La gestión de empleo en el modelo comunista cubano: injusta, ineficiente y burocrática
Elías Amor Bravo economista
Una noticia publicada en la edición de Granma de hoy causa sorpresa, “Cuba dispondrá de un sistema de gestión de empleo”. Pero vamos a ver, ¿De qué están hablando? Pues ni más ni menos que el Ministerio de Trabajo y Seguridad Social está diseñando para su posterior aplicación un mecanismo para que medie entre las ofertas de empleo procedentes del sector productivo y la demanda de aquellas personas interesadas en trabajar.
Oferta y demanda, mercado laboral, se quieren controlar en la economía comunista cubana con un sistema de gestión de empleo estatal, burocrático, jerárquico y “localizado”. ¿Ustedes qué creen? Pues sí, yo pienso exactamente lo mismo. Este invento, copiado de otros países, por cierto, no va a ningún sitio, y el objetivo que le ha sido adjudicado, “la promoción y acceso a empleo de calidad en el país” se va a quedar en nada.
Desde el régimen, no obstante, se insiste en que, con la aparición de los nuevos actores económicos, surge una necesidad de tratar la “ubicación de la fuerza de trabajo en dependencia de las prioridades de cada localidad”. Falso, No hay ningún argumento que otorgue prioridad local alguna. Si una mipyme de diseño gráfico de Santiago de las Vegas quiere un profesional especializado de Santiago de Cuba, este sistema no le sirve.
Los comunistas quieren que nos olvidemos de un gran mercado laboral de 11 millones de cubanos, porque van directos hacia la fragmentación local del país, impuesta en sus congresos. Ya lo han hecho en otros ámbitos, el agropecuario, el presupuestario, etc, pero dividir el mercado laboral nacional de 4,7 millones de activos en Cuba es un gran error.
Otra vez el planteamiento localista entra en la ecuación del modelo tardo comunista cubano. Al parecer, este nuevo sistema será presentado el próximo mes de noviembre y tendrá como “referente la actuación de las direcciones municipales de Trabajo incluyendo en una oficina todas las demandas de todos los actores para después, responder en base a las necesidades, con una particularidad: articulados con el desarrollo territorial”.
Lo que va a acabar ocurriendo es que el ciudadano que resida
en las zonas con mayor dinamismo económico y, por tanto, oportunidades de empleo,
tendrá más posibilidades de insertarse en el mundo laboral que aquel que resida
en zonas menos prósperas. Los comunistas apuestan por crear injusticias
laborales de base municipal. Los cubanos que vivan en las zonas más pobres no podrán
desplazarse a otras más ricas para encontrar un empleo. Inaudito en un país de
115 mil kilómetros cuadrados y 11 millones de habitantes.
Por otra parte, no parece que la aparición de los nuevos
actores económicos justifique la adopción de un sistema de gestión de empleo
cubano, copiado del modelo de otros países. La experiencia de los organismos
públicos de gestión de empleo deja mucho que desear y acaban siendo
intrascendentes. La iniciativa privada, la consultoría de selección de
personal, los profesionales psicólogos, en este ámbito, se muestra mucho más
eficientes que la burocracia estatal a la hora de casar ofertas y demandas.
En los últimos tiempos, la utilización de dispositivos digitales
suple cualquier organización burocrática presencial encargada de la gestión del
empleo. Cabe señalar, por tanto, que esta apuesta del régimen comunista cubano
por oficinas locales para actuar en la interfaz entre empresas que buscan trabajadores
y aquellos que realmente quieren obtener un empleo, no solo es injusta, es que
llega tarde, es ineficiente y, desde luego, no parece necesaria.
Véase, si no, la situación del mercado laboral cubano.
Aunque los últimos datos publicados por la ONEI corresponden al ya lejano 2020,
y en este momento se ignora la situación a finales de 2021, la tasa de paro se
situó en Cuba en un 1,4%, un porcentaje realmente bajo que hace muy difícil
desarrollar esa gestión del empleo por la que el régimen pretende apostar.
Cierto que esta tasa se encuentra ampliamente cuestionada por los especialistas,
que en algunos casos se inclinan por valores mucho más elevados, pero
objetivamente este es el dato oficial que Cuba pasea por los organismos internacionales,
asombrados de ese control del mercado laboral por el régimen comunista.
El organismo burocrático para la gestión del empleo se plantea
determinar con un nuevo enfoque la demanda de fuerza de trabajo calificada, que
deja el esquema sectorial para orientarse a un enfoque territorial que
corresponderá a los gobiernos locales. ¿Y qué van a hacer con la demanda no
cualificada? Tal vez deberían resolver este tipo de cuestiones antes.
Se pretende, igualmente, que no todos los trabajadores de interés
para el empleo acaben siendo ubicados en el sector estatal de la economía, ya
que el envejecimiento de la población puede acabar actuando como una espada de
Damocles para el sector presupuestado, si resulta que es superior la cifra de
quienes culminan su vida laboral, con respecto a los que entran al mercado del
trabajo. Pero lo cierto es que, en 2020, según la ONEI, de 4,6 millones de
ocupados en la economía cubana, 3,1 millones lo hacían en puestos del sector
estatal, casi el 70% del empleo. Un peso abrumador que deja poco espacio para
los actores privados.
El director general de Empleo del Ministerio acabó diciendo a Granma que “el sistema no es solamente para conseguir una plaza vacante, sino que pretende realizar una tarea más personal, tomando en consideración las características de cada individuo y procurando que la generación del empleo se produzca en el sector productivo”. Gran error. Cuando una empresa lanza una oferta de empleo o cuando un trabajador quiere un puesto de trabajo, la rapidez es lo que más se valora en los procesos de gestión.
Los primeros porque así
evitan parar la actividad, los segundos porque consiguen un salario y una
ocupación deseados. Perder el tiempo suele ser improductivo y fuente de rechazo
al servicio. Ahora que los comunistas
cubanos quieren con este sistema de gestión de empleo “lograr que el sector no
estatal se vincule a su desarrollo territorial, y que las iniciativas no partan
solo de las personas, sino que el gobierno territorial convoque a las personas
a partir de las necesidades y del proyecto de desarrollo local”, las dudas sobre
la efectividad del dispositivo son incluso, mayores.
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