Hablar del turismo cubano exige más, mucho más

Elías Amor Bravo economista

No es por aguar la fiesta, pero el turismo cubano merece un escenario más respetuoso y atento a la realidad económica y social de la isla, a los nuevos actores económicos y al entorno mundial. En Cubadebate titulan un reportaje de la siguiente guisa “El turismo transita por una nueva época, un nuevo viajero y un reto económico” con referencia a las sesiones del XV Seminario Internacional Periodismo y Turismo, que se celebra estos días en La Habana en la sede del Instituto Internacional de Periodismo José Martí.

Esta actividad ha sido organizada por el Círculo de Prensa Turística, la UPEC, y el Instituto José Martí, y presta atención a diversas cuestiones relacionadas con el turismo y las transformaciones de este sector afectado por la pandemia del COVID-19 y la crisis económica mundial. Insisto, habría que ser más ambiciosos.

La tesis que subyace a algunos participantes que han intervenido en el seminario es que, tras la pandemia, el mundo se dirige “hacia un nuevo turismo, un nuevo viajero y hacia una nueva época”, y cabe hablar más de un “renacer que de una recuperación el turismo”, teniendo en cuenta el impacto muy negativo que la pandemia ha tenido en el escenario turístico que se intenta dejar atrás.

Esta visión parece acertada y coincide, en general, con la que hemos venido ofreciendo en este blog a la hora de analizar por qué el turismo en Cuba sigue estando en 2022 muy por debajo de los niveles alcanzados en 2019, último año normal.  Y, sin embargo, Republica Dominicana, Costa Rica, Cancún e incluso Honduras, registran cifras muy favorables y se preparan para alcanzar este año registros históricos de viajeros e ingresos.

¿Por qué se queda Cuba atrás, y, en cambio, otros ganan en competitividad? Buena pregunta que en el seminario no ha tenido respuesta. Si los comunistas se dejaran asesorar, ya les han dado una primera patada en la nariz, al señalar que estamos ante un nuevo turismo, un nuevo viajero y una nueva época. Pero no solo ha cambiado la demanda, lo cual es verdad y va a exigir destinar recursos económicos para investigar el nuevo mercado y conocer sus preferencias y necesidades, sino que en Cuba ha cambiado la oferta y nadie parece haberse dado cuenta de ello. Ha surgido una red de actores privados que apuestan por ofertar servicios de todo tipo al turismo, de forma eficiente y competitiva, enriqueciendo el producto.

Pero a los dirigentes comunistas les importa un bledo. Tendrían que reconocer que el modelo de explotación del turismo cubano (hoteles propiedad del estado y empresas españolas hoteleras de gestión) apenas ha cambiado desde que Fidel Castro allá por los años 90 del siglo pasado autorizara el turismo como actividad económica en Cuba. Son 30 años haciendo lo mismo, y como dicen en el seminario, todo ha cambiado.

Se habló del Caribe, sin duda una de las zonas privilegiadas del turismo mundial, con una elevada dependencia de esta actividad, en una superficie de 300.000 kilómetros cuadrados y 52 millones de habitantes equivalentes al territorio de Italia. El Mar Caribe alcanza 2.763.800 kilómetros cuadrados y como se señaló en el seminario, se divide en dos grandes zonas, una el Caribe insular a donde se llega por avión o barco y el otra la continental, a la que se llega en tren o por carretera, y eso ha hecho que el Caribe resista a duras penas la cadena de suministros.

En el Caribe hay 30 destinos turísticos que compiten por una cuota de mercado, el turista que va a Jamaica no viene a Cuba y el que va a República Dominicana no va a Jamaica ni a Cuba. En el Caribe insular, denominado Las Antillas, se informó que el turismo ha registrado un descenso de más del 50% desde la pandemia, pero no se aclaró que ese descenso ha tenido notables diferencias entre los destinos. Cuba ha experimentado una caída del 75% pero República Dominicana, por ejemplo, ya ha superado los niveles de antes de la pandemia. También se dijo que las Antillas poseían 380 mil habitaciones en más de 2 mil hoteles con categoría. La región incluye 51 aeropuertos internacionales, y 97 puertos, 15 de ellos con facilidades para el atraque de cruceros.

