Las cooperativas agropecuarias como ejemplo del bloqueo interno
Elías Amor Bravo economista
Si el 90% de la producción de alimentos en Cuba tiene origen en las cooperativas agropecuarias, entonces hay que revisar esta figura cuanto antes. Las cooperativas en el régimen comunista cubano no cumplen con su función de atender las necesidades de comida de la población. Además, a simple vista son muy distintas de las que existen en otros países, como España, donde el movimiento cooperativo alcanza unas dimensiones y relevancia en términos de producción y empleo muy destacadas.
Las cooperativas agropecuarias cubanas son improductivas e ineficientes. Las autoridades del Ministerio de la Agricultura (Minag) y de la Asociación Nacional de Agricultores Pequeños reconocen que el modelo no funciona y que este actor económico no encuentra las soluciones que precisa en la implementación de las 17 medidas aprobadas para su fortalecimiento y consolidación dentro del plan de la economía.
Quizás las cooperativas en Cuba no funcionan por culpa del plan y de las medidas que se diseñan por los burócratas comunistas, completamente alejadas de la realidad y de lo que necesitan estas entidades. Las cooperativas cubanas, dirigidas por los comunistas y con una participación forzada de los actores privados, tienen muy poco que ver con estas figuras jurídicas en otros países, donde el trabajador prima sobre el capital, tras una decisión personal y libre de injerencias. El origen de su fracaso es el modelo económico y social.
Insisto, de nada sirve el supuesto reconocimiento en el Plan de la economía nacional al sector cooperativo agropecuario, si luego no funciona de forma eficiente, y es incapaz de producir para dar de comer a todos los cubanos. Si la cooperativa representa el 90% de la producción de alimentos en Cuba, y estos no alcanzan para todos, algo no funciona y se tiene que arreglar cuanto antes. El problema del mal funcionamiento de las cooperativas no se arregla ni con “reconocimientos”, ni con acceso a los recursos para la producción y las inversiones.
Según informa Granma, las autoridades han ensayado la implementación de las soluciones para el fortalecimiento de las cooperativas agropecuarias en 77 cooperativas (26 UBPC, 18 CPA y 33 CCS) pertenecientes a 19 municipios de cinco provincias (Holguín, Granma, La Habana, Mayabeque y Artemisa). A resultas, hasta el mes de abril pasado se identificaron 7.084 asuntos pendientes de solución en las cooperativas. Estos asuntos estaban relacionados con cuestiones que, desde el punto de vista técnico productivo, tienen poco o nulo interés.
Las cito, tal y como se enumeran en Granma. Algunas son asombrosas.
Por ejemplo, se ha detectado entre los “asuntos pendientes” la falta de presidentes y responsables económicos, lo cual, según Granma, “se traduce en juntas directivas incompletas, mala planificación, estado financiero deficiente e inexistencia de las áreas de uso colectivo”. Es decir, las cooperativas agropecuarias no producen por problemas corporativos y de organización. ¿De verdad esto es creíble, es realmente el origen de la improductividad?
Sigamos con la relación de “asuntos pendientes”. Granma cita, nada más y nada menos, que “la necesidad de implementar un sistema de comunicación y educación que contribuya al fomento de los valores y principios del cooperativismo en la sociedad cubana, a través de los medios de comunicación nacionales, provinciales y municipales, y los centros de educación a todos los niveles de enseñanza”. Bien está lo que bien acaba, pero ¿de verdad se puede aceptar que esto es necesario para aumentar la producción en el surco? ¿sirven los principios y valores del cooperativismo para producir más yuca y malanga para dar de comer a la gente? La verdad, no lo se.
Además, se considera fundamental para las autoridades, “la culminación de un proceso de sensibilización con presidentes, juntas directivas y asambleas de cooperativistas; y el proceso de consulta sobre competencias”, y para ello, se está realizando una investigación a 2.200 dirigentes de 550 cooperativas de referencia. ¿No sería mejor que, en vez de tanta sensibilización, los dejaran tranquilos producir y dedicarse a sacar cosechas en vez de tanta encuesta y pregunta?
Y para cerrar la relación de “asuntos pendientes”, las autoridades destacaron la importancia de temas como el “proceso de contratación, el control estadístico, la creación de una proforma de contrato (SIPA) para el proceso de contratación en 2023, así como la inclusión en el nuevo Decreto-Ley del método cooperativo sobre lo relacionado con la elección de los dirigentes”. Burocracia, jerarquía, control e injerencia comunista en la vida de estas organizaciones que, por su naturaleza, deben ser libres.
Los dirigentes no mencionaron ni una sola palabra del régimen de derechos de propiedad de la tierra y de la libre elección y decisión por parte de los actores económicos a la hora de la producción y la fijación del precio, o por ejemplo, de lograr abastecimientos continuos de insumos y aperos que se puedan pagar en moneda nacional.
Tampoco citaron la necesidad de garantizar la existencia de un mercado de distribución competitivo y flexible, capaz de atender las necesidades del consumo urbano y mucho menos se habló de la necesaria flexibilidad y autonomía de las cooperativas actuales para que puedan decidir sobre todo tipo de cuestiones, incluida su estructura y futuro jurídico, la asociación con otras entidades, la entrada de capital extranjero o la libre contratación de mercado.
No es extraño que las cooperativas agropecuarias cubanas no produzcan alimentos y funcionen tan mal. Son un ejemplo evidente del bloqueo interno del régimen a todo lo que representa actividad económica privada independiente.
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