Aumenta la preocupación por la crisis final de la industria azucarera cubana

Elías Amor Bravo economista 

De la economía cubana, mientras que los presupuestos siguen sin ser publicados en la gaceta oficial, y ya van más de 12 días con respecto a años precedentes, hay que conformarse con noticias en la prensa oficial que, como siempre viene ocurriendo, llaman la atención del lector.

Algunas de estas informaciones nos ayudan a entender lo que está ocurriendo con algunos sectores fundamentales de la economía, como el azúcar, Un sector que desde 2020 ha visto descender su producción un 65%, uno de los más deteriorados de la economía (que disminuyó en el mismo período un 38,4% su PIB), y que parece haber entrado en crisis terminal, a tenor de algunas informaciones que llegan de la isla.

Por ejemplo, el artículo “Larga espera de una máquina que ayudaría a aumentar el rendimiento de la caña” nos presenta una situación absurda en la que se dice que “tras un año muy complejo para Cuba, en el que la industria azucarera redujo considerablemente la siembra de caña (no llegó al 70% del plan) así como la producción de azúcar, alcoholes y otros derivados, en el país se ha puesto sobre ruedas una estrategia para «salvar» el sector, afectado de forma progresiva en varios de sus indicadores”.

Y así, de la misma forma que con el sector agropecuario, para el que se han “vendido” 63 medidas que los productores han dado la espalda, ahora, la máxima dirección del país, nos anuncia para el azúcar, un paquete de 93 medidas, 30 más como no podría ser de otro modo, con atención a “recursos y esfuerzos, una mayor aplicación de la ciencia, la tecnología y la innovación en cada una de las empresas agroindustriales conformadas en 2021 como parte de la reestructuración de Azcuba,  resolver deficiencias y a impulsar la productividad en esta rama de la economía cubana”.

Este “esfuerzo” de la burocracia y los dirigentes se lanza, teniendo en cuenta que “todavía persisten reservas, dilaciones y limitantes objetivas y subjetivas que entorpecen el desarrollo de esas propuestas académicas, con las que podría reducirse el sabor amargo que tiene la zafra en no pocos bateyes y centrales de la nación”. En cierto modo, las mismas trabas que frenan el desarrollo de la producción en la economía cubana y que tienen su origen en el modelo económico y social que rige el país, donde la propiedad privada y el mercado como instrumento de asignación de recursos, siguen proscritos.

De modo, que los dirigentes comunistas creen que, a falta de pan, buenas son tortas y se lanzan a estudios científicos para elevar los rendimientos y la calidad en la siembra de caña, aunque reconocen que “el cual aún espera por concretarse a gran escala, en el campo”. Y, dentro de este plan dinamizador, toca hablar de que, después de más de diez años, han desempolvado lo que denominan una novedosa tecnología para fomentar el cultivo de la caña procedente de una tesis doctoral de entonces.

Se trata de un estudio realizado en la Universidad de Granma, proponiendo el desarrollo de la máquina multilabradora Minimax UDG 3,2; un componente agrícola concebido para tractores de potencia media –unos cien kilowatts o más– que se utilizan en las labores de preparación de tierra y la necesidad de mejorar la preparación del suelo de una forma más económica, y que a la vez permitiera elevar la calidad de la cepa de caña, con una durabilidad de hasta siete años.

Diez años a la espera de un equipo que, al menos sobre el papel, tiene reconocidas unas ventajas. Granma se da prisa para justificar que “eso no significa que durante este tiempo el proyecto haya estado del todo detenido, pero tampoco ha avanzado con la prontitud que necesitan las áreas destinadas a la siembra”

El resto del artículo se dedica a describir la máquina, sus elementos integrantes, la forma de trabajar, el diseño del prototipo y su posible fabricación en serie en la industria nacional, así como los beneficios técnicos y productivos y económicos que cabe esperar de la misma. Y la pregunta es entonces, ¿por qué la máquina se ha retrasado 10 años? ¿en que la zafra cubana no interesa a las autoridades del régimen?

Investigamos un poco con cierto detalle y se descubre el por qué de esta desidia. Todo tiene que ver con el modelo económico que rige el país. El proyecto de la máquina, como todo lo que se mueve en Cuba, cayó en las manos de la burocracia política, en concreto del Ministerio del Azúcar, que se propuso lograr la fabricación a escala industrial de la serie cero, pero entonces llegó el desastre que, con frecuencia, paraliza a la economía cubana y que está en la esencia del verdadero bloqueo interno que ejerce el régimen sobre sus actores económicos, sobre todo, privados. Dice Granma que, tras los cambios de Minaz a Azcuba, se redujeron las inversiones del sector y se paralizaron los planes de fabricación de las máquinas multilabradoras y aquí viene lo mejor, “por culpa del bloqueo”. 

El estudio siguió vivo, dando lugar a otras investigaciones de desarrollo, pero a la práctica, nada. Una gestión empresarial privada habría dado resultados muy distintos. Seguro. Y Granma acaba señalando que, como “hoy es sabido que el país vive una situación económica tensa, y la lógica indica que tenemos que tirar con lo que tenemos, pero a pesar de las circunstancias, existe la seguridad de que es posible construir la máquina aquí de forma cooperada y con el mayor porcentaje de componentes nacionales”. ¿A qué esperan para hacerlo? ¿A que se produzcan nuevos cambios ministeriales? Y luego van y culpan al bloqueo.

La tensa situación económica actual y, sobre todo, su influencia sobre el azúcar ha llevado a Granma a publicar otro articulo titulado “Paso doble para la zafra” en el que se da cuenta de unas declaraciones de Valdés Mesa relativas a la zafra actual que se plantea “muy difícil de asegurar con los recursos e insumos necesarios, debido a las limitaciones financieras y económicas”. Más de lo mismo. Se tiene la sensación de que los dirigentes saben que el azúcar este año puede acabar siendo un desastre total.

Hay razones para pensar que ello puede ser así. Al margen de la anécdota de la máquina, hay “un número nada despreciable de centrales que iniciaron la molienda con marcado atraso, y otros están todavía «enredados» para comenzarla o han interrumpido la actividad de sus máquinas por diversas razones”. De modo que, cuando faltan apenas unos días para concluir el mes de enero, el país no alcanza aún las 100.000 toneladas de azúcar. Esto es mucho peor que las limitaciones financieras y económicas a las que se refiere Valdés Mesa. Esto es un declive total y absoluto hacia la desaparición del azúcar en Cuba. Un desastre nacional.

El artículo en Granma es un alegato propagandista del régimen, en que se hace referencia a lo mismo de siempre, que “si los trabajadores del sector no se dejarán vencer, que si la gente aquí está dispuesta a acelerar la marcha, que si vamos a seguir guapeando para suplir el tiempo perdido con más trabajo. Si. Todo eso está muy bien, pero el problema del azúcar cubano, la principal industria de la nación desde hace varios siglos, no se arregla de ese modo. Y los dirigentes comunistas lo saben.

Los parámetros objetivo son eficiencia y molidas altas y estables, incorporar la calidad a la producción, incrementar la productividad de la industria. Las 93 medidas aprobadas no van a servir para ello, y lo mejor que pueden hacer es ir buscando justificaciones para explicar el desastre que se avecina. Por cierto, olviden el bloqueo, que ya cansa.

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