La agricultura urbana sigue sin dar de comer a los cubanos

Elías Amor Bravo economista

La agricultura urbana, suburbana y familiar es otro de los “inventos” del régimen comunista que lleva 35 años en vigor, pero que ha tenido ciertamente un impacto mínimo en la oferta de alimentos. Es decir, no sirve para resolver el problema de la falta de comida.

Los comunistas atribuyen nada más y nada menos que al mismo Raúl Castro la idea de este sistema, destinado en su momento a satisfacer las demandas crecientes de la población. Por ello, cualquier planteamiento de encarpetar esta idea no tiene el menor respaldo político. 

Por hacer un poco de historia, conviene recordar que entonces, allá por el 27 de diciembre de 1987, cuando dio sus primeros pasos la agricultura urbana, la realidad era que el modelo productivo de la agricultura estatal había fracasado de forma estrepitosa en sus objetivos productivos, y el sector agropecuario, entonces concentrado al 100% en manos del estado, era incapaz de alimentar a toda la población. Más o menos, lo mismo que ahora, con la salvedad de que existen más de 200.000 arrendatarios de tierras que siguen luchando por ocupar un espacio con derecho propio dentro de la agricultura comunista cubana.

A Raúl Castro, en medio de aquel páramo de incompetencia e improductividad, se le ocurrió que la agricultura urbana, suburbana y familiar podía ser una solución que contribuyese a atender demandas no satisfechas, cultivando trozos de parcelas que quedaban sin actividad en la periferia de las ciudades, y luego extendiendo el cultivo a patios, macetas, parques y jardines, y a cualquier zona que fuera susceptible de este tipo de actividades. Los comunistas siguen creyendo que incluso, todavía hoy, no han sido suficientemente explotadas las potencialidades de este sistema, pese a sus largos 35 años de vigencia y fracasos continuos, sin ser una opción válida para la fortaleza de los sistemas alimentarios locales.

Ha sido Marrero, en el balance nacional del programa, junto a otros dirigentes comunistas, el encargado de lanzar alabanzas hacia un sistema que, desde luego, ha contribuido muy poco a la solución de la falta de comida de los cubanos. Y ahí están los datos.

Marrero, sin embargo, se mostró optimista y destacó en su discurso que la agricultura urbana es la clave para la implementación de la Ley de Soberanía alimentaria y seguridad alimentaria y nutricional, de modo que en su opinión “resulta oportuno que en todas las localidades se diseñen acciones gubernamentales, políticas, empresariales y técnicas, que permitan utilizar el potencial de la agricultura urbana en la producción de alimentos para la población”. No es extraño que Díaz Canel públicamente tenga sus reticencias hacia esa Ley y lo que pretende. Sabe de qué va.

A los lectores de este blog el mensaje anterior ya les debe sonar a falsete. No es otro que la línea estratégica del plan de la economía de 2023 de la descentralización a las corporaciones locales de competencias estatales. Una de ellas, qué casualidad, el tinglado de la agricultura urbana. De perdidos al río, y viendo que en 35 años poco o nada se ha conseguido, los comunistas quieren que en 2023, el 1.117.000 de patios y parcelas, aumente por obra y gracia de los gobiernos locales, aunque sea necesaria la transformación “a formas más eficientes de gestión económica y productiva, el fortalecimiento y dignificación de las unidades de producción de alimentos, y una mayor incorporación de áreas”. Un claro reconocimiento de la escasa o nula eficiencia de la agricultura urbana.

Según datos oficiales, el programa se sustenta en el cultivo permanente de 12.640 hectáreas (el 0,2% del total de tierras de cultivo) una cantidad insignificante de las tierras disponibles por el programa (unos 2 millones de hectáreas) en la economía cubana, lo que a su vez condiciona cualquier aumento de las producciones a la aplicación adecuada de técnicas intensivas, combinadas con principios de agroecología y soberanía alimentaria. De ellos 2.286 hectáreas en organológicos, 3.067 hectáreas en huertos intensivos, 405 hectáreas semi protegidos, 5.218 hectáreas en parcelas tecnificadas y 351 hectáreas de casas rústicas.

Además, al programa de la agricultura urbana se le han integrado otros subprogramas como el de cultivos y de animales, de modo que “en estos 35 años se han desarrollado 11 subprogramas, de ellos 5 de crianza animal, y cinco de cultivos. Los impactos más significativos están en haber crecido en áreas y en rendimiento”. Pero el resultado final ha sido bastante deficiente, si se tiene en cuenta la oferta que ha llegado a los mercados de consumo.

Las principales fortalezas de la agricultura urbana a tenor de lo dicho por las autoridades, son la producción de semillas, que permite la sustitución de importaciones de seis cultivos (habichuela, lechuga, pepino, quimbombó, acelga, y rabanito), los avances en la cultura agroecológica con el intercalamiento, rotación de cultivos y combate de plagas con productos biológicos y naturales, la elaboración de bioproductos a partir de diferentes extractos naturales con un impacto local o la elaboración de trampas rústicas de capturas, siembras de barreras vivas y empleo de hidrato de cal, con impacto favorable en los agro ecosistemas.

También se abordaron algunas experiencias locales. En los patios y parcelas de La Habana en 2022 se han producido aproximadamente 355.800 toneladas de hortalizas, menos del 1% del total. La tarea es producir de modo que “no puede haber un palmo de tierra que no se siembre”. 

En Sancti Spíritus, hay ocho UEB Granjas Urbanas, donde trabajan directamente todos los representantes de los consejos populares y miembros de las organizaciones de masas, y forman parte de los 290 que existen en la provincia. Se han incrementado 660 patios más con respecto al año pasado.

En Santiago de Cuba, se llegó a 92.516 patios familiares y se ha incrementado 20 organopónicos en el 2022 y 18 en el 2021.

En el discurso, Marrero finalmente tuvo palabras de reconocimiento especial al principal impulsor del sistema: Raúl Castro, y fueron distinguidos trabajadores y provincias destacadas en este periodo. Como colofón, la Federación de Mujeres Cubanas también homenajeó a las mejores productoras del país. Otro anuncio, sin duda importante, fue que, con motivo del 35 aniversario del programa, “y por su loable desempeño durante estos años, la Central de Trabajadores de Cuba instituyó el 27 de diciembre como Día del Trabajador de la Agricultura Urbana, Suburbana y Familiar”. Casi nada para algo que no ha servido, ni de lejos, para dar de comer a la población.

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