Territorializar las políticas demográficas en Cuba: un grave riesgo no calculado
Elías Amor Bravo economista
La demostración más palpable del fracaso del modelo económico impuesto por la llamada revolución a los cubanos, se encuentra en la evolución demográfica de la nación. Tanto es así que los dirigentes del régimen se han visto obligados a actualizar la política nacional, para atender la dinámica demográfica que se les viene encima. De esto se habló en la asamblea hace unos días.
Sin embargo, como en otros ámbitos de la economía, los cambios no han pasado de una somera reestructuración de una comisión gubernamental para la atención a la dinámica demográfica, presidida por Marrero, con apoyo del Centro de Estudio de la Población y Desarrollo de la ONEI, y el Centro de Estudios Demográficos de la Universidad de La Habana. Burocracia y papeleo. Lo mismo de siempre.
Con fuego no se juega, porque tarde o temprano llega la quemadura. Cuando se pretende atender a la dinámica demográfica de un país, integrada por las variables referidas a la fecundidad, mortalidad y migraciones internas y externas, no basta con estudios, estrategias, planes y actuaciones. Hay que llegar al final y promover los cambios necesarios para modificar esas tendencias. Y luego, esperar.
El dato, no por conocido, debe ser repetido. Cuba es un país que arrastra desde hace años una dinámica de la población similar a la de los países más avanzados del planeta. No es un fenómeno nuevo. Ya se puso de manifiesto en la década de los años 50 cuando Cuba si se situaba en pie de igualdad con los países más desarrollados del planeta.
Pero a diferencia de aquellos años de prosperidad de la nación, que compensaban los débiles crecimientos de la población con la llegada de inmigrantes, actualmente, el caso de Cuba es peor, porque la aspiración de los cubanos es abandonar el país. Y nadie, en su sano juicio, está dispuesto a emigrar al “paraíso de los trabajadores”.
Ni siquiera los haitianos que naufragan en sus viajes a Estados Unidos desean quedarse en Cuba. Sin el aporte demográfico del exterior, Cuba se desangra y ve como su cifra de habitantes desciende de año en año, provocando efectos de envejecimiento poblacional superiores a los de otros países de su entorno.
Los Lineamientos de la Política Económica y Social del Partido y la Revolución, aprobados en los tres últimos congresos comunistas, dedicaron atención a estas cuestiones, pero a la vista está que no han tenido éxito. La comisión gubernamental para la dinámica demográfica constituida en 2012, y la Política para la atención a la dinámica demográfica, de 2014, siguen sin proporcionar resultados concretos.
De ahí el interés por la actualización planteada por Marrero en este momento, lo que va a suponer que los principios de política, las medidas aprobadas, su ejecución y viabilidad pasarán a tener un enfoque territorial y local.
Marrero quiere que los municipios tengan acceso a su dinámica de población y que puedan afrontar con sus propios recursos, el envejecimiento poblacional dentro de las estrategias de desarrollo territorial. Un auténtico despropósito que puede acabar generando distorsiones en la geografía nacional que provoquen problemas más graves que los que quieren resolver.
Pasar los objetivos de la política demográfica de un país del escenario estatal y central a un enfoque territorial y/o local, entraña riesgos graves que, al parecer, los comunistas no han valorado de forma suficiente. Y por ello quieren desarrollar una serie de actuaciones con esta nueva perspectiva territorial local y provincial.
En primer lugar, estimular la fecundidad, para acercarse en lo posible al remplazo natural poblacional en una perspectiva mediata, situación que presenta una tendencia al decrecimiento de manera sostenida, y que el país no consigue desde hace más de 30 años. Realmente, no hay ninguna razón para pensar que el cambio de enfoque territorial vaya a permitir que la tasa de fecundidad alcance la de remplazo generacional, situada en 2,01 hijos por mujer. En todo caso, no es bueno que existan desigualdades en las tasas de fecundidad a nivel local. Obligaría a adoptar medidas distintas en zonas muy limitadas.
En segundo, atender las necesidades de la creciente población de 60 años y más, que se estima representen el 21,6% al cierre de 2022, así como fomentar la participación de los adultos mayores en las tareas económicas, políticas y sociales. La evidencia disponible indica que este segmento poblacional es el único que crece con casi 2,4 millones de personas en estas edades, y con las bajas pensiones que perciben y la falta de oportunidades, por ejemplo, para emprender, no parece que vayan a tener alguna participación en las tareas económicas, políticas o sociales. Otro fracaso a la vista si se territorializan las políticas, lo que podría generar personas mayores de primera y segunda clase en función de la residencia..
