Ministro Gil: "No se alcanzan los niveles proyectados en la economía"... pero no pasa nada
Elías Amor Bravo economista
En cualquier país democrático, habrían ceses fulminantes o dimisiones por la puerta trasera. No es presentable acudir a un parlamento a exponer datos tan negativos como los ofrecidos por el ministro Gil sobre la economía cubana y marcharse tan tranquilo a seguir esperando. Alguien debe asumir responsabilidades.
En fin, después de tantos días de propaganda comunista partidista y de resistencia creativa, llegaron los datos. El ministro Gil abrumó a los diputados de la Asamblea con centenares de indicadores que reflejan el estado crítico de la economía cubana. Algo que ya era conocido, pero sin ese reconocimiento oficial basado en la información estadística disponible.
De modo que, sin más preludios, el ministro entró directamente en el asunto y dijo que la economía cubana, con las cifras preliminares del cierre del plan de 2022 tuvo “un año duro y difícil”. Ni un indicio de responsabilidad personal en ello.
Conviene recordar que, a finales de 2021, el año de la tarea ordenamiento, los mensajes de Gil eran muy diferentes, y planificaba para 2022 un año de crecimiento y mejoría económica, con una tasa de crecimiento del PIB del 4%, y otros indicadores igualmente expansivos, pese a que 2021 había sido otro año malo y no había ningún motivo para esperar otra cosa distinta el año siguiente.
El ministro lo reconoció, al decir de forma expresa, “no alcanzamos los niveles proyectados (4%), pero tampoco retrocedemos. Las medidas no logran todos los resultados, pero vamos avanzando en soluciones, en tanto ya estamos en una mejor situación en el control de la covid-19”. Ni si ni no, pero todo al revés. Un galimatías para escapar como el calamar, echando tinta. Pero, con todo, el mensaje del ministro tiene puntos débiles.
Parece que volvemos a lo mismo de antes otra vez. Ahora, se estima un crecimiento del PIB del 2% en 2022 (la mitad de lo planificado) y lo que es peor y más dañino para la economía comunista cubana, “sin alcanzar los valores pre pandemia, sobre todo en las actividades primarias y secundarias, entre ellas la agricultura, pesca, manufactura, comercio y turismo”. Entonces, ¿Qué ha estado haciendo el ministro en estos tres años?
El propio Gil lo reconoció al decir que “si comparamos los resultados de este año con los de 2019, se evidencia una brecha en el entorno del 8%, y recordó que en 2020 el PIB sufrió una caída de casi 11% y al año siguiente logró una ligera recuperación del 1,3%”.
De modo que Gil reconoce que la economía cubana sigue siendo de las pocas que aún no han recuperado los niveles anteriores a 2019 y los cubanos en 2022 son más pobres que hace tres años y además, no ha cumplido lo proyectado en el plan. Ni lo uno ni lo otro es buena cosa.
¿Por qué la economía cubana no consigue remontar cifras de crecimiento, ni volver a niveles anteriores a 2019 ni tampoco cumplir el plan? El ministro argumentó que ello se debe a la imposibilidad de alcanzar los ingresos previstos por exportaciones, “lo cual tiene una relación en cadena con el desenvolvimiento de sectores como la agricultura”. Este argumento tiene problemas.
Cualquier observación atenta de las series estadísticas de la economía cubana confirma que las exportaciones de bienes y servicios nunca han servido para equilibrar la balanza comercial. A la espera de los datos oficiales, el ministro señaló que en la exportación de bienes se han recuperado los niveles de actividad pre pandemia, en níquel, tabaco, ron, miel y productos del mar, que suponen 816 millones de dólares más de ingresos. Totalmente insuficiente para equilibrar las importaciones (sobre todo agropecuarias que son más de 2.000 millones de dólares).
Es por ello, que la economía cubana remonta sus ingresos de exportación con los procedentes de la balanza de servicios, correspondientes al turismo.
Y aquí es donde se producen los quebrantos, porque en el plan de 2022 se estimaba la cifra de 2,5 millones de turistas, que luego se vio inalcanzable, rebajándose a 1,7 millones (un descenso del 32%) que tampoco se va a lograr. Ese mal resultado del turismo, que no afecta a otros destinos de la zona, como República Dominicana, Cancún o Costa Rica, reduce la disponibilidad de divisas. El ministro sabe que la situación va a ser cada vez más difícil porque la evolución de los mercados internacionales no va a ser tan favorable por causa de la guerra de Ucrania. El problema de apostar todo al turismo. Seguir construyendo hoteles cuando no llegan turistas es una opción de política económica comunista que no da réditos. Así les va.
