Díaz Canel: la economía entre lo urgente y los populismos
Elías Amor Bravo economista
Se suele decir que quien gobierna elige los asuntos a tratar, y prioriza en función de sus intereses. No es una máxima cualquiera. Define el contenido de la agenda de gobierno que, por lo general practican todos los gobiernos de los distintos países. En Cuba, también. La diferencia es que mientras en un país democrático esa elección de prioridades está sometida a la ley de las mayorías y el voto popular, en Cuba el partido decide y actúa según su criterio, y poco importa lo que piense la gente o las consecuencias de sus actuaciones.
Ya se vio en la Tarea ordenamiento, y ahora, parece desvelarse de la campaña carnavalesca de Díaz Canel y los suyos visitando barrios vulnerables y poblaciones donde se realiza cualquier tipo de actuación, porque llevaban años sin recibir nada, en un intento de recuperar el pulso político en estos primeros días del año.
La cuestión es si con este tipo de cosas lo van a conseguir. La idea trasnochada sobre la “democracia socialista”, en la que el poder debe ser socializado, y por ello, “el pueblo es quien debe tener la capacidad de volcarse, con trabajo diario y críticas a lo mal hecho”, se quiere poner en marcha y al respecto, se puede señalar que es una elección del régimen político y su máximo dirigente, cuyas consecuencias ya se verán. Pero, desde luego, no es lo más importante que se tiene que hacer en este momento. La economía manda. Y eso, también lo saben.
De modo que se pretende situar por delante de la asunción de responsabilidades y compromisos en materia económica para hacer frente a los graves problemas del país, una agenda superflua y populista de ir repartiendo prebendas por barrios degradados y poblaciones olvidadas. Mientras que los dirigentes se dedican a estos juegos florales y se hacen fotografías en Granma, los graves problemas económicos, como la inflación, el déficit público, la improductividad general del sector agropecuario, la falta de divisas o los impagos de la deuda internacional siguen sin respuesta.
Este año, de forma inexplicable, se retrasa la publicación en la Gaceta Oficial de los presupuestos del estado y en vez de trabajar, los dirigentes salen a pasear populismo por una serie de barrios humildes y zonas rurales que previamente han sido seleccionadas para evitar cualquier posible conflicto. Si los dirigentes piensan que, con estas prácticas autoritarias de viejos caudillos latinoamericanos van a conseguir despejar la imagen de dictadura que arrastra Cuba no lo van a conseguir.
Porque antes de dialogar, supuestamente de forma directa, con la población, lo cual es importante pero tiene sus cauces para hacerlo de forma integral y eficiente, los dirigentes comunistas cubanos deberían afrontar los problemas que se les echan encima.
Ahora, por si lo anterior no fuera suficiente, llegan informaciones de varias ciudades cubanas en las que amplios sectores de la población muestran su indignación por los niveles que está alcanzando el dólar en los mercados informales. En algunos lugares ya se paga a 90 pesos, y lo peor es que las expectativas indican que seguirá subiendo, sobre todo en las redes sociales.
Tras un paréntesis de calma chicha iniciado después de la prohibición en el verano de 2021 de la imposición de depósitos de dólares en efectivo, el billete verde se ha vuelto a disparar en los mercados informales cubanos. Y cada vez es mayor el número de personas que rechazan ese alto precio, a pesar de que necesitan dólares para sus transacciones internas y externas, pero oferta y demanda tienen unas leyes que no se pueden soslayar.
El dólar ha remontado en el curso de los primeros días de 2021 del nivel de 70 pesos a los 90 actuales. Un aumento que viene propiciado por una demanda creciente de la divisa, y una cierta reducción de la oferta porque la entrada de divisas no va al ritmo que debiera, y se cree que aquellos que tienen reservas de moneda las conservan, en espera de que su valor siga creciendo. Como el estado ha tirado la toalla de sus funciones cambiarias en los bancos y CADECAS, la indignación social se ha disparado y crece la temida especulación con el billete verde que a muchos recuerda lo peor del período especial cuando el dólar remontó hasta los 160 pesos.
Las autoridades no hacen caso de esta situación. Parecen estar convencidas que el tipo de cambio oficial y fijo de la Tarea Ordenamiento, de 1x24 debe seguir así y el Banco Central sigue durmiendo sin plantear intervención alguna para corregir la situación. Claro, ¿Cómo lo va a hacer si no tiene con qué realizar esa intervención? Los comunistas que diseñaron la Tarea Ordenamiento plantearon un tipo de cambio fijo, pero no tuvieron en cuenta que esta política solo puede funcionar si el Banco Central posee reservas de divisas y está dispuesto a intervenir para sostener la moneda. El desastre ha sido completo porque nada de eso ha sido posible, y por ello, la indignación de quienes necesitan dólares o euros, o cualquier otra divisa.
El régimen no afronta la grave crisis de inflación y los precios desorbitados, y tampoco parece interesado en el tipo de cambio. ¿Para qué? Mucho mejor es dejarse ver por barrios y localidades vulnerables y hacerse la foto en Granma. Populismo rancio, de viejos caudillos latinoamericanos. Nada de responsabilidad económica. Lo más probable es que ello siga así hasta que las quejas lleguen cerca del consejo de estado, y del complejo económico militar y de la seguridad del estado que rige la economía nacional. Estas son las quejas que preocupan a los comunistas cubanos, y no las que pueda plantear un guajiro de Jatibonico o Quivicán.
En vez de ponerse a trabajar para estabilizar la economía y sentar las bases de la prosperidad y crecimiento, Díaz Canel se lanza a una campaña callejera populista para vender que “se puede construir el socialismo desde la comunidad y la vida puede cambiar, puede mejorar”. Bellas palabras que, sin embargo, carecen de justificación y que probablemente ni él se lo cree. La experiencia de 60 años de Cuba parece suficiente para no creer en ese mantra.
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