La evolución de la economía cubana en 2021: primeras contradicciones
Elías Amor Bravo economista
En pleno incendio de Matanzas, y cuando toda la atención mediática está puesta en las consecuencias devastadoras del fuego, que sigue sin estar bajo control, la Oficina Nacional de Estadística ONEI ha publicado el último apartado del anuario estadístico de 2021, relativo a las cuentas nacionales de 2021. Finalmente, se aclaran algunas cuestiones que se habían perdido desde que se publicaron los datos de crecimiento del PIB del tercer trimestre de 2021, hace casi ocho meses. Pero al mismo tiempo, se vislumbran no pocas contradicciones.
Los datos son importantes, porque reflejan el impacto de un ejercicio que se vio afectado por dos factores que han dejado huella. De un lado, la unificación del CUC y el CUP por la tarea ordenamiento, lo que supuso de facto que la primera moneda dejara de circular en la economía; y de otro, no menos importante, la intensa inflación registrada.
Nunca es tarde si la dicha es buena, dice el refrán y, por eso, ya sabemos que el PIB de la economía cubana, en precios corrientes, alcanzó una cifra de 545.218 millones de pesos, con un aumento del 409% con respecto al registrado en 2020. Estas cifras incluyen los efectos combinados de la unificación monetaria y la inflación, por lo que son de escaso interés para el análisis.
Por ello, en vez de la magnitud nominal o corriente, se puede utilizar la calculada a precios constantes de 1997 (descontando los efectos de la inflación y los derivados de la unificación monetaria). Si este es el caso, el PIB de 2021 entonces alcanzó 51.334 millones de pesos, con un aumento del 1,3% respecto del año anterior.
Dada la distorsión que genera la comparación con magnitudes corrientes o nominales, el análisis cabe realizarlo con datos a precios constantes.
De modo que la economía cubana, según la ONEI dejó atrás la recesión en que se encontraba desde 2019 al alcanzar un crecimiento del PIB en términos constantes (es decir, descontada la influencia de la inflación) de un 1,3%, dato que fue ofrecido en primicia por el ministro Gil en la Asamblea Nacional hace unas semanas.
Ese crecimiento del 1.3%, asombrosamente, cierra uno de los peores años de ejecución de la economía cubana en sus distintos indicadores de gasto y producción, como se tendrá ocasión de exponer, y supone, en esencia, que el PIB aumentó más de un 8,9% en el cuarto trimestre de 2021, un dato difícil de creer y de respetar. Pero es lo que hay. Empiezan las contradicciones.
El crecimiento del 1,3% del PIB se produjo por obra y gracia del gasto del gobierno central, en concreto del gasto de consumo del gobierno, que aumentó, nada más y nada menos, que un 15% con respecto al año anterior. Conviene recordar que en 2020 este indicador había descendido, por causa de la pandemia, un -10,1% de modo que el resultado de 2021 se puede interpretar como una recuperación de la crisis en educación, cultura, deportes, salud, administración. etc.
El consumo estatal se vio condicionado por este aumento, pero a diferencia, el consumo de los hogares se redujo de forma significativa, -2,7%. No obstante, dado el peso del estado en el conjunto de la economía, se logró el aumento del consumo final del 2,4% que prácticamente explica el resultado final del ejercicio. Esto significa que el crecimiento de la economía cubana en 2021 se debió prácticamente en su totalidad, al manejo por el régimen del gasto público del sector presupuestado, decisiones políticas y no económicas, que encontraron su mejor apoyo en la concentración del gasto público. Más contradicciones.
El resto de los componentes del PIB, desde la perspectiva del gasto, registraron descensos significativos, lo que significa que la economía, al menos con los indicadores que dependen del sector productivo, se encontraba en recesión durante 2021. Destaca, por ejemplo, las inversiones o la formación bruta de capital, con un descenso del -0,4%, o las importaciones, -4,6% e incluso con las exportaciones, -9,1%. En suma, consumo de los hogares, formación bruta de capital e importaciones arrastraron el PIB por debajo de un -5% en tanto que la suma del PIB y las importaciones (que cayeron un -4,6% no generó suficiente oferta en la economía continuando la escasez). Contradicciones evidentes.
Ya se ha señalado que el comportamiento del gasto del régimen ha sido determinante del resultado de la economía en 2021. Comprobado que las actividades productivas (agropecuario, manufactura, comercio, transportes, etc.) se hundían de forma imparable, el régimen decidió intervenir actuando sobre el gasto público.
