas declaraciones de Díaz Canel sobre la relación del mundo
de la ciencia con el sector de
la construcción. Si. Lo han leído bien. Su argumento es que quienes están
dirigiendo este sector no están al tanto de una cultura científica de la innovación. Y por
eso, el régimen, su máximo dirigente, quiere ponerlos en relación.
Bien está lo que bien está, pero rizar el rizo, con
lo que está cayendo, es perder el tiempo. Todavía resuenan los ecos de los
datos relativos a la ejecución del plan de la vivienda, que en el mes de enero
tuvo una gestión desastrosa, con algo así como unas 800 viviendas terminadas
que son el 2% del plan del año, y ahora resulta que Díaz Canel en uno de sus “encuentros”
con científicos y especialistas, lanza esta idea, como una ocurrencia más, para
resolver el problema de la construcción.
Y hay que decir que no. Que en tiempos como los
actuales, de “líos” empleando su propia terminología, y de creciente
complejidad, ponerse a trabar la investigación con la actividad constructora es,
como en un partido de fútbol, lanzar balones fuera del campo. Eso lo suele
hacer el equipo que va ganando para lograr que pase el tiempo, pero en Cuba,
con los datos antes ofrecidos de la vivienda en el mes de enero, el sector de
la construcción también está en caída libre, como el turismo, la agricultura o
la industria, y este no es el tiempo para este tipo de ocurrencias. La gestión aplicada
de la ciencia y la innovación a la construcción no es solución para un problema
que está ahí, sin solución: que no se construyen suficientes viviendas.
El discurso de Díaz Canel se está trufando de mensajes
procedentes, de un lado de su “máster en ciencias”, y de otro, de la Estrategia
económico y social, que tratan de que las propuestas de innovación no se queden
guardadas en cajones, sino que salgan a la luz. Eso está bien cuando la
economía evoluciona de forma aceptable, pero ahora la prioridad es diferente. A
veces, cuando se dedica mucho tiempo a la actividad académica, como Díaz Canel,
con tanto máster y posgrados se pierde de vista la realidad, el entorno en que
se vive y se malvive. Porque de eso se trata cuando se dirige una nación. De no
andar pensando en posibles, sino de tratar de que decisiones adecuadas consigan
objetivos que mejoren las condiciones de vida de la población.
Dicho en pocas palabras, cabría suponer que ese “máster
en ciencias” al que tanto se refiere Díaz Canel debería haberle confirmado que
este no es el mejor momento para poner en marcha una política económica tan
compleja y de efectos tan controvertidos como la Tarea Ordenamiento. Ahora ya
es tarde, porque nadie va a dar marcha atrás. El congreso comunista está muy
cerca y hay que llevar cumplimientos para conseguir apoyos.
El problema es que nadie calculó bien los efectos que
supone combinar, por ejemplo, una devaluación monetaria con aumentos de salarios
sin referencia de productividad, y ahí está la inflación descontrolada y mucha
gente preocupada por su nivel de vida y porque no llegan a fin de mes.
Moraleja, los subsidios y gratuidades que se iban a suprimir, en un ejercicio de
responsabilidad fiscal, se han tenido que volver a mantener al comprobar que
nadie podía pagar 7 o 10 pesos por el servicio del SAF, por citar un ejemplo,
cuando antes costana 1 peso, o pagar 8 veces más por el precio de los insumos
de fertilizantes si se es agricultor.
De modo que Díaz Canel, investido de “máster en
ciencia”, quiere aportar su doctrina académica para resolver la falta de vivienda
y la escasez de materiales de construcción en Cuba, con una ponencia científica
en la que ha presentado las ventajas de la cooperación entre la ciencia y la
construcción. Para acabar anunciando que su intención era extender ese modelo
al resto de actividades de la economía.
Imagino la sorpresa de los asistentes a esta reunión,
entre otros, Marrero, Ramiro Valdés, Inés María Chapman y varios ministros más,
los de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente y Construcción al escuchar la
propuesta de Díaz Canel. Todavía están intentando entender cómo se puede aplicar
ciencia a la industria constructiva y a la producción nacional de materiales de
la construcción, para responder a demandas internas y sustituir importaciones.
