El régimen, sin planes para las energías renovables

Elías Amor Bravo economista

De pronto, Díaz Canel ha descubierto que “el camino de Cuba está en las energías renovables”. Bueno, en algo se ha acabado diferenciando de Fidel Castro. A este nunca le interesó la importancia de invertir en estas energías y no en los hoteles, y se murió en 2016 dejando a Cuba en una situación de dependencia absoluta del petróleo venezolano. De Raúl Castro, poco o nada se supo al respecto.

Por eso, no deja de ser curioso que Díaz Canel se deshaga en reconocimientos y halagos a las energías renovables durante su paseo por la segunda Feria Internacional de Energías Renovables, con sede en Pabexpo, y que precisamente planteó como uno de sus objetivos "promover en Cuba la inversión extranjera en ese sector". Ya pueden promover y promover. El porcentaje de las renovables en Cuba, apenas el 5% del total, es de los más bajos de América Latina, nada que ver con ese 95% de Paraguay. Allí sí que han hecho bien los deberes.

El problema de Díaz Canel es que las inversiones en energías renovables no se concretan de un día para otro, y que realmente los comunistas cubanos deberían haber empezado hace más de dos décadas para obtener algún resultado en el presente. Con esta perspectiva temporal, y viendo las cosas como se están poniendo en Cuba y sobre todo, cómo se van a poner, el camino elegido por Díaz Canel con las renovables, quedará solo en eso, un enunciado.

Primero, porque el Partido Comunista que dirige los destinos de los cubanos, no parece tener mucho interés en este tema, limitándose a enunciados genéricos, y cuando condiciona la política del régimen, exige que los escasos recursos financieros se destinen para otras cosas. A los comunistas, este tipo de cosas les traen sin cuidado, ellos están para otros asuntos.

En cuanto a los inversores extranjeros, aun cuando Cuba tiene enormes potenciales en el desarrollo de la  energía solar, la inexistencia de contrapartes empresariales que no sean el estado y la ausencia de recursos financieros, frenan cualquier iniciativa extranjera, al margen del intervencionismo de la Ley 118.  

De modo que, sin apoyo interno ni externo, el desarrollo de las renovables en Cuba puede quedar como un sueño de una noche de verano, algo pasajero para cubrir alguna página de la prensa estatal y poco más. Los apagones, que son una amenaza para la estabilidad de la economía y la sociedad, no se van a resolver con las renovables, al menos a corto o medio plazo, por lo que ningún comunista dará autorización a Díaz Canel para meterse en ese asunto. Mientras tanto, se lanza una y otra vez el mensaje de país pobre, sin recursos y sin combustibles fósiles, embargado por el vecino del norte, para justificar los problemas energéticos, y se acabó.

Pero Díaz Canel, que trata por todos los medios de diferenciarse de Fidel y Raúl se apunta con entusiasmo a un proyecto de energía solar fotovoltaica con la empresa NTPC la compañía eléctrica más importante de la India, que calificó como “estratégico, de suma importancia, de una gran envergadura”, en referencia a los 1.150 MW que podrían generarse, de concretarse esa alianza, a partir de 175 ubicaciones en 15 provincias del país. No hay que lanzar campanas al vuelo, estamos hablando de menos del 5% de las necesidades de la nación. Nada nuevo.

Díaz Canel quiere usar la energía fotovoltaica para cubrir el pico de consumo del día, ese que provoca los temidos apagones, reduciendo así el uso de combustibles y de ese modo realizar la planificación de los plazos de mantenimiento de las termoeléctricas. Este es el cuento de la buena pipa, y muestra que una vez más, el régimen, y Díaz Canel, quieren resolver un grave problema del país, la generación eléctrica suficiente y sostenible para todos los cubanos, con “parches” que en el mejor de los casos, se financien con inversión extranjera. Increíble.

Y al ver que este tipo de propuestas tienen poco recorrido, Díaz Canel aprovechó el paseo por la feria para conversar con miembros del Grupo Nacional de Universidades para las Fuentes Renovables y la Eficiencia Energética, a los que pidió que ampliaran su estructura con estudiantes y especialistas de esas instituciones académicas, el Consejo Técnico Asesor del Ministerio de Energía y Minas, y centrarse sobre todo en las energías renovables y el funcionamiento de las termométricas cubanas.  

También conversó con integrantes de varias mipymes que también trabajan la línea de las energías limpias, quienes expusieron las potencialidades del país, pero además de trabas y demoras que aún persisten en la importación de equipos y productos. Estas son las cosas que asombran de Cuba, que el dirigente del régimen haga prioridad de los inversores extranjeros y en cambio, a los nacionales, interesados en desplegar iniciativas de progreso para la Isla, se limitó a pedirles que “le hicieran llegar cada inconformidad para apurar su solución”. Nada, un buzón de quejas y sugerencias para los cubanos. A Díaz Canel lo que le interesa es el dinero fresco procedente del exterior.

Pero este no llegará. Si en Cuba se pretende impulsar el uso de la energía solar en el desarrollo local, en los sectores industrial, de servicios y el residencial, hay que cambiar muchas cosas y, sobre todo, dejarse de parches, siendo realista. El objetivo de que la meta de cambiar la matriz energética en Cuba, con el 100% de fuentes renovables de energía, se va a quedar como una majadería más.

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