El resto de los ingresos de servicios como telecomunicaciones o médicos no tuvieron un año favorable, si bien en el caso de los primeros, hubo una mayor venta en pesos cubanos de las recargas internacionales, en tanto disminuyeron las compras de las ofertas en divisas, lo que supuso 300 millones de dólares menos en ingresos. Esto lo atribuyó el ministro a la existencia en el mercado informal de un tipo de cambio superior al oficial, que hace más rentable adquirir los paquetes en pesos cubanos. En todo caso, los resultados del comercio de servicios están lejos de los resultados de 2019, que siguen sin recuperarse. La disparidad de los tipos de cambio es asunto de la responsabilidad del ministro.
Tras esta referencia al sector exterior, que limita el crecimiento de la economía, el ministro Gil analizó la lenta recuperación de la producción nacional y señaló al respecto que “aunque algunas producciones se recuperan, están aún muy por debajo de la demanda, en lo que influyen los altos precios de las materias primas en el mercado externo”. El ministro justifica su incapacidad para conseguir que la oferta nacional sustituya la demanda interna y se logren los encadenamientos que tanto insisten.
Un objetivo que la economía comunista de planificación central no es capaz de lograr. El ministro ignora que en cualquier economía hay unos motores internos que si se activan, pueden generar crecimiento y prosperidad (vivienda, industria, transportes, comercio, agropecuario). Nada de eso parece interesar.
Fue entonces que pasó a delinear las medidas aprobadas para hacer frente a la crisis económica del país, en ámbitos como la producción de alimentos, la banca de fomento agrícola, la comercialización directa de las formas productivas y el desarrollo de inversiones. Medidas insuficientes y mal diseñadas, que no han tenido los resultados buscados porque son ajenas a las necesidades de los productores, más interesados en acceder a los derechos de propiedad de la tierra y a una mayor libertad para fijar precios y asumir costes.
Tan solo un indicador de la economía interna se ajustó al plan. Se trata de la circulación mercantil minorista, que cerró 2022 en el entorno de los 250.000 millones de pesos, una cifra similar a lo proyectado en el plan. Pero cuidado con el dato. Esta cifra tiene que ser descompuesta en el componente real y el nominal o de precios.
La cuestión es importante porque el ministró asumió el dato de inflación, el precio de la cesta de bienes y servicios creció casi un 40% hasta octubre, y no llegó a ofrecer el dato correspondiente al final de año. Reconoció que la inflación “es uno de los problemas con que choca a diario el pueblo” y que ese nivel de inflación tan elevado es uno de “los elementos más complicados de enfrentar porque afecta la capacidad de compra de los salarios”.
Pero el ministro se quedó corto en el análisis de las consecuencias negativas de la inflación tan alta, porque si bien reduce la capacidad de compra del salario y las pensiones, hay muchos más elementos que se ven afectados por ese fenómeno, como la recaudación de tributos, el nivel de ahorro, las inversiones o el valor real de la circulación minorista.
En el caso de esta última, la cifra de 250 mil millones de pesos que el régimen sitúa en los niveles de 2021 ha debido estar afectada por el aumento de la inflación, en un 40% hasta octubre, en tanto que la circulación real de bienes, si se acepta que la variación nominal con relación al año anterior fue un 0% (la cifra se mantuvo estable, como reconoció el ministro) entonces habrá descendido en un 40% similar, lo que es muy negativo, porque indica realmente una corriente de bienes y servicios que los cubanos no han podido comprar y que reducen su nivel de gasto /demanda. El dato es elocuente y viene a confirmar el daño tan grave que provoca la inflación en la economía cubana.
Pero si grave es el daño, peores son las soluciones que se proponen como la relativa a aumentar el poder adquisitivo de salarios y pensiones con aumentos nominales equivalentes a la inflación. Lleva razón el ministro cuando reconoce que así no se resuelve el problema, ya que esto solo provocaría una subida de precios si no existe más oferta. E incluso aunque haya más oferta. Y lanzó la pelota fuera del campo. Habría que pensar cuál podría ser la situación en un país en que el gobierno dice a la clase trabajadora que con una inflación del 40% no va a tocar las rentas. Conviene tener en cuenta este rasgo de la economía comunista cubana.
Al margen de estas consideraciones, el problema de la inflación para el ministro es resultado combinado de una serie de causas, que van “de la falta de disponibilidad de divisas, la disminución de los planes de producción, el déficit de oferta e indisciplinas asociadas al desvío de recursos, la especulación, la reventa y el enriquecimiento ilícito. Además, hay una inflación importada, por los precios en el mercado mundial”.