En tercero, estimular el empleo de las personas aptas para trabajar, y prever, en la estrategia defensiva de la nación, el impacto del envejecimiento de la población. Lo que puede exigir modificaciones en las edades de jubilación que acorten el valor real de las pensiones y causen malestar. El régimen ni es capaz de entender que en los mayores existe una bolsa de talento senior que puede servir para promover la prosperidad de la nación. De hecho, son los únicos que pueden ofrecer indicaciones de cómo era Cuba antes del trauma de la revolución. Llevar a las diferencias territoriales esta política puede acabar generando desigualdades con efectos notables en la actividad económica.
En cuarto, atender las causas que provocan la migración interna y externa, en función de reducir estos flujos, mitigar el despoblamiento de municipios y zonas rurales (donde actualmente solo vive el 23% de la población cubana) y trazar políticas que faciliten la participación de los cubanos residentes en el exterior, en los procesos de desarrollo social y económico del país. La emigración, sobre todo la externa, obedece a que los cubanos han perdido su fe en los dirigentes y el modelo. Esto no se tiene que investigar. A nivel interno, los movimientos de población provocan tensiones en las estructuras del modelo económico y no contribuyen a efectos positivos (como mejorar la contratación laboral) en la economía y sociedad.
De modo que, en ausencia de ideas claras y soluciones a los problemas, como es esta nueva apuesta por territorializar las políticas demográficas, Marrero se dedica a reestructurar comisiones y crear subcomisiones, en número de siete, para analizar migraciones internas y externas, fecundidad y mortalidad, envejecimiento, recursos laborales, vivienda y asentamientos humanos, sistemas de cuidados, y respuesta productiva tecnológica al envejecimiento.
Al parecer, la comisión gubernamental ha identificado 55 medidas y 74 temas y acciones para su implementación y seguimiento, y han sido identificados 11 temas para presentar en el comité ejecutivo del consejo de ministros en 2023. También hace filosofía, cuando señala que “las actuales condiciones requieren de un cambio de mentalidad en la comprensión, atención y control de la situación demográfica del país”. Los problemas seguirán encima de la mesa. Seguro.
También se presentó un “sistema nacional para el cuidado integral de la vida”, que comprende, entre otras, “introducción de tecnologías para atender el envejecimiento; el desarrollo de nuevos medicamentos de producción nacional; el perfeccionamiento del sistema de atención a la familia; y la implementación de alternativas para el acceso a la vivienda, dirigido principalmente a las madres con tres o más hijos, y a los jóvenes que lo demandan en su proyecto de vida”. Medidas con las que el régimen cree posible cambiar el curso de la dinámica poblacional desfavorable que vive el país.
Saben que no lo van a conseguir, y por ello, centran el foco en el trabajo burocrático, visitando los grupos y observatorios demográficos que se han creado en todas las provincias y municipios, lo que representa un enfoque de más gasto, duplicidades de recursos y pésima gestión, en este cambio del enfoque de la política población, del estado al territorio.
Marrero dijo que, en estos momentos, constituyen aspectos para ser atendidos de manera priorizada en los territorios, los relacionados con:
- La respuesta a las necesidades de los adultos mayores, de manera
integral.
- La atención a la maternidad segura, la fecundidad adolescente y
la pareja infértil.
- Garantizar la respuesta a las necesidades relacionadas con la
vivienda para las madres, padres o tutores legales de niños hasta 17 años,
y los jóvenes.
- El seguimiento sistemático y propuestas para atender la movilidad
y migración interna y externa de la población, fundamentalmente de los
jóvenes.
- El análisis permanente de la situación de la disponibilidad de fuerza de trabajo en correspondencia con la estrategia de desarrollo del territorio
Sobre la atención a la creciente población mayor de 60 años, se pidieron más espacios de recreación para esas personas, que revitalicen su autoestima.
Y en el tema de la migración externa, calificado como un fenómeno histórico (habrá que ver qué historia se ha consultado) que en el caso de Cuba se politiza y manipula para denigrar el sistema socialista, se deben evitar medidas intervencionistas.
En concreto, desde la Federación de Mujeres Cubanas, se dijo que el programa de la dinámica demográfica es directamente proporcional al Programa de Adelanto de las Mujeres, y por solo citar un ejemplo de ello: el mayor por ciento de la población envejecida son mujeres, sin embargo, quienes las cuidan también son mujeres. Se cuenta con un personal calificado –que pudiera estar aportando al desarrollo del país– como ama de casa y cuidadora, por no encontrar una solución para cuidar a la persona a su cargo.
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