¿Y si se descargan las pilas?
Elías Amor Bravo economista
Granma se pregunta en un artículo ¿Por qué está limitada la producción nacional de baterías para equipos automotores? Y señala al respecto, que la única empresa nacional que fabrica estas baterías, la Empresa de Acumuladores XX Aniversario del Triunfo de la Revolución, que lleva más de 40 años dedicada a esta tarea, no logra un buen resultado productivo.
La planta, que hace una década demostró sus potencialidades, cuando colocó en el sector empresarial 160.100 baterías, más de la mitad de las 300.000 que demanda Cuba al año, no solo sufrió la caída de sus rendimientos durante 2021, sino que tampoco ha podido arrancar a un buen ritmo en 2022.
La situación es grave, ya que la escasa cifra de 60.000 baterías planificadas solo se ha podido cumplir fundamentalmente en el sector azucarero, con poco más de 33.200 unidades, lo que significa la producción más baja de la historia.
Granma dice que este desastre viene provocado por falta de materias primas importadas, como el plomo. ¿Es esta una justificación plausible? ¿Hay algo más? ¿Qué ha podido ocurrir para que se deterioren de este modo las cosas?
Al parecer esta fábrica de acumuladores ha tenido que sortear no pocas dificultades después de posponerse las inversiones previstas desde 2019.
Ahora en este año 2020, el aumento de precios de los fletes y las restricciones en las cadenas logísticas de transporte marítimo internacional han bloqueado como nunca antes las posibilidades de crecimiento de una planta que importa alrededor del 65% de los componentes para la fabricación de sus baterías.
Ante esta compleja realidad, ha sido preciso comenzar a cambiar estrategias y buscar alianzas que permitan no renunciar a la fabricación de una pieza clave en el arranque automotor de varios sectores productivos del país.
Al no poder garantizarse la disponibilidad del plomo para la fabricación, la empresa ha comenzado a perfilar nuevas estrategias con proveedores extranjeros para lograr consignaciones de materias primas y pagos aplazados que le permitan la obtención de baterías semielaboradas skd. De concretarse este acuerdo, la empresa incorporaría esa producción de forma paralela a su actividad industrial, la cual tiene prevista la fabricación de unas 6.000 baterías cada mes en lo que queda de 2022.
También, desde 2020 la fábrica ha incorporado a su gestión algunas adecuaciones a surtidos pequeños de baterías para autos ligeros, y la reparación de otras unidades, aunque estas variantes no solucionan la situación financiera de la entidad, urgida, además, de diversificar producciones a fin de garantizar la estabilidad de su fuerza laboral.
Se sigue buscando alternativas que generen ingresos a sus trabajadores, pues existen puestos clave que requieren una adecuada cualificación que no se logra de un día para otro, como es el caso de los operarios de los equipos de rejilla, los de la fabricación de óxidos o los panelistas de la formación eléctrica.
Sin embargo, a pesar de las dificultades del momento para la importación del plomo, es evidente que los problemas de la empresa son más complejos. Y aquí vienen los numerosos contratiempos que ha tenido que afrontar desde 2019, como consecuencia del retraso de unas inversiones previstas que tenían como objetivo evitar lo que ahora lastra el potencial productivo de la empresa.
Situaciones como ésta aparecen en numerosas ramas de la industria cubana, y todas ellas tienen su explicación por el bajo porcentaje que alcanza la formación bruta de capital en el PIB; que rara vez supera el 10% cuando la media de países de América Latina se sitúa por encima del 20%.
Ese déficit de inversiones productivas en la economía cubana explica por qué las empresas se ven golpeadas ante cambios inesperados de la coyuntura, como el actual, y muchas se encuentran en graves situaciones de insolvencia que las amenazan con desaparecer. Descuidar las inversiones de las empresas, como hace el régimen comunista cubano para dedicar el gasto a operaciones corrientes destinadas a sostener el modelo socialista y marxista de la economía, tiene un coste elevado, y ahora se está viendo.
Pero no importa. Los comunistas cubanos tienen un chivo expiatorio para todos los problemas que crean, y ese no es otro que el embargo o bloqueo, y situarlo en el contexto de la pandemia, mejor aún.
La cuestión de fondo es que la empresa no ha conseguido concretar desde 2019 la participación de capital mixto para impulsar la producción, ni tampoco se ha avanzado la creación de una planta de tratamiento para las aguas residuales, e incluso obtener el equipamiento de laboratorio para analizar las materias primas adquiridas, y realizar las pruebas de plomo en sangre. Todo esto sigue en el sueño eterno, lo mismo que la posibilidad de disponer de dos máquinas de rejillas nuevas y una nave de carga que cerraría el ciclo fabril, representando ese esquema una prueba de calidad determinante para el 100 % de los acumuladores terminados. Dicho en otro modo: el problema no es del gestor, el problema es del dueño que no tiene interés en la empresa.
Para reducir el impacto de estas carencias, se ha decidido ejecutar actuaciones para incrementar paulatinamente la productividad y generar una liquidez con la que puedan reinvertir en función del proceso industrial. Pero llegan tarde. Al mismo tiempo se han mejorado determinados sectores, como es el de formación eléctrica, donde se cargan los acumuladores, un asunto que, al parecer es fundamental para la empresa, sobre todo por la cuestión de la calidad del producto fabricado a costes competitivos. Y otra vez, aparece el daño provocado por la falta de inversiones.
De modo que la empresa afronta su etapa más compleja en materia de producción, y por ello valora la posibilidad de entrar en el ensamblaje de otros modelos de baterías como las que emplean las motorinas eléctricas, cuya demanda en el país tiene cifras importantes y emplean una tecnología distinta a la que está instalada en la fábrica. La iniciativa sigue en fase de proyecto esperando la puesta en marcha de una asociación con capital foráneo que proporcione los componentes necesarios para poder realizar aquí el ensamblaje. Burocracia, el otro enemigo del desarrollo económico en Cuba.
El debate está abierto. Empresas estatales que se encuentran frenadas por el abandono de sus dueños (el régimen, el partido, el pueblo qué más da) que no asumen la necesidad de dotarlas de inversiones que actualicen sus procesos, y permitan potenciar la innovación, y que en cuanto cambian las condiciones del entorno, se ven abocadas al fracaso. Si fueran privadas otro gallo cantaría. Más de seis décadas de la misma historia. ¿Hasta cuándo?
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