Ciertamente lleva razón Gil en este punto, pero esas causas realmente obedecen a estructuras y comportamientos que no tienen lugar en otras economías regidas por el mercado y los derechos de propiedad privada, de modo que algo habrá que hacer al respecto, y no adoptar posturas ideológicas reaccionarias. El colero o el intermediario indisciplinado son figuras que solo existen en Cuba, por las características del modelo económico comunista. Que reflexionen.
No es ese el criterio del ministro, que entiende que en materia de precios, “se ha trabajado en el proceso de descentralización de facultades para la aprobación de precios, en tanto persisten violaciones en los sectores estatal y no estatal”. Y aquí es donde se plantea el discurso ideológico que tanto daño causa a la economía cubana, “esto no es una economía de mercado, aunque existen espacios donde funciona. Esto es una economía inclusiva. Aquí hay que tener regulaciones de utilidad sobre los costos”.
Realmente cuesta entender esa diferencia entre economía de mercado e inclusiva a la que se refiere este dirigente comunista cuando él precisamente ha sido el autor de las tiendas en MLC que solo ofertan sus productos y servicios a un 30% de la circulación minorista total de la economía, los cubanos con acceso a la MLC y los que no. Debería reflexionar más sus mensajes y análisis.
¿Quién ha dicho que en Cuba no se practica política monetaria? Lo que pasa es que solo afecta al tipo de cambio, en tanto que se olvida los tipos de interés y el control de la cantidad de dinero. Por eso fracasa y la economía sigue descontrolada. De tapadillo, el ministro explicó las medidas adoptadas por el régimen en el ámbito monetario, aunque reconoció que es pronto para evaluar resultados.
En concreto, señaló que en los últimos cuatro meses se han comprado más de 15 millones de dólares, una cifra ridícula, pero que representa “10 veces más que lo adquirido anteriormente, y todavía hay brechas”. Claro, antes no se practicaban estas compras. De acuerdo con los datos ofrecidos, las divisas adquiridas en el mercado cambiario han estado dirigidas a la venta en efectivo a la población en Cadeca (alrededor de 9.000.000) y unos 6.000.000 a la venta de dinero bancarizado a actores económicos para ofertas en pesos cubanos.
A partir de este diagnóstico de la economía, el resto de la intervención de Gil fue una exposición continua de datos que se señalan a continuación.
En materia de inversiones extranjeras en el comercio minorista y mayorista, se limitó a decir que existen más de 60 intereses, algunos en fase avanzada de concreción, pero nada más.
Con respecto al suministro eléctrico, indicó que este año se han generado 2.420 GWh menos de lo planificado (alrededor del 12% menos), afectando el comportamiento de la economía, con la consecuencia de ralentizar y paralizar actividades productivas con el objetivo de minimizar las afectaciones en el servicio a la población. En cuanto al consumo de combustible, de las 909.000 toneladas de diésel planificadas, se cerrará el año con un consumo de más de 600.000 toneladas (un 30% de reducción).
Gil explicó que la estrategia implementada para incrementar la capacidad de generación “va teniendo efecto, a lo que se añade este mes la disminución de la demanda por la variación de las temperaturas” y concluyó que todavía no dan los resultados esperados las medidas para estimular la compra de equipos con base en fuentes renovables de energía por la población, si bien, con la flexibilización de las regulaciones para la importación por personas naturales, señaló que se han importado más de 30.000 plantas eléctricas.
En cuanto a la atención a personas en situación de vulnerabilidad explicó que se ha trabajado en la transformación de más de 1.000 comunidades; se ha identificado a más de 40.000 jóvenes desvinculados del empleo y el estudio, de los que más de 10.000 se han reinsertado con el apoyo de los trabajadores sociales, y se ha dado atención social a 3.798 madres de hijos con discapacidad severa. Datos en todo caso, minoritarios pero que suponen una continua tensión del presupuesto de gastos.
Además, indicó que se ha implementado un procedimiento para la asignación selectiva de donativos a personas en situación de vulnerabilidad. Por otra parte, justificó la necesidad de pasar de una atención asistencialista a una verdadera atención social, y al correcto funcionamiento de un mecanismo que garantice subsidiar personas y no productos.
