La clave no es trabajar mucho, sino hacerlo bien
Elías Amor Bravo economista
La prensa del régimen comunista cubano abre hoy, de forma unánime, con la reunión de Díaz Canel con los gobernadores. Granma titula “Aun en la peor de las situaciones, vamos a vencer”. Una reunión mensual en la que esta vez, Díaz Canel ha analizado la “difícil situación económica que atraviesa la nación por el recrudecimiento del bloqueo de Estados Unidos y la crisis mundial provocada por más de dos años de pandemia”. Ni una sola palabra de responsabilidad personal, que es mucha, en la situación actual. Ya se sabe, son así. La culpa es de otros.
Díaz Canel parece obsesionado con la "idea de vencer" lo que le viene encima, cuando de forma legítima esto no lo va a lograr hasta que se presente a unas elecciones democráticas, libres y plurales, con presencia de observadores internacionales, y venza. Ese será el único triunfo que se le podrá reconocer. El resto es verborrea ideológica de ahí que muchos gobernadores asistentes al acto en el palacio de la revolución se sorprendieran del tono dramático de la intervención del dirigente comunista cubano.
Y es que cuando Díaz Canel habla ante estas audiencias cualificadas, nunca se sabe si lo hace como dirigente del único partido autorizado, como responsable del régimen que encabeza o de las dos cosas al mismo tiempo. De ahí que, al referirse a la “inflación, al desabastecimiento, a problemas de producción y al trabajo que está costando que las navieras pongan en tiempo los recursos que han sido contratados y pagados” parecía que el asunto no iba con él, no era de su agenda de responsabilidad política, limitándose a decir que “esto está afectando al mundo entero luego de la pandemia” y poner el dedo en la llaga, reconociendo que en Cuba “se suma la situación electro energética y los efectos de las intensas lluvias de las últimas semanas, que fueron beneficiosas para determinados cultivos y para los embalses, pero han provocado daños en viviendas y viales”.
Dice el viejo refrán castellano que, “cuando el río suena, agua lleva”. Los comunistas cubanos, que disponen de mecanismos de escucha de la opinión pública del país, deben estar alarmados con los datos que recopilan todos los días. Saben que falta poco para que la olla de presión explote, y que, si el 11J no fue anticipado por esos analistas de opinión, los indicadores actuales no van bien, y en cualquier momento puede producirse un estallido social de grandes dimensiones. Algo que no se podrá controlar ni con la más feroz de las represiones.
De ahí la preocupación del régimen, y el llamado a firmes de Díaz Canel a los gobernadores para que en todas las provincias se haga frente a los problemas, “con profundidad, con una gran sensibilidad hacia las problemáticas de la población, con inteligencia, poniéndole pensamiento a cada cosa, y sin desánimo”. ¿Lo conseguirán?
El problema es que llega tarde con estas arengas de final de partido, en la que los que van perdiendo por goleada, no saben qué hacer. Incluso, aceptar la queja de Díaz Canel relativa a la “mala respuesta de un funcionario público o la incompetencia de una institución, ante un problema de la población, de una sola persona, o de una familia”, lanzando responsabilidades personales sobre otros que lo único que han hecho es obedecer.
Esta urgencia de Díaz Canel en este momento por atender cualquier insatisfacción de la población y “argumentar, donde se pueda, resolver” incluye una agenda voluntarista que para su ejecución exige contar con recursos, sobre todo financieros, que no se tienen, porque en los tres últimos años de recesión económica y caída del turismo, nadie ha pensado en activar los motores internos de la economía, sino dedicarse a ganar tiempo, a ver si cambiaba la dirección del viento. Pero esto no ha ocurrido, y ahora el barco está varado y no hay maniobra que lo ponga en funcionamiento.
Los déficits de energía eléctrica se reconocen como inevitables, por lo que seguirán los apagones y la paralización de la industria, con sus secuelas en la oferta de bienes y servicios. Y lo más grave es que todo ello irá a peor conforme la crisis mundial creada por la invasión del aliado de Cuba en Ucrania, tense más aún los mercados mundiales de suministro. Con Venezuela ya no se puede contar, por lo que los apagones seguirán son sus efectos sobre una población harta, que ya no aguanta más.
Curiosamente, la solución planteada es la misma de siempre, “convocar al pueblo y a los trabajadores para hacer y para encontrar soluciones; las mejores soluciones se encuentran en momentos de crisis, en momentos complejos, cuando hablamos con la gente, cuando los convocamos a que den ideas y cuando damos la posibilidad de que participen”. Largo párrafo que los cubanos de 2022 ya no se creen. Desde luego, no se sabe bien si estos comunistas cubanos son ilusos, o auténticos imprudentes temerarios. Ahora dicen que van a debatir. Tarde. Muy tarde. El momento de las palabras pasó, y ahora llega la urgencia de actuar.
Díaz Canel atacó con dureza a lo que llamó “el comportamiento apático en ningún dirigente”. Y como acto seguido mencionó “las cosas que hemos estado aprobando en los últimos tiempos para buscar mayores impulsos en la economía nacional” alguien pensó que el equipo económico del régimen, con Gil a la cabeza, podría tener sus días contados. Tal vez sea el precio a pagar por Díaz Canel para seguir al frente del régimen. Ya se verá.
Al embargo hubo acusaciones de todos los colores y, como viene siendo habitual en el discurso de Díaz Canel ni tan siquiera una valoración de la suavización del contencioso acordada por la administración Biden.
Al final Díaz Canel volvió sobre sus pasos, sin reconocer su cuota de responsabilidad en el caos nacional. Y dijo, “que todo el mundo tenga la certeza de que se está trabajando intensamente para superar todas estas adversidades. Esas afectaciones no son ocasionadas por negligencia, ni por despreocupación, ni porque exista la intención de molestar o de no atender cada problema”. Solo él se lo puede creer.
Entonces, ¿Por qué se produce la inflación, o los desabastecimientos en los mercados o los apagones? Claro que hay gente trabajando para resolver los problemas, pero si estos siguen ahí, molestando a todos los cubanos, es porque la dirección de esas personas, la jerarquía del modelo económico y social comunista cubano, ha fracasado.
La culpa no es de los trabajadores cubanos, la responsabilidad es del régimen incapaz de resolver estas situaciones complejas que se producen, y que van a ir a mayor complejidad. El ordeno y mando de la jerarquía comunista, la ficción de que los trabajadores son dueños de los medios de producción y que la riqueza privada no se debe admitir, han llevado a Cuba y a los cubanos a un desastre nacional sin precedentes.
Cuba necesita un giro de 180º, porque no funciona. Si los que desarrollan las distintas funciones sociales no consiguen sus objetivos, algo no va bien. El exceso de jerarquía, la burocracia, la injerencia comunista en cualquier aspecto de la vida de los cubanos, el control absoluto de la economía, las ineficacias de las empresas estatales, el despilfarro de recursos económicos, el enfrentamiento con el vecino del norte, y un largo etcétera vienen a confirmar que el modelo político diseñado por Fidel Castro ha entrado en crisis terminal y pide cambios.
Los pide Díaz Canel a su manera, a los gobernadores y a quien sea. La excusa de la guerra le puede ayudar a ganar tiempo, pero debe entender que el final está cerca. Y que hay que evitar escenarios cruentos que lleven a la pérdida de vidas humanas. Nadie quiere ese final para el régimen comunista cubano. Díaz Canel sabe que los resultados que está buscando no van a llegar ni “de golpe, ni tampoco lentos”. La clave no es trabajar mucho, sino hacerlo bien. Y ya toca.
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