Del CUC a la Moneda Libremente Convertible MLC, el viaje de ida y vuelta

Elías Amor Bravo economista

Un viaje que ha creado más problemas a los cubanos. Se dijo que la Tarea Ordenamiento tenía como objetivo principal proceder a la eliminación del CUC como moneda de libre circulación en Cuba y el establecimiento del peso cubano como la única referencia del sistema monetario. Un año después este objetivo no solo no se ha cumplido, es que se ha complicado más, Alguien debería asumir responsabilidades o hacer algo, al menos.

La MLC, moneda digital que creó el régimen para vender en sus tiendas en divisas todo tipo de alimentos y electrodomésticos, tiene un acceso restringido por medio de transferencias electrónicas a través de aplicaciones como Transfermóvil o EnZona a las que no tiene acceso la mayoría de la población. La compraventa depende del nivel de confianza entre las partes, lo que provoca que mucha gente, sobre todo los que no dominan el ámbito de las redes sociales, tengan temores a realizar las transacciones a distancia. A nivel personal, el temor a las delaciones, se extiende como la pólvora. El reciente anuncio de que el régimen impondría penas de más de 2 años a los que operen en los mercados informales de divisas ha alertado a este sector de la población.

Para situar el análisis en su justa perspectiva, es importante señalar que la MLC no es lo mismo que el CUC que tenía poder liberatorio y se podía constituir en activos, como depósitos bancarios, por ejemplo. La MLC tiene una finalidad muy concreta, realizar pagos en unas tiendas determinadas, pero en esencia obedece a los mismos principios que determinaron el nacimiento del CUC que no es otra cosa que servir como enlace entre las divisas y la moneda nacional en beneficio del régimen. La prueba más evidente de que ello es así es que ningún país del mundo, por muchos problemas que tenga para estabilizar su sector exterior, establece un sistema como la MLC y su red de tiendas como mecanismo extractivo de divisas.

De modo que el régimen, emitiendo la MLC, se apropia de buena parte de las divisas que entran en la nación, y después autoriza a los agentes económicos a pagar el precio en MLC de aquellos productos, servicios o insumos que necesitan para satisfacer sus demandas, y que no se encuentran en los mercados que venden en pesos. La unidad de transacciones monetarias de la nación se ve así rota.

CUC o MLC ¿Qué más da? Viene a ser lo mismo salvando las diferencias. Supone, en síntesis, que el régimen intenta apropiarse de todas las divisas que entran en el país para luego utilizarlas en su propio beneficio. Si se piensa, es lo mismo que ha estado haciendo desde que en 1960 se firmaron los primeros acuerdos con los soviéticos que suponían una inyección de dólares anuales muy superior al valor del azúcar en los mercados mundiales, pero que entrañaban otros compromisos velados, más propios de la guerra fría

Cuando este modelo de negocio acabó con la desaparición de la URSS, la economía cubana se precipitó al abismo del “período especial”, descubriendo la dependencia que tenía el estado comunista de las divisas, y la necesidad de buscar nuevas fuentes financieras en el exterior. Fue entonces, como por arte de magia, que apareció Chávez y su petróleo y Cuba disfrutó de casi dos décadas de crudo barato para ser cambiado por legiones de oficiales de la seguridad del estado, educadores, médicos, entrenadores deportivos, etc. en un nuevo modelo de comercio de estado basado en servicios profesionales.

El azúcar ya no entraba a formar parte de esas relaciones comerciales y por eso Fidel Castro tomó la decisión de poner punto y final a la industria cubana por excelencia. Pero el modelo de dependencia externa no dura siempre, y en 2016 Venezuela empezó a mostrar síntomas de crisis estructural e incumplimientos en los suministros de petróleo a la Isla, cuya economía se vio en la necesidad de paralizar la actividad por falta de combustible.

