El desarrollo local: estrategia del régimen para maniatar los nuevos actores economicos

Elías Amor Bravo economista

Y bien, estamos a 29 de junio. Al final, el régimen autoriza a la ONEI a empezar a publicar los primeros datos económicos de 2021, en un "mini anuario", que contiene tan solo informaciones relativas a ocho apartados (por cierto, algunos ya conocidos, como la manufactura).

Coincidiendo con ello, en Granma, portavoz oficial del partido único y del régimen, dedican a los nuevos actores económicos un artículo que justo va en contra de las principales líneas de pensamiento de la ciencia económica, la misma a la que el “economista héroe" cada vez que aparece en el programa “Cuadrando las cuentas”, se dedica a descalificar con argumentos banales. La posición de Granma, del régimen y de los comunistas se resume en una pregunta ¿Cómo acompañar, desde la ley, las transformaciones económicas y el desarrollo local en Cuba?

Sinceramente, a estas alturas de la historia, y con lo que está cayendo y, peor aún, lo que se avecina, resulta increíble que alguien pueda estar pensando en este tipo de cosas. La economía cubana necesita cambios, por supuesto que sí. Cambios valientes, estructurales, del modelo que ha sido impuesto a la población por la fuerza durante 63 años. Pero, y aquí viene lo principal, ese modelo al que aspiramos para el mejor funcionamiento de la economía puede avanzar, de hecho, lo hace en todos los países, sin necesidad de tanta ley, regulación e intervención estatal. En la economía cubana justo lo que hace falta es deshacer el ovillo, eliminar las trabas y obstáculos, la injerencia absurda del estado en la economía.

Y aquí viene la cuestión que preocupa y es que, el régimen, quiere descargar en los municipios el papel que se asigna a los actores privados en la transformación económica, dando autonomía a los municipios para que implementen desde la base territorial local, los cambios. No va a funcionar. Avisamos desde el primer momento. Lo hemos ido observando en distintos ámbitos de la gestión comunista de la economía, pero ahora parece evidente. Las cartas están encima de la mesa.

De modo que el estado centralista quiere trasladar a los municipios (que igualmente son estado) funciones que los dirigentes comunistas entienden que a nivel local pueden mejorar el comportamiento de la economía. No tienen razón. La solución a los problemas de la economía cubana no es pasar de estado (central) a estado (local) sino de introducir a los agentes económicos privados con absoluta libertad dentro de la economía y otorgar el papel de dirigentes activos de la economía. Ni más ni menos que como ocurre en el resto del mundo.

Pero esa participación de los nuevos actores económicos, a la que se refiere el régimen comunista. no puede quedar solo a que produzcan bienes y servicios, como si fueran autómatas. Los actores privados son seres humanos y por tanto, tienen motivaciones, aspiraciones, valores, ideas, creencias y actitudes que poco o nada tienen que ver con el funcionamiento del estado a nivel municipal, por lo que, si el estado central no ha sido capaz de relacionarse con los nuevos actores económicos privados, cabe esperar otro tanto del estado local.

Díaz-Canel cree que simplemente con trasladar el actor económico privado al ámbito municipal ya se puede convertir en un complemento en la estrategia de desarrollo local de cada territorio donde, por supuesto, siempre prevalece la empresa estatal socialista. Se equivoca, muchas de las mipymes y CNAs que se están creando en Cuba, según datos oficiales, 3.980 hasta junio, aspiran a servir a un mercado potencial en aumento, porque saben que solo de ese modo, pueden alcanzar la escala técnica eficiente en la que pueden producir a los costes medios más bajos y ganar el máximo beneficio. La limitación de la acción de los nuevos actores económicos a nivel municipal los condena a una existencia miserable, y a que muchos de los sueños de los emprendedores, no se hagan realidad.   

Esta idea de trasladar al ámbito municipal el papel de los nuevos actores económicos puede acarrear consecuencias negativas en términos de desarrollo, prosperidad e incluso justicia territorial, conforme unas zonas observen una mayor expansión de los negocios y, en cambio, otras, sigan dependiendo de las ineficientes estructuras estatales. El hecho de que todavía hay municipios sin mipymes o CNAs y que la creación se concentre en determinadas zonas, es un buen indicador de lo que puede ocurrir en términos de producción y distribución equitativa de bienes en el territorio.

Estas idas y venidas del régimen con los nuevos actores económicos, sugiere que, por un lado, las autoridades se están viendo desbordadas por un proceso de nunca pensaron que fuera a alcanzar las dimensiones que ya tiene, y por otro, que no desean perder el control de estos nuevos negocios para que sigan estando sometidos a las decisiones políticas del gobierno.  Asociarlos al desarrollo local y los municipios tiene mucho de reacción comunista contra la libertad económica que se empezaba a vislumbrar en la Isla.

Y en este punto, ¿de qué leyes habla el régimen cuando está refiriéndose a los cambios? Pues de poca cosa, básicamente, de propiedad, de autonomía y de alcance.

De propiedad, parece evidente que nadie va a cambiar el precepto constitucional de que los medios de producción son de propiedad estatal. La planificación central sigue rigiendo la economía, y a tal fin, la asignación de los recursos se sigue realizando con criterios políticos y no de acuerdo con las leyes de la oferta y demanda del mercado. La acumulación de riqueza sigue siendo proscrita, al menos para los actores económicos privados, y cualquier indicio de este proceso, se asocia a precios especulativos y corrupción. La expropiación y la confiscación, por mucho que se revistan de “utilidad pública” siguen siendo una referencia del ordenamiento económico.

Por ello, cabe preguntarse qué reformas legales se han realizado en Cuba para favorecer el espacio de los actores privados, salvo su autorización por el régimen ya que sigue sin existir la libre creación de empresa. La respuesta es que ninguna. Las leyes son las que son. Sobre las mimbres del modelo estatal antes descrito, el régimen, en su necesidad de producir más, ha permitido a los actores privados empezar a funcionar, pero marcando su territorio y limitando sus posibilidades de desarrollo, en lo que se puede denominar, como una relación de mutua desconfianza que no es la más adecuada para presidir un momento histórico.

La apuesta por introducir a los actores privados en el desarrollo municipal es altamente arriesgada, porque va en contra de las aspiraciones de esos mismos emprendedores. Muchos de ellos tienen su origen en la conversión del trabajo por cuenta propia en las nuevas formas jurídicas, con el objetivo de aumentar las cifras de negocio. El ámbito local de actuación es un serio obstáculo a ese crecimiento natural y espontáneo.  

Y, en vez de olvidarse de ello, el régimen se entretiene en lo que denominan “barreras de género”, ya que al parecer han visto con preocupación que el número de hombres que crean los nuevos proyectos emprendedores es muy superior al de mujeres; y, por otro lado, que hay zonas del territorio prácticamente sin nuevos actores. Y frente a este reconocimiento, se plantean introducir desde ya mismo, principios de discriminación positiva, es decir, la concesión de recursos a aquellas personas que se encuentran en situación de mayor vulnerabilidad en el proceso de creación de nuevas empresas. Lo que está muy bien, pero que es una política que tiene sentido cuando el sector empresarial privado ha alcanzado una madurez y unas dimensiones que en Cuba ni se vislumbran a medio plazo.

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