La exposición de la oferta de turismo del Caribe no sirvió para destacar que no solo compiten entre sí los distintos destinos, sino que el Caribe como tal, ya compite desde hace años con otras zonas del planeta, incluso alejadas, como el este de Asia, porque los vuelos han permitido esa globalización de los destinos. Hay que empezar a contemplar el Caribe como zona integrada y alinear políticas turísticas o mal irán las cosas.

En este punto, alguien preguntó en el seminario ¿Para qué se construyen tantos hoteles? comparando el ritmo vertiginoso de expansión de la oferta hotelera, como en Cuba, con el descenso del turismo. Y se justificó diciendo que esta es una práctica internacional y que en Cuba se edifican pocos con relación al escenario mundial. Lo cual no es del todo cierto, si se tiene en cuenta el origen del dinero, que en Cuba es público, del presupuesto, lo que exige desatender otras partidas y necesidades sociales, mientras que, a nivel internacional los hoteles se construyen con fondos privados. 

Otra afirmación que no se corresponde con la realidad es que el sector de los hoteles propiamente dicho pertenece al segmento de inmobiliarias y no al turismo como tal. Esto es solo cierto cuando los hoteles pertenecen a un propietario que los arrienda, pero en la mayoría de los casos la planta hotelera pertenece a la cadena que los gestiona y ese derecho de propiedad, imputado en las cuentas, es un aspecto muy relevante para la obtención de financiación y la consolidación de las cuentas. Lo que en Cuba no puede ocurrir, dado que los hoteles son de propiedad estatal. ¿Qué se pretende, acaso convertir al estado comunista cubano en un arrendador de hoteles?

También resulta significativa la preocupación por la compraventa de islas e islotes en el Caribe para su transformación en destinos de lujo. Se dijo que esto puede generar en el futuro problemas de gobernabilidad en las islas, lo que sale de cualquier análisis prospectivo. Sin embargo, esta es una opción para tener muy en cuenta, por cuanto existe un mercado potencial dispuesto a invertir en este tipo de operaciones y no conviene perder el potencial de la cayería, que sigue estando en muchos casos, al margen de cualquier utilización. 

Después, la apuesta porque Cuba se consolide en el turismo de sol y playa, con el único objetivo de dar respuesta a las 77.809 habitaciones hoteleras existentes, no parece muy adecuada, teniendo en cuenta las tendencias de este segmento del turismo. Los destinos maduros europeos han ido abandonando este modelo a paso rápido, y apostando por la calidad y trato esmerado incorporando elementos de valor en el producto turístico para ese nuevo viajero de una nueva época.

En contra de lo que se dijo, el sector turístico cubano tiene pocas potencialidades para afrontar los retos del turismo, lo que viene motivado por su enorme concentración: el 44,5 % de las habitaciones son de categoría cinco estrellas, lo que incide en el precio comparativo de los paquetes turísticos, y el 48% de las instalaciones de alojamiento pertenecen al Grupo Gaviota, otro 22% a Cubanacán, 18% a Gran Caribe y 12% a Islazul. Por otro lado, unas 50 mil habitaciones tienen administración de compañías hoteleras extranjeras, principalmente Meliá, Iberostar, BlueDiamond, Roc, Barceló, Blau, Kempinski, Accor, NH, Axel, Be Live y Sirenis. En ningún momento se hizo referencia alguna al sector privado de arrendatarios de habitaciones, que, en algunos destinos urbanos, compite de forma directa con los hoteles.

¿Y qué decir de la campaña de marketing y promoción turística con el mensaje “Única” que se presentó en el seminario? Pues que otro fracaso. Se asegura que la campaña pretende identificar el destino Cuba con la gente, al cubano, “principales embajadores de los atractivos”. Cuidado con este mensaje, que puede crear unas expectativas que luego, al llegar a la Isla el turista, con el aumento de la miseria y desesperación de la gente, no las vea confirmadas, y eso tiene un impacto demoledor sobre el turista. No cabe la menor duda que los cubanos son gente hospitalaria, alegre, cordial, solidaria, pero en este momento, habría que echar un vistazo prudente a la realidad social para ver si se siguen dando esos patrones.

En el seminario se va a hablar también de otros temas, como el cambio climático y turismo, el turismo resiliente en Cuba, impacto del turismo en el desarrollo local, el papel de la prensa especializada en turismo, y habrá sesiones monográficas destinadas a Meliá, Vive y Punto y el Grupo Hotelero Canadiense Blue Diamond, con la conferencia: Be Epic. Habrá que ver en qué acaba todo eso.

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