La historia, desde entonces, es bien conocida. La crisis de la economía cubana ha alcanzado unas dimensiones tales que cada vez es mayor el número de cubanos que desean abandonar la isla para siempre, viendo que cada vez es más difícil creer en promesas que no llegan. También son muchos los que comprueban que sus míseros sueldos en pesos cubanos no permiten llegar a fin de mes, y se lanzan a las calles en busca de divisas internacionales que permitan acceder a las tiendas en MLC.

Finalmente, los productores agropecuarios, los trabajadores por cuenta propia, los que se dedican a la importación personal de mercancías, todos esos colectivos han provocado un aumento de la demanda de divisas que choca con la escasez de oferta por la reducida entrada de turistas. Además, ha ocurrido lo que todo el mundo sabía que iba a suceder, el dólar se ha disparado en el cambio frente al peso cubano, tocando en algunos medios online y mercados informales, los 95 pesos, lo mismo que el cambio del euro, que por primera vez en su historia se cambia a más de 100. Y lo peor es que las expectativas indican que la subida continuará.

La demanda de moneda extranjera recorre la isla de oeste a este y de norte a sur sin que las autoridades asuman sus funciones en defensa del peso. Como consecuencia, las tasas de cambio que se negocian en los mercados informales no dejan de subir mientras que aquellas personas o entidades que tienen reservas en dólares las conservan, a la espera de que su valor siga aumentando. Y, ¿qué hacen las autoridades? Nada. Saben que el peso cubano se deprecia a pasos agigantados, pero no toman decisión alguna, como podría ser una fuerte devaluación que acerque el valor de cambio al real, olvidando el tipo fijo de la Tarea Ordenamiento de 1x24.

Los canjes de divisas, que se realizan en los mercados informales, conllevan, además, un riesgo, debido a la circulación de billetes falsos y las estafas. Determinadas noticias fake han creado grandes expectativas en la población, obligando a las autoridades a salir al paso con comunicados como el referido. La incertidumbre y la falta de transparencia son galopantes y todo el mundo está a la espera de que algo ocurra. Los ciudadanos que se dedican al negocio informal de cambio de moneda asumen el riesgo no solo del castigo de las autoridades sino de posibles robos, dado el valor que alcanzan las divisas y su necesidad.

Y lo peor de todo esto es que nadie sabe cómo puede acabar una historia que ha sido propiciada por el régimen. Dólar y euro han disparado al alza a la MLC y con ello los precios de los productos que se venden en las tiendas con el dinero virtual de las tarjetas en MLC. Esto complica el escenario para el régimen, porque esos mayores precios están alimentando los aumentos de la inflación si bien, en índice oficial que elaboran las autoridades se excluyen, al menos de momento, dichos productos. Si los precios de los productos que se venden en MLC aumentan de nivel, es de esperar que el mismo efecto se produzca en los precios de los productos que se venden en pesos cubanos. La inflación seguirá aumentando. Los cubanos se alarman porque sus salarios y pensiones se cobran en un peso cada vez más devaluado y con una notable erosión de poder adquisitivo, que los empobrece cada vez más.

Alguien podría preguntarse a dónde quiere llegar el régimen comunista con esta inacción que se traslada sobre los cambios de las divisas creando alarma en la población. Nadie entiende por qué existe un silencio sospechoso sobre un fenómeno que las autoridades conocen su existencia, pero parecen no querer intervenir. Ni siquiera a los cubanos que entran al país con sus cargamentos de mercancías, desde la autorización a la libre entrada de alimentos, aseo y medicamentos. 

Se estima que en muchos de esos viajes la entrada de divisas en el bolsillo, sobre todo de dólares, que no se declaran ni se registran, se está fomentando por el régimen para que aumente la oferta del billete verde en la economía nacional y se reduzca su valor. Les puede salir el tiro por la culata. Una actitud que recuerda al avestruz que esconde su cabeza cuando ve el peligro, en vez de afrontarlo. La cuestión es si esto puede durar mucho tiempo. No lo parece.

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