¿Le sirvió de algo? No lo parece. De todos es conocido que el último año normal de la economía cubana, al igual que el resto de los países del mundo, fue 2019, antes de que comenzaran a sentirse los efectos de la pandemia. Pues bien, con las magnitudes en valores constantes, es posible realizar una comparación de la economía cubana en 2021 con la situación de 2019 antes de la pandemia. Los resultados se presentan en el Cuadro 1.
|
2021/2019 % |
PIB |
-9,8 |
Demanda global |
-10,1 |
Demanda interna |
-6,8 |
Formación bruta de capital |
-6,3 |
Consumo final |
-6,9 |
Gobierno general |
3,4 |
Hogares |
-11,1 |
Importaciones de bienes y servicios |
-11,9 |
Exportaciones de bienes y servicios |
-27,8 |
Lo primero que cabe observar es que la economía cubana no ha superado la intensa caída iniciada en 2019 dos años después, y todos los indicadores, salvo el gasto del gobierno, registran datos negativos y abultados. Es el caso de las exportaciones que descendieron un -27,8% en solo dos años o las importaciones otro -11,9%, pero lo más llamativo ha sido la fuerte reducción experimentada por el consumo de los hogares, con un -11,1% en dos años, lo que confirma el notable empobrecimiento y deterioro de las condiciones de vida de los cubanos.
De ese modo, el consumo final registró un descenso del -6,9% a pesar del aumento del consumo del estado, un 3,4% la única variable que sube. Estos datos bianuales indican que la economía cubana en 2021 sigue por debajo de los niveles de 2019 y se mantiene en una situación de extrema debilidad, solo movida como un zombi alocado por las trampas del manejo del gasto público que realiza el régimen comunista. Un modelo que tiene poco, muy poco, de sostenible. Más contradicciones a la vista.
Este comportamiento hizo que el déficit, la diferencia entre ingresos y gastos, volviera a registrar un resultado negativo y abultado en 2021, situándose en un -11,7% del PIB, si bien, 6 puntos menos que el resultado obtenido en el año 2020 de la pandemia. No obstante, si se compara con el déficit que había en 2019, un -6,2% el crecimiento es casi el doble. Los resultados pueden venir condicionados por la inflación, situada, según la ONEI en un índice de diciembre de 2020 a diciembre de 2021 de 194,5 y de otro no menos importante, la desaparición del CUC como consecuencia de la tarea ordenamiento. Estos dos factores, como ya se ha indicado, impactan en el comportamiento de las variables monetarias y producen resultados llamativos, como ocurre con el déficit.
A todas luces, el ajuste del déficit ha sido insuficiente, y a dicho resultado se ha llegado con unos ingresos que han vuelto a caer al 47,1% del PIB como consecuencia de la debilidad de las bases imponibles y del menor crecimiento económico, y un gasto que se ha situado en el 58,8% del PIB muy elevado, si bien, 10 puntos menos que el registrado en 2020 e incluso5 puntos menos que es del 2019. Este comportamiento del gasto monetario con respecto a 2020 no se corresponde con el aumento del 15% del consumo estatal que revelan las cuentas nacionales. Contradicciones, ¿Cómo se puede reducir el déficit aumentando el consumo estatal?
Otro indicador que se ha visto afectado por la combinación de la inflación y el cambio de CUC a CUP ha sido el relativo a la cantidad de dinero en circulación, la denominada oferta monetaria en su definición de M3, que se situó en 2021 en un 35% del PIB tras bajar del 91,4% registrado en 2020, básicamente como consecuencia de la desaparición del CUC de la circulación.
El nuevo indicador de oferta monetaria deja atrás los resultados obtenidos en el pasado y se sitúa en una tendencia más compatible con el logro de los equilibrios macroeconómicos. El dinero en circulación en manos del público ha descendido de forma significativa 30 puntos, del 52,7% al 22,8% del PIB. Avanza la bancarización de la sociedad cubana, y este se debe reconocer como un dato positivo, por lo que puede significar de control de la inflación. Pero está lleno de contradicciones también.
No creo que nadie en Cuba sepa cuanto es el PIB o el costo de nada. Todas las cifras son globos de la tirania y no hay organismos independientes que las avalen
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