La inflación en Cuba en 2022: previsión 30% interanual

Elías Amor Bravo economista 

Me preguntan si es posible predecir el comportamiento de la inflación a lo largo del año 2022 en Cuba. Hay bastantes temores a que, después del 77,3% de tasa interanual registrada en 2021, el aumento de los precios vuelva a golpear a la débil economía cubana. Lo cierto es que cualquier previsión realista de lo que puede ocurrir, resulta complicada, teniendo en cuenta las características anormales del modelo económico comunista que impera en el país. Por ello, los analistas están teniendo dificultades para salir de la incertidumbre y las previsiones sobre el comportamiento de la inflación en 2022 hasta ahora son escasas. Hay razones para ello.

Por vez primera en mucho tiempo, la economía cubana está sufriendo lo que los economistas denominan una fuerte volatilidad. En concreto, esa volatilidad se observa claramente en el tipo de cambio informal del peso con respecto al dólar y al resto de divisas, incluida la MLC, que se ha incrementado de forma espectacular este mes de enero, y aquí parece existir consenso que el alza de valor va a continuar, conforme el peso se debilita continuamente. La volatilidad se observa igualmente en la evolución del PIB trimestral, que ha registrado fuertes oscilaciones en 2021 entre el máximo de 7,9% del segundo trimestre y el mínimo de -13,9% en el primer trimestre. Algunas ramas de actividad han experimentado oscilaciones mucho más intensas.

Por ello, algunos economistas creen en la existencia de una dependencia de la inflación del tipo de cambio informal del peso, sobre todo, por su incidencia relativa en los productos y servicios que se pagan con la moneda extranjera en las tiendas en MLC. Este efecto, sin embargo, no se recoge en la estimación del IPC oficial que suministra la ONEI, de modo que los efectos inflacionistas quedan limitados al área del peso cubano. 

Quizás por ello, el foco de interés se sitúa en el comportamiento de los precios de los transportes (energía incluida), servicios a la vivienda (energía incluida) y alimentos, que en 2021 fueron los componentes más inflacionistas del IPC con aumentos del 188,6%, 153,5% y del 113,95%, respectivamente, claramente por encima de la media de la economía.

Los analistas están convencidos de que los precios de la energía y de los alimentos se van a trasladar y contagiar a otros componentes de la cesta de la compra, de hecho es posible que ya lo estén haciendo, convirtiendo la inflación en un fenómeno estructural y no coyuntural. Lo que tanto temen algunos analistas es que todo este proceso de descontrol y volatilidad en que se encuentra la economía cubana acabe en una temida espiral inflacionista; hay bastante riesgo de que el efecto contagio ya se ha empezado a notar.   

Entonces, la cuestión a dilucidar es ¿De qué modo se puede determinar si las altas tasas de inflación que sufre la economía cubana se extienden al resto de componentes de la cesta de consumo? Realizar este estudio exige disponer de abundante información relativa a los precios de artículos y analizar si se dan esos procesos de trasmisión inflacionista. De antemano, aparecen algunas evidencias que apuntan a lo contrario. Por ejemplo, los precios de los componentes de muebles y artículos para el hogar y prendas de vestir y calzado, que se encuentran relacionados con la energía, han sido, sin embargo, los que han registrado un menor aumento en 2021 del conjunto del IPC, 12,67% y 8,08% respectivamente.

Las tasas de inflación más elevadas de los componentes del IPC se concentran en un determinado número de referencias y podría parecer que no vengan determinados por el componente energético. Incluso, hay casos sorprendentes, como la discoteca y centro nocturno, por ejemplo, que se podía pensar que tienen poco que ver con la trasmisión de los precios de la energía.  De modo que si el régimen quisiera hacer frente a la inflación y evitar los efectos de una espiral de precios tiene que prestar la máxima atención a los precios de la energía en primer lugar y alimentos después.

Hay tiempo para reaccionar. De hecho, habrá que ver qué comportamiento siguen los precios en los primeros meses de este año para poder obtener alguna conclusión sobre la evolución posterior. Lo que parece claro es que el régimen parece poco interesado en volver a los controles de precios, y aunque se mantienen los subsidios a las empresas, su recorte en el presupuesto de 2022 hace pensar que algunos precios se mantendrán elevados en los niveles actuales, reduciendo el poder adquisitivo de la población. El incremento de los precios de 2021 aconseja a ser prudentes y tratar de definir las mejores estrategias de acción, al margen de posiciones ideológicas.   

Y aquí viene la cuestión. Para poder estimar el comportamiento del IPC en Cuba en 2022 será necesario determinar los efectos contagio en la cesta de consumo derivados del desigual comportamiento de energía y alimentación. Avanzar el conocimiento de lo que se denomina inflación subyacente, que elimina los componentes más volátiles del IPC para saber si la inflación es un fenómeno estructural o coyuntural. 

Las autoridades debieran estar en ello. El fuerte aumento de los precios de final de año en Cuba (un 11% de octubre a diciembre) tiene mucho que ver con la resistencia que muestra la inflación a bajar si no se produce un aumento de la oferta y de la productividad, lo que exige profundizar en las reformas estructurales de la economía cubana. Si ese incremento se mantiene en los primeros meses de 2022, no es difícil pensar que la inflación en Cuba volvería a alcanzar dos dígitos en 2022, llegando a superar el 30% de tasa interanual, y solo podría reducirse a partir de la segunda mitad del año. Todo pende de un hilo.

 

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