Pero, ¿de qué industria 4.0 si la 1.0 sigue completamente hundida?

Elías Amor Bravo economista

Cuesta imaginar hasta dónde puede llegar la propaganda del régimen comunista cubano a la hora de intentar convencer a un pueblo, hastiado de la desinformación a la que se ve bombardeado día si y al otro también. La lectura de un artículo en Granma titulado “La Industria 4.0 en Cuba: Un camino necesario y constante” es un buen ejemplo de ello.

En cierto modo, todos los países del mundo se encuentran inmersos en un proceso disruptivo tecnológico denominado cuarta revolución industrial que está cambiando la forma de producir, consumir, ahorrar, de vivir, a una escala sin precedentes en la historia de la humanidad y quien no suba a ese tren que circula, a gran velocidad, se puede quedar atrás para siempre.

Este empeño del régimen comunista y de su consejo nacional de innovación, es acertado, Pero, la pregunta que surge de forma inmediata es ¿Cómo se puede pensar en una industria 4.0 cuando todavía no se ha superado la industria 1.0? El uso de las nuevas tecnologías disruptivas por la economía cubana se encuentra a años luz de lo que sucede en otros países del mundo, incluso de nivel de desarrollo inferior. Así que antes de ponerse a vender motos que no circulan, hay que revisar algunos datos, todos ellos oficiales y disponibles en la ONEI.

Primer dato. La industria cubana se encuentra postrada desde 1989 y medida por el índice de producción industrial, el sector ha descendido un 46% prácticamente un 50%.La desindustrialización ha sido especialmente intensa porque las autoridades han sido incapaces de encontrar un camino solvente para el sector. Pero es que la rama tecnológica, incluida en las actividades de maquinaria, equipos ha disminuido un espectacular 96% de modo que aquí la destrucción de la base industrial ha sido muy superior. Cierto es que la relación de productos y actividades incluidas en la estadística oficial es bastante obsoleta, pero es la que conforma la industria cubana en la actualidad. Por lo tanto, ¿Dónde está la industria 4.0 y lo que es más importante, cuáles son sus bases?

Segundo dato. Los trabajadores ocupados en el sector de ciencia e innovación tecnológica, apenas alcanzan un total de 30.000 efectivos en 2020, esta actividad ocupa el puesto 14º de un total de 18 ramas de actividad. El empleo en ciencia e innovación tecnológica apenas representa el 0,6% del total de la economía, y además, todo es dependiente del estado, con una nula participación del sector privado. Eso sí los trabajadores de este sector, con un salario medio mensual de 1.403 pesos,  no solo cobran un 30% más que la media, sino que se encaraman a la cuarta posición entre los mejor pagados de la economía.

Tercero, insuficiencia inversora . En 2020, este sector de ciencia e innovación tecnológica invirtió solo 20 millones de pesos, el 0,2% del total, menos aún de lo que supone el empleo, y por supuesto, nada que ver con la inversión inmobiliaria y hotelera, que vino a representar el 50% del total de inversiones, de 9.000 millones de pesos.

Cuarto, el poco interés del estado en la ciencia e innovación tecnológica. En efecto, con datos de liquidación del presupuesto de 2020, este sector recibió solo 123,3 millones de pesos, el 0,016% del presupuesto ( y seguimos descendiendo el porcentaje sobre el total) una cifra que se encuentra muy lejos de otras partidas, como Educación y Salud por encima de los 12.000 millones de pesos.

¿Para qué seguir? Estos datos no los debe conocer Díaz Canel. De industria 4.0 y de digitalización de la economía y modernización industrial, nada de nada. Insisto, pura propaganda por parte de quienes dirigen una economía sin saber ni entender que el estado no debe ser el que asuma esa función, y que probablemente le iría mucho mejor a los cubanos con otro modelo económico.

Dicho de otro modo, las decisiones para impulsar la innovación en el funcionamiento de la economía y del conjunto de sectores de la misma, pueden actuar mejor si se dirigen por la iniciativa privada y no forman parte del arsenal de instrumentos con los que el estado comunista interviene en la economía y la vida de los cubanos.

Mucho tiene que recorrer la industria estatal cubana para superar las cifras antes citadas,  avanzar con paso firme hacia la industria 4.0, corrigiendo las deficiencias del modelo y propiciando la creación de empresas privadas de alta tecnología, así como de pymes tecnológicas, fomentando las relaciones entre el sector empresarial y el académico, y sus encadenamientos productivos. Ese sector de ciencia e innovación tecnológica que, como se ha visto, no levanta cabeza en las estadísticas oficiales.

¿Qué hacer entonces? Por ejemplo, olvidarse de instituciones de intervención estatal y promover el liderazgo del sector privado tecnológico, lo que puede implicar dar el cerrojo al Consejo Nacional de Innovación y apostar por otro mecanismo en el que el estado regula, promueve e incentiva, y es la iniciativa privada la que toma el pulso. Un mecanismo eficiente de cooperación público y privada para promover la industria 4.0 es mucho más necesario que el modelo actual.

Desde el estado no se puede dirigir una economía y mucho menos encontrar un camino para progresar en el complejo entramado que crea la cuarta revolución industrial. ¿Qué sentido tiene desdeñar modelos determinados de desarrollo si no se tiene la capacidad para influir en la motivación de los actores económicos? ¿Cómo puede el estado saber qué nudos pueden estar frenando o impulsando la dinámica de creación de empresas de base tecnológica? Pero, ¿Cómo se puede asignar al estado dicho papel?

Si se quiere que Cuba encuentre su camino en la cuarta revolución industrial hay que dejar que sean las empresas las que desbrocen el camino. Sin embargo, las experiencias recogidas en el artículo de Granma relativas al Grupo de la Electrónica (GELECT), de las mypimes estatales de base tecnológica expuesta por la viceministra de economía, o los pasos que se están dando a nivel tentativo en la economía circular, no sirven porque tratan de definir caminos dirigidos desde el poder estatal para encauzar un proceso que no responde a consignas políticas o ideológicas, sino que va mucho más allá de la obediencia debida a la que están acostumbrados los comunistas cubanos.

Como conclusión, tiene poco sentido hablar de industria 4.0 cuando no se ha resuelto el problema de la industria 1.0. El régimen ha perdido completamente al sector industrial cubano y no sabe como reflotarlo.


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