El balance de la IX cumbre de las Américas: un éxito

Elías Amor Bravo economista

Una cierta sensación de fracaso ha sido la conclusión que muchos medios han trasladado sobre la reciente IX Cumbre de las Américas celebrada en Los Ángeles. Más bien cuando ha sido todo lo contrario. Los defensores de la tesis del fracaso se apoyan en que las ausencias de Cuba, Nicaragua y Venezuela han deslucido los esfuerzos del presidente de Estados Unidos, Biden por dar a la reunión un peso político e impulso nuevos a fin de mantener el espacio de cooperación regional que es la OEA. Nada de eso es cierto.

De hecho, en esta cumbre se ha alcanzado un importante acuerdo, la "Declaración de Los Ángeles sobre migración y protección", secundada por veinte países americanos, entre ellos Estados Unidos, México y varias naciones centroamericanas en la que se incluye, por primera vez, una serie de compromisos concretos para contener la crisis migratoria de la región. Que por otra parte, es uno de los principales problemas de América Latina.

La inasistencia de Cuba, Nicaragua y Venezuela, ciertamente cuestionada por algunos asistentes, es, sin embargo, un acierto político de esta Cumbre. En el caso concreto de Cuba, sus planteamientos ideológicos no han cambiado desde que en 1962 fue expulsada de la OEA. El mismo Díaz Canel se encargó la voluntad del régimen de La Habana de intervenir en apoyo a “la lucha de los pueblos contra el imperialismo”. Lenguaje como este, difícilmente tiene cabida en foros internacionales de paz. Díaz Canel ha cometido una de las torpezas más grandes de su mandato.

Cuba, Venezuela y Nicaragua, ausentes por el veto de Biden, tienen muy poco, casi nada que aportar a la OEA. Ni siquiera son capaces de sacar provecho de sus proyectos propios de unión regional que nacieron en época del petróleo caro, y que han ido muriendo lentamente por la falta de recursos e iniciativas concretas. Además, en una cumbre en la que se iban a centrar los debates en torno a la crisis migratoria, ¿Qué podrían decir tres países que, justamente, han visto como partes muy importantes de su población huyen de la implantación ideológica del comunismo? Poco o nada tienen que aportar, salvo pedir excusas al resto de los países por crear estos problemas migratorios en la región, pero Venezuela aún no se ha dirigido a su vecino Colombia para reconocer la huida masiva de sus nacionales hacia este país.

Por ello, Cuba, Venezuela y Nicaragua eligieron, por evidentes motivos de interés político, no participar en la cumbre en la que iban a quedar señalados como el origen de un grave problema regional, y prefirieron, sobre todo, Cuba, atacar la cumbre y buscar aliados que pudieran trasladar la queja. La reacción de algunos dirigentes fue la esperada, los presidentes de México, Andrés Manuel López Obrador; de Bolivia, Luis Arce; o de Honduras, Xiomara Castro, no acudieron a Los Ángeles y enviaron a sus cancilleres, posiblemente aprovechando la ocasión para no verse comprometidos con el problema migratorio que originan sus respectivos países.

Y luego, algunos asistentes, se mostraron especialmente agresivos con un asunto, el de los vetos, que se creía superado desde 2015, cuando Cuba acudió por primera vez a una Cumbre de las Américas, en Panamá, después de seis ediciones. Incluso, el presidente argentino, Alberto Fernández, pidió que los anfitriones de las cumbres dejen de tener derecho de admisión sobre los países invitados y fue más lejos aún, defendiendo una restructuración de la Organización de los Estados Americanos (OEA). Fernández acudía a la cumbre con datos favorables de las migraciones argentinas, así que como presidente pro tempore de la CELAC castrista, cuestionó las ausencias. 

México, representado por su canciller, Marcelo Ebrard, también vino a decir más o menos lo mismo y afeó a Estados Unidos que"20 países se manifestaron en contra de las exclusiones, 10 no se pronunciaron y sólo 2 estuvieron a favor". Incluso, el presidente chileno, Gabriel Boric, que se estrenaba en una Cumbre de las Américas, lo dejó claro "o nos salvamos juntos, o nos vamos a hundir por separado (...) No podemos conformarnos con ser clubes excluyentes de países que piensan lo mismo” y añadió, “el modelo está agotado”.

Todas estas críticas tienen un trasfondo. Los mandatarios de América Latina no quieren al frente de la secretaría general de la OEA a Luis Almagro, ni al frente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), al cubano estadounidense Mauricio Claver-Carone. Son los enemigos que se deben batir, las piezas de caza mayor, a las que el régimen cubano ha puesto un alto precio.

Por ello, Biden hizo bien de olvidarse de los “ausentes”. No había el menor motivo para criticar, y centró su discurso en la unidad, centrando los objetivos de la cumbre hacia problemas como la crisis migratoria, la recuperación económica post pandemia y el cambio climático. Y al parecer, según se desprende de las informaciones en los medios, ha tenido éxito. Por ejemplo, Bolsonaro, hacia el que Biden mantiene una posición fría y distante, y que aspira en octubre a la reelección en Brasil, centro su discurso en clave electoral interna, en luchar contra los niveles récord de deforestación en la Amazonia y en defensa de una política ambiental regional.

Con todo, el principal resultado de esta IX Cumbre de las Américas ha sido la "Declaración de Los Ángeles sobre Migración y Protección". Un pacto firmado por 20 países, bajo el patrocinio de Estados Unidos, que ha establecido responsabilidades en la crisis migratoria, para poner freno a la "migración ilegal". Una cuestión en la que Cuba, Venezuela y Nicaragua habrían quedado desdibujados ante la realidad.

Tan solo por el hecho de haber plantado cara a la migración ilegal a nivel regional, y calificarla como algo que no es aceptable, con el compromiso de asegurar fronteras, la cumbre se puede calificar de éxito. Las 15.000 personas que en esos momentos cruzan las zonas de selva de América central para intentar llegar a Estados Unidos, con una alta presencia de cubanos, venezolanos y nicaragüenses, es un ejemplo del alcance del pacto de la cumbre, que, si se implanta de forma adecuada, puede acabar poniendo fin a estos procesos de migraciones ilegales. El mensaje a Cuba, Nicaragua y Venezuela es claro y además, democrático, a lo que estos países no suelen estar acostumbrados.

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