Imaginemos el porcentaje más elevado de construcción
de vivienda, la modalidad de “esfuerzo propio” que llevan los particulares por
sus propios medios recurriendo a amigos o familiares en ratos libres. ¿Alguien
sabe como se lleva la ciencia a esa tarea en cualquier sitio perdido del país?
Piénsese en la construcción estatal. Empresas
ineficientes, mal dotadas de recursos, con trabajadores que cobran salarios
altos, pero tienen bajos niveles de productividad, esa relación con la ciencia
es muy probable que se utilice en mayor medida en la construcción de más
habitaciones de hoteles para su explotación turística, como ha venido ocurriendo,
que a rehabilitar viviendas o construir otras nuevas. Aquí, tampoco la ciencia
puede ayudar mucho, en todo caso, puede hacer perder el tiempo.
Y qué decir de la industria complementaria, que
fabrica todo tipo de materiales de construcción, como cemento, gravilla, barras
de hierro, tejas, suelo, etc, tratándose de pequeñas plantas, muy especializas
a nivel local, que nunca han alcanzado la escala técnica de producción o los
rendimientos a escala para reducir los costes unitarios, cualquier traslado de
la ciencia, suena a imposición innecesaria.
Y aquí viene lo mejor. ¿Cómo se puede hablar en este
momento en Cuba, con lo que está ocurriendo en la mayoría de sectores y
actividades económicas, de la necesidad de “buscar soluciones para introducir
nuevas tecnologías en el diseño, las investigaciones, sistemas constructivos de
alta productividad y eficiencia, producción y uso de materiales, con plena
preservación del medioambiente y la utilización racional de la mano de obra en
estrecho vínculo con las universidades y los centros de investigación científico-técnicos”.
Mensajes de esta índole muestran qué lejos se puede
situar un dirigente político de la realidad cuando se sabe no cuestionado. Más
o menos lo mismo que hacía Fidel Castro, cuando hablaba de sus proyectos alocados.
Simplemente, lo que tiene que hacer un dirigente responsable es cumplir el plan
de vivienda, relanzar la construcción cuanto antes y despejar los obstáculos y
trabas que impiden a este sector actuar como motor de la economía.
En la reunión, se presentaron los proyectos más
disímiles, en los que trabaja el Micons en la línea de relación entre la
ciencia y el tejido productivo. Uno de ellos, dedicado al desarrollo de la producción de morteros
especiales; otro relacionado con la sustitución de la fibra de asbesto en la
producción de tejas, a partir de fibras naturales; y la producción de la fibra
de polietilenotereftalato (Pet), obtenida a partir de los pomos reciclados de
este material para mezclar con colas de la producción niquelífera y hasta un 30%
de fibra de celulosa.
También se hizo referencia a otros proyectos como el
uso de combustibles alternativos en hornos de cementos, la elaboración de
polvos abrasivos para la fabricación de muelas para el pulido de losas y
terrazos, la producción de elementos de yeso, la obtención de cloruro de hierro
iii hexahidratado, la producción de cementos con adición, el desarrollo de la
producción de cal, y la utilización de la asfaltita para el bacheo de calles a
nivel local.
Varias preguntas surgen de forma inmediata, ¿cuánto
pueden incrementar la construcción de viviendas a corto plazo estos proyectos?
¿Qué efecto tractor pueden tener sobre la economía en términos de generación de
empleo o riqueza? Incluso ahora que se han autorizado para el ejercicio del
trabajo por cuenta propia todas las actividades del CNAE en la construcción,
¿cuántos emprendedores podrán implementar proyectos de negocio con estas
tecnologías? Tengo dudas.
Díaz Canel puede perder el tiempo exigiendo al sector de la construcción,
como acciones inmediatas, que la ciencia y la innovación estén en la planeación
estratégica como un área clave, y que se desarrollen conexiones entre ciencia,
innovación, formación de potencial humano y desarrollo local.
Y lo puede hacer porque es el dirigente y disfruta de
una posición en la que nadie va a cuestionar lo que dice, pero desde esta
modesta entrada del blog le decimos que se equivoca, que el escenario de complejidad
y dificultades del sector construcción en Cuba no se arregla con experimentos y
proyectos de investigación que, insisto, pueden resultar muy interesantes en
otras épocas mejores. Ahora el problema es bien distinto y no admite
lanzar balones fuera del campo:
construir viviendas para superar la cifra del año anterior. Mañana hablaremos
del 60 aniversario del Mincex.
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