A Bruno Rodríguez no le gusta la suavización del contencioso

Elías Amor Bravo economista

El canciller comunista cubano ha esperado a la entrada en vigor de los cambios regulatorios aprobados por Biden a mediados del mes pasado, para dar su opinión al respecto. Lo ha dicho muy claro, para que nadie tenga dudas, y tal como se indica en un artículo en Granma, “autorizar viajes grupales y remesas es otro paso limitado que no reduce la vigencia del bloqueo”, y añade, “los cambios regulatorios que entran en vigor hoy mantienen la vigencia absoluta del bloqueo económico y de los aspectos más agresivos de las medidas de Donald Trump”.

¿Qué les parece? Pero vamos a ver, ¿es que alguien esperaba otra cosa? ¿Acaso Biden creía que lo iban a aplaudir por soltar la mano en un juego peligroso con rivales peligrosos?

Son 63 años de acuñar y practicar una política de confrontación y beligerancia que ha dado una rentabilidad alta y segura. La experiencia acumulada es incalculable. Los comunistas cubanos se han vuelto a salir con la suya. Tienen al pueblo cubano sometido a un régimen represor que elimina el ejercicio de las libertades públicas y el respeto a los derechos humanos, pero la culpa es del embargo/bloqueo de Estados Unidos. La economía social comunista de planificación central que prohíbe el derecho de propiedad privada y el enriquecimiento personal es ineficiente, improductiva y frena cualquier posibilidad de desarrollo o mejora basado en el ejercicio de la libertad individual, pero no pasa nada, la culpa es del embargo/bloqueo.

Y así, sucesivamente. Cada año, el régimen comunista cubano consigue votaciones aplastantes en Naciones Unidas contra Estados Unidos y mantiene una red de cancillerías activas dedicadas a infiltrar su mensaje en cualquier país del mundo al coste que sea. Nadie puede no reconocer este éxito. El modelo político, económico y social que existe en Cuba es un fracaso, pero la beligerancia contra Estados Unidos ha sido, es y posiblemente, seguirá siendo, rentable.

Desde el pasado 16 de mayo, cuando el departamento de Estado anunció, por sorpresa, la suavización de algunas medidas del contencioso, en La Habana nadie dijo nada. Ahora, cuando entran en vigor, desde el ministerio de exteriores no han perdido ni un solo instante para descalificar, cuestionar y atacar con el peor lenguaje diplomático, “el carácter extremadamente limitado de este paso, la vigencia absoluta del bloqueo económico y de los aspectos más agresivos de las medidas de Donald Trump”. Cuando eso, realmente, es mentira.

Pero ya se sabe, Bruno Rodríguez el canciller, es un experto en el manejo de los tiempos, y sabe cómo golpear al vecino del norte donde más duele. No es extraño que en Estados Unidos se sorprendan justo ahora, en medio de la cumbre, por la salida de tono del ministro castrista, diciendo que “la información ofrecida por el Departamento del Tesoro, desde la cual se adelantó que hoy entran en vigor, con su publicación en el Registro Federal, los cambios regulatorios relacionados con los viajes y el envío de remesas a la Isla no va a resolver los problemas del embargo o bloqueo, que siguen siendo los mismos".

Para Rodríguez, “el regreso de la autorización de viajes educativos pueblo a pueblo, grupales, y aquellos para asistir a reuniones o conferencias profesionales”, no supone cambios con respecto a las medidas de Trump. De igual modo, “el acuerdo del departamento de Estado de eliminar algunas restricciones a los viajes para actividades educacionales, como el requisito de que el programa de estudios en Cuba deba durar al menos diez semanas, o la necesidad de obtener cartas de la institución educativa estadounidense” tampoco supone cambios con respecto a las medidas acordadas por Trump.

Del mismo modo, a Rodríguez le parece que “el fin del límite de mil dólares por trimestre a las remesas familiares, y la autorización de remesas de donación a nacionales cubanos, excepto hacia aquellas personas calificadas como miembros prohibidos del PCC o del Gobierno, y los familiares cercanos de estos” tampoco supone cambios con respecto al mandato de Trump.

De hecho, hasta el añadido de una licencia general para “autorizar a entidades bancario-financieras a desbloquear las remesas de donación o de más de mil dólares por trimestre, que se retuvieron cuando las prohibiciones estaban en vigor” tampoco representa un cambio en el contencioso para Rodríguez.

Lo único que ha permanecido inalterado han sido los viajes individuales de persona a persona y las visitas para actividades turísticas en el archipiélago. Tampoco se han realizado modificaciones a la prohibición de tramitar remesas con entidades de la Lista Restringida. Y existe una preocupación en La Habana respecto a cómo se van a tramitar los envíos de remesas a las familias cubanas. Respecto al aumento de los servicios consulares, el procesamiento de visas, la autorización de los vuelos regulares y chárter (cuya regulación ya concretaron), y el fomento de las relaciones comerciales fuera del sector estatal, parece que al canciller comunista no le interesa hablar, por cuanto todo ya está en marcha.

Las declaraciones de Rodríguez, a destiempo y frías, tan solo dejaron entrever un calificativo propio del lenguaje diplomático al señalar que “estas medidas, aunque positivas, poseen un alcance muy limitado en la dirección correcta”. Algo es algo. 

Lo cierto es que son muy positivas, pero en La Habana no lo van a reconocer. No les interesa. A ellos les sale más a cuenta denunciar, con tono agresivo, que si Estados Unidos “no modifica la política de bloqueo ni las principales medidas de cerco económico tomadas durante la anterior administración estadounidense, así como tampoco revierten la inclusión de Cuba en la lista del Departamento de Estado sobre países supuestamente patrocinadores del terrorismo” realmente todo seguirá igual. Pero eso es mentira, y lo saben.

Ni las gracias. Para este tipo de cosas, a veces, lo mejor es no mover ficha. Después de la trifulca organizada por La Habana con sus socios del socialismo del siglo XXI en América Latina para destruir la cumbre de los Ángeles, en el departamento de Estado deben andar pensando en más o menos lo mismo mientras se lamen las heridas causadas por el régimen cubano. Es lo que tiene jugar con estos elementos que siguen reclamando “un diálogo respetuoso y en pie de igualdad con el Gobierno de Estados Unidos”. Ojo. Quieren seguir jugando.

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