Sin datos sobre la economía, el régimen vuelve a recibir donaciones del exterior

Elías Amor Bravo economista

Mientras que se retrasa la publicación en la Gaceta Oficial de los presupuestos de 2022, la prensa oficial castrista se ha dedicado a celebrar las donaciones de todo tipo de productos que se reciben en Cuba en estos primeros días del año. Sendas informaciones destacan los donativos de Rusia a Cuba de 24 toneladas de material sanitario, de bicicletas procedentes de Canadá y, para asombro de muchos, 15.000 libras de leche en polvo de Estados Unidos, ¿dónde está el bloqueo?

Durante décadas, el castrismo ha reivindicado la ayuda internacional sin compensaciones, como un ejercicio de esa solidaridad que dicen reivindicar, pero lo cierto es que se han medido al detalle los procesos, los bienes donados y sobre todo, el origen. Tampoco se han publicado estadísticas relativas a estas ayudas a fondo perdido recibidas por el régimen que permitan realizar un análisis objetivo de las mismas.

Las donaciones han sido una práctica más propia del comercio de pajarera de los lejanos tiempos de la “guerra fría” cuando los países del telón de acero se veían obligados por la URSS a realizar este tipo de prácticas irrentables y ruinosas, y el régimen castrista, anclado en aquella época, ha descubierto que le puede resultar interesante recibir ayudas.

Durante décadas las donaciones fueron sometidas a un riguroso control ideológico y político a fin de evitar que llegasen a sectores sociales opositores o disidentes, pero en 2022 la veda se ha abierto y sorprende que los dirigentes comunistas cubanos acepten, de antemano, cualquier cosa. Un indicador que viene a confirmar la dureza de las condiciones económicas y lo vacía que debe estar la caja del estado, sin divisas, ante una temporada alta del turismo que no presenta los resultados esperados.

De modo que los rusos han enviado ayuda humanitaria que incluye trajes de protección médicos multiusos y jeringuillas de inyección, y estos envíos se han venido materializando desde  julio del año pasado. La prensa se ha hecho eco que también han llegado por esta vía alimentos, medicinas e insumos médicos para luchar contra el COVID-19.

La gama de productos es amplia, algunos de ellos deficitarios del comercio exterior cubano, como harina de trigo, latas de conservas cárnicas, aceite de girasol, mascarillas faciales desechables, concentradores de oxígeno, ventiladores pulmonares, jeringuillas y diversos medicamentos. Habría que saber a dónde se dirigen estas mercancías y quién acaba siendo el destinatario de las mismas. Habrían sorpresas.

Por otra parte, Canadá, cuyos turistas han dejado de viajar a la Isla hasta reducirse la cifra en un 90% con respecto a 2019, ha donado a Cuba 500 bicicletas por una denominada “Red canadiense de solidaridad”, y en este caso, Granma declara que estos artículos irán destinados a los cuadros cederistas que recorren grandes distancias en zonas urbanas y rurales.

Al menos, en este caso se sabe a quién van dirigidos. Una donación que si se canalizara a niños o jóvenes, por ejemplo, habría tenido mucho más sentido, pero ya puede tomar nota el donante del destino de los bienes: la actividad de los cederistas tiene poco que ver con el ejercicio democrático de los derechos y las libertades.

La gestión pública de esta donación canadiense ha sido obra y gracia de Hernández Nordelo, convertido por designación comunista en “héroe de la revolución” por sus actividades oscuras e inconfesables en Estados Unidos. Hernández es también coordinador de los CDR y desde ese puesto, mantiene sus aspiraciones de poder intactas. Su punto de mira es Díaz Canel, tiempo al tiempo. Regalando bicicletas lo puede conseguir, que nadie lo dude.  

Junto a las bicicletas, los canadienses donaron piezas de repuesto y neumáticos para los equipos, dentro de este esquema de gratis total que tanto gusta a los comunistas cubanos. Al parecer, la iniciativa en Canadá arrancó de unas donaciones iniciales de particulares, pero dado el éxito de la misma tras la cobertura recibida en medios locales y nacionales, hizo que llegaran equipos nuevos e incluso que se pagara el coste del embarque.

Pero lo mejor de todo llega con la donación de 15.000 libras de leche en polvo de Estados Unidos a Cuba. La leche en polvo es un artículo de lujo en un país en que no existe un suministro garantizado de este producto, y se suele comercializar en las tiendas que venden en MLC.  Granma se apresuró a subrayar que se “trata de un gesto de amor y de solidaridad del pueblo de los Estados Unidos hacia los cubanos”, palabras de Medea Benjamin, impulsora de la iniciativa, pacifista y cofundadora de Código Rosa.

Por supuesto, “un mensaje de amor y en contra del criminal bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por Estados Unidos”, pese a que el pasado mes de noviembre el comercio de Cuba con Estados Unidos aumentó un 114% con respecto al año pasado. El destino de la leche en polvo son los hospitales pediátricos de La Habana y su monto estimado llegará a poco más de 2.000 usuarios. Un alcance limitado, que resuelve pocos problemas, más bien ninguno, pero la propaganda del régimen comunista lo ha convertido, como viene siendo habitual, en la solución de todos los problemas.

Es más, la entrevista con la señora Benjamin es un ejemplo de manipulación informativa con relación al donativo de leche desde Estados Unidos. Manipulación que gira en torno a los mismos ejes de siempre. Que si la ayuda se ha realizado gracias a donaciones financieras de miles de estadounidenses y cubanos residentes allí, lo que supone enfrentar al gobierno de Estados Unidos con sus ciudadanos, en concreto, los que “exigen que se levante el injusto bloqueo”, sin datos objetivos que lo justifiquen. En todo caso, si se recaudaron 15.000 libras de leche en polvo es realmente poco para justificar, como dice la señora Benjamin, “un cambio en la política exterior de Biden a Cuba”.

Para Granma, el transporte de la ayuda ha sido una odisea, porque las organizaciones dedicaron muchas horas durante seis meses para el empaquetado, embalaje y traslado de esa mercancía a Cuba así como el alquiler del avión. Al parecer, antes ya se habían producido donaciones de alimentos, otras 18.000 libras en noviembre para centros infantiles y hogares de ancianos en las provincias orientales de Holguín, Granma y Guantánamo) y seis millones de jeringuillas. Estas organizaciones, especializadas en el envío de donativos a Cuba desde Estados Unidos, son las que se dedican a bombardear a senadores y congresistas con cartas y memos condenando el embargo a Cuba, mientras que se dedican a aprovechar los resquicios de la Ley para satisfacer las demandas de los comunistas cubanos.

Dejando de lado lo anecdótico de estas informaciones relativas a donativos que recibe el régimen sin reducir la presión que ejerce sobre los ciudadanos (más de 500 continúan en prisión a la espera de condenas judiciales tras el 11J), parece evidente que la situación económica sigue siendo especialmente negativa y no se vislumbran síntomas de mejoría lo que obliga al régimen a aceptar cualquier donación, por complicada que resulte.

Se trata de ayudas “amigas” que van dirigidas en buena medida, a sostener el aparato represor del sistema o atender necesidades puntuales asociadas a un modelo que se encuentra en fase crítica. El comienzo de este año no anuncia buenas noticias y el silencio oficial sobre la economía así como el retraso de la publicación de algunas informaciones oficiales, no indica nada bueno.

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