Por lo que respecta a la situación del sistema empresarial socialista, 514 entidades (26%) aplican las facultades que flexibilizan la aprobación de la organización salarial, afectando a medio millón de trabajadores. El dato negativo es que todavía 480 empresas deben concluir este año con pérdidas, si bien ello no quiere decir que todas sean ineficientes, como dijo el ministro, "porque algunas se encuentran afectadas por los topes de precios para no afectar a la población, pese a la subida de los costos de las importaciones". La tarea ordenamiento ha sido una auténtica desgracia para el tan defendido sistema empresarial socialista. En este punto, el ministro afirmó, utilizando una frase de Raúl Castro, “que no se logra un estremecimiento del sector empresarial estatal”.
En cuanto a los nuevos actores económicos, Gil dijo que se han constituido 5.895 mipymes (72 estatales) y 59 CNA, con más de 100.000 empleos estimados. Nada que ver con aquellas 67.000 que existían en Cuba antes de 1968 cuando la ofensiva revolucionaria acabó con el capital privado del país y las mipymes de entonces. El empleo que estas entidades representan es menos del 2% del total de la economía. El balance es descorazonador.
Tras la presentación realizada por el ministro, que no entró en detalle en otras cuestiones, una serie de diputados tomaron la palabra. Algunas de las intervenciones más destacadas recogidas en la prensa estatal fueron las siguientes.
El presidente de la Comisión de Asuntos Económicos, Félix Martínez Suárez, habló de la relevancia de la captación de divisas para el incremento de la ofertas de bienes que se reviertan en beneficio de la población y por ello, propuso que el Ministerio de Economía y Planificación informe a la ANPP en julio de 2023 sobre cómo marcha el plan de la economía presentado.
Reinier Fernández García, diputado por Bejucal, Mayabeque, insistió en el papel que corresponde a las asambleas municipales del Poder Popular en la gestión y el control del presupuesto y a tal respecto dijo que “el rescate y la búsqueda de los ingresos locales es vital, así como seguir potenciando la incorporación de nuevos actores económicos y definir nuevos impuestos locales. Otro elemento imprescindible es la comunicación para explicar los elementos que afectan la economía de la población”.
Regina Balaguer, diputada por Camagüey, alertó que hay que ser cuidadosos con las importaciones que se realizan y señaló al respecto que “la enseñanza artística es gratis, pero los materiales que se utilizan se importan a altos precios, mayormente desde China. Hoy tenemos zapatillas de puntas que no podemos usar, porque son números muy grandes o pequeños. Es un dinero que se gastó innecesariamente y que no se va a recuperar”.
Al escuchar esta intervención, parece que Díaz Canel se despertó del letargo de tanto dato económico y dijo con tono agitado, “eso es una chapucería”, y exigió dar respuesta a este hecho, a lo que el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, al quite, dijo “que esas zapatillas fueron donadas, porque el país no tiene el dinero para su importación”.
Las palabras de la diputada Balaguer también hicieron intervenir al presidente del parlamento que consideró que “el planteamiento de Balaguer es una alerta para otros problemas que están ocurriendo en las importaciones. Los pocos recursos que tenemos deben destinarse a solucionar los principales problemas de la población”.
Tras este cruce de mensajes que nunca se trasladan a medidas concretas para resolver los problemas, el inefable Yusuam Palacios, diputado por La Habana, cambió de tercio para decir que “la situación económica del país y las perspectivas y proyecciones para el próximo año son de interés para nuestro pueblo y deben acompañarse de los criterios de la población”, y añadió para concluir, “hay una inflación desmedida que tiene que ver también con la corrupción y el delito. No podemos criar holgazanes o pretender que el Estado cubano resuelva todos los problemas”. Aplíquese el cuento.
Eduardo Torres Cuevas destacó la importancia de velar por la calidad de los trabajos que se hacen y señaló al respecto que “hay que sacar cuentas de los costos que trae consigo que no se hagan bien las cosas”.
Ulises Guilarte de Nacimiento, diputado por La Habana y secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba, reconoció que el 2022 ha sido un año duro para el pueblo cubano y señaló que “actualmente, más de un millón de trabajadores no superan los 5.000 pesos de salario medio ante la inflación que hay en el país. Los jubilados no logran satisfacer sus necesidades básicas, incluida la adquisición de productos de primera necesidad como los destinados a la alimentación”.
El dirigente sindical dijo que ha habido afectaciones en el aseguramiento de la canasta básica a la población y eso se ha reflejado en el nivel de vida y añadió que “persisten insuficiencias en el sistema empresarial y en la aplicación de medidas asociadas a los nuevos actores de la economía. Hay que pensar cómo captamos divisas, además de crecer y diversificar las importaciones a partir de la capacidad del sistema empresarial”.
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