Año nuevo, agenda nueva: la productividad

Elías Amor Bravo economista

Transcurrido 2021, y dejando atrás definitivamente la Tarea Ordenamiento, en estos primeros días del año conviene prestar atención a lo que se necesita hacer para que la economía cubana supere el marasmo en que se encuentra, a la vez que sea posible generar riqueza y prosperidad para todos.

Y del recuento de tareas que se tienen que acometer, no cabe la menor duda que el aumento de la productividad es, sin duda, una de las más importantes para las autoridades. Para ello, no solo se necesitan reformas estructurales en el modelo (derechos de propiedad, mercado, libertad de elección) sino que también se tiene que incidir en un cambio en el modelo productivo, de modo que la manufactura y el sector agropecuario alcancen una mayor participación, al tiempo que se apuesta por actividades tecnológicas, que incorporen servicios de valor añadido.

Esto es así porque los economistas reconocen que la productividad es una de las variables económicas más importantes de la economía, en la medida que actúa como un potente motor para el crecimiento, dotándolo de la sostenibilidad a largo plazo que precisa para que la economía avance de forma continua.

Las economías que han tenido éxito a la hora de apostar por el aumento de la productividad, son aquellas que presentan una mejor salud, al tiempo que son capaces de construir un modelo productivo sólido y equilibrado, capaz de hacer frente a situaciones de crisis temporales o shocks de oferta sobrevenidos por diferentes causas. Por el contrario, cuando no se atiende de forma debida el objetivo de la productividad, las economías entran en un penoso letargo, que apunta hacia un progresivo agotamiento, que termina generando un círculo vicioso del que resulta cada vez más difícil salir.

Entonces, ¿Qué se tiene que hacer? ¿Cómo afrontar con éxito el reto de la productividad? En esencia, se tiene que lograr que el aumento de la producción (el que logra cada uno de los factores implicados en el proceso de producción, a saber, capital, trabajo, tierra, tecnología, etc.) crezca por encima del coste de los factores de producción, ya que con ello se genera un valor creciente frente a los competidores, que se convierte en una fuente de riqueza para la economía, en términos agregados.

Los economistas señalan que la productividad depende de la cualificación del empleo lo que exige inversiones continuas en capital humano, también de la inversión en tecnología I+D, sobre todo en digitalización, y, sobre todo, de los procesos de gestión, la forma de dirigir las empresas. De ello se puede concluir que la medición de la productividad no es una tarea fácil, siendo la más utilizada la que tiene que ver con el trabajo, básicamente, la relación entre la producción y empleo, aunque es cierto que la productividad total de factores (estimada) se ha venido utilizando en numerosos estudios.

En Cuba, la evolución de la productividad del trabajo no ha sido favorable, ya no solo en los dos últimos años afectados por la pandemia de COVID-19, sino en un período mucho más amplio que se podría identificar con una larga década. Esto indica que los problemas de falta de productividad de la economía cubana no son debidos al COVID-19 ni tampoco tienen que ver con los efectos negativos de la Tarea Ordenamiento, ni mucho menos con el bloqueo o embargo.

El descenso alarmante de la productividad del factor trabajo en Cuba ha coincidido con un proceso de crisis agropecuaria y destrucción de la base industrial manufacturera de la economía, y sobre todo, de la industria del azúcar. Y mientras esto ocurría, el régimen comunista ha formulado una apuesta por la terciarización adicional de la economía que ha generado una redistribución del empleo en favor de los servicios, en un contexto de estancamiento del valor de la producción.

En términos de tendencias de largo plazo, el número de trabadores ocupados en Cuba ha disminuido desde 2011 un -7,3%, equivalente a 366.300 personas. Por otra parte, el PIB en precios constantes, medida de la producción real ha caído casi el doble, un -14% en el mismo período. De ello se desprende que la pérdida de la productividad en dicho período ha sido de un 6,8% y, como indican los datos disponibles, se ha concentrado fundamentalmente en las actividades industriales y agropecuarias, que han visto como se reduce su capacidad de producción, limitando de forma estructural la oferta que llega a los consumidores y tensando al alza los precios. El fracaso de la productividad de la economía cubana es uno de los factores que apunta a la necesidad de un cambio del modelo productivo, justo lo contrario de lo que dirigentes políticos tenían como objetivo.

El escenario es especialmente grave, y, tan pronto como sea posible, habrá que analizar cuál ha sido el comportamiento de la productividad más a corto plazo, sobre todo en los trimestres más convulsos de la actividad provocados por la combinación letal del COVID-19 y de la Tarea Ordenamiento. Esto podría ayudar a entender la notable influencia que ejerce el deterioro de la productividad sobre la alimentación y los bienes que pueden disponer los cubanos para su consumo. De hecho, los datos que se han observado durante 2021 no son favorables.

La tendencia al hundimiento de la producción agropecuaria se ha mantenido de forma notable, y otro tanto cabe apuntar de la evolución de la industria. Los datos de crecimiento trimestral del PIB, que se han empezado a difundir por ONEI este año, vienen a confirmar que los motores de la productividad de la economía están paralizados. La agricultura cerraría 2021 con una caída de su PIB real superior al 14% y la industria manufacturera incluso más, por encima del 17%, sin citar el azúcar, con un desplome del entorno del 30% respecto de 2020.

La tendencia a la caída de la productividad se va consolidando a lo largo del año, sin que las autoridades, que ejercen un control absoluto sobre la economía y deben actuar para corregir estos procesos, se involucren en la solución. Lo que parece que han hecho ha sido apostar por los servicios, sobre todo los sociales, educativos y sanitarios, vinculados de forma directa a presupuesto del estado, que se han visto favorecidos por una expansión del déficit sin precedentes. Ello, sin embargo, no ha servido para aumentar la productividad de la economía.

Lo dirigentes comunistas deben ser conscientes de que la economía debe parar lo antes posible el declive de la productividad, que, además, se ha visto especialmente perjudicado por unos aumentos de salarios y de costes unitarios de producción que han trasladado su impacto a los precios, reduciendo el poder adquisitivo de la población y aumentando las expectativas de inflación. En el caso de la economía cubana, las políticas gubernamentales están reduciendo cada vez más la productividad y la competitividad de la economía, a la vez que generan ese lastre de inflación que será cada vez más difícil eliminar.

Por ello, hay que acometer una agenda responsable de cambio de estructura del modelo económico, apostando por revitalizar los motores internos de la productividad que generan riqueza y prosperidad, y no solo por las fuentes de divisas del exterior que solo concentran las ganancias en determinados sectores de la sociedad, como ha venido ocurriendo desde los tiempos ya lejanos del subsidio soviético. Tan solo apostando por la productividad de todos los factores, la economía cubana podrá crecer más y generar suficientes bienes para toda la población dejando atrás la perenne escasez.

La clave está en hacer bien las cosas en la industria manufacturera y el sector agropecuario, así como la construcción de viviendas y determinados servicios de valor añadido e intensidad tecnológica orientados al exterior. Y por supuesto, implementando las reformas necesarias en los procesos de distribución de los derechos de propiedad, para que el sector privado lidere la generación de riqueza y prosperidad en la economía, compatible con un estado de bienestar que pueda conservar algunos de los llamados “logros de la revolución”. Sin productividad, esos servicios también se verán comprometidos.


Comentarios

  1. Profe. Será que la productividad se puede alcanzar sin propiedad privada, sin incentivos, con planificación central y no con libre mercado? Es la productividad cosa del socialismo? Sin cambio de sistemas y de estructuras economicas no creo que se logre el vital aumento de la productividad.

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