Una feria para productos que la gente no quiere
Elías Amor Bravo economista
En la economía cubana cualquier cosa es posible con tal de mantener el modelo comunista que viene funcionando desde hace 63 años. Incluso atentar a las leyes del mercado. Un buen ejemplo se tiene en una noticia publicada en Cubadebate, titulada “Feria de productos ociosos y de lento movimiento del 17 al 28 de agosto en Expocuba”, como parte de la programación del verano. ¿A quién se le ocurre hacer una feria para productos que la gente no quiere?¿Verdad o mentira?
Aunque parezca estrambótico, es verdad. Y por eso, hay que comenzar preguntándose ¿Qué son esos productos ociosos y de lento movimiento? Por extraño que pueda parecer, existe una literatura para explicar en qué consisten, e incluso en la web del ministerio de economía se hace referencia a los mismos. Un fenómeno que solo es posible en la economía cubana.
Básicamente, se trata de productos comprados por el estado, incluso muchas veces en el exterior (importaciones) que se fueron acumulando en los almacenes sin encontrar salida comercial. Todo comenzó en los años 90 con la caída del bloque comunista, que dejó una abundante cantidad de estos productos e incluían desde lentes para cámaras fotográficas Zenit hasta gorros ushankas como los utilizados por el ejército rojo. Imaginen en pleno período especial, cuando las cosas iban igual de mal que ahora, la demanda que podrían tener esos productos, que se intentaron vender en antiguas tiendas, como la capitalina Fin de Siglo. Ninguna.
Luego llegó la habitual indolencia del comercio comunista el sector que más daño ha recibido como consecuencia de las reformas comunistas en Cuba. Durante años las cantidades almacenadas por el Estado de estos productos importados y nunca utilizados, muchos de ellos de alto precio, continuaron aumentando por la inercia de los procesos (es decir, por seguir haciendo lo mismo) y no volvió a plantearse la cuestión hasta hace poco tiempo cuando los dirigentes comunistas advirtieron la relevancia del problema de esos productos ociosos y de movimiento nulo.
Los productos ociosos que llegaron al país procedentes del bloque de países comunistas se acabaron acumulando como consecuencia de la desaparición de acuerdos y fábricas, la incompatibilidad, la obsolescencia, y algunas importaciones innecesarias como parte del vínculo de Cuba con la Unión Soviética, Checoslovaquia, la RDA y otros países. Pero sobre todo, por su absoluta falta de necesidad, es decir, estos productos se compraban por el estado comunista sin tener en cuenta la demanda interna, tan solo su llegada al país se podía entender asumiendo el “comercio de pajarera” que imponía la URSS a los países del telón de acero y a Cuba para un supuesto beneficio mutuo.
Tal fue el volumen de esos productos, que, por sorprendente que pueda parecer, aún siguen existiendo en la actualidad, acumulados durante 20 años o más, incluyendo la importación de productos que se fabricaban en el país, la sustitución de cosas que aun funcionaban, lo que pudo haber sido fruto del vínculo o interés de algún directivo o lo que se trajo para algún proyecto que quedó a medias y un sinnúmero de posibilidades todas ellas dominadas por la participación del estado en la economía y el peso de sus decisiones sin tener en cuenta las leyes del mercado.
Y así, llegamos a nuestros días, en los que junto a la miseria extendida por el país y la falta de bienes y servicios básicos, el régimen comunista mantiene todavía en sus naves de almacenamiento la mayor acumulación de productos ociosos o de lento movimiento que sufre la economía del país desde hace décadas. Tal es el volumen, que las autoridades incluso han decidido cambiar la definición de “productos ociosos o de lento movimiento” para adaptarla a la realidad de hoy.
En la web del ministerio de economía, se adapta el concepto inicial para incluir en la categoría de estos productos “a lo que en vez de estar oculto en algún oscuro almacén está a la vista de todos y el nombre lo retrata”. O sea, productos innecesarios que carecen de demanda, que ni siquiera deberían haber entrado en la circulación comercial, pero que, a resultas de decisiones políticas no mercantiles, lo hicieron. Y el régimen además, ha descubierto que una cantidad significativa de artículos y productos ociosos o de lento movimiento ya se pueden observar en las nuevas tiendas minoristas que venden “en divisas o en MLC”.
Al parecer, en estas tiendas que, por otra parte están mejor surtidas que las que venden en pesos cubanos, llama la atención la cantidad de cosas inútiles que aparecen en las estanterías y que apenas se venden, junto a otras cosas necesarias pero que la gente no puede comprar. Y, por ello, ahí se mantienen en el tiempo. Tal vez porque sus precios no guardan relación con lo que la gente está dispuesta a pagar, y así, sin responsabilidades de los gestores, pasa el tiempo, el producto envejece, se ensucia en los estantes de exhibición, con las etiquetas del precio ya amarillentas.
Entre estos productos se encuentran los televisores de viejo diseño a más de 600 CUC, junto a freidoras, tostadoras, hornos, lavavajillas, reproductores de DVD, bocinas y equipos de música, la mayoría del ámbito electrónico casi todo obsoleto. También se encuentran viejas memorias y tarjetas flash que las modernas, con el doble de capacidad y la mitad del precio pueden ser compradas en el mercado informal. Están las antiguas Tablets que salieron con precios elevados y no se vendieron y ahora están obsoletas.
Junto a ellos hay cocinas de gas, cuando ahora estos productos llegan con las importaciones no comerciales procedentes del exterior. La relación incluye vestidos de todo tipo, pasados de moda, con rastros de óxido por el tiempo soportado en las perchas, que muestran 3 y 4 etiquetas de rebajas tachadas con bolígrafo. El inventario incluye hasta casitas plásticas de jardín para juegos infantiles, arrinconadas y sucias, en fin, todo tipo de cosas que los empleados del comercio han olvidado el tiempo que llevan ahí.
Junto a los productos ociosos, hay otros que apenas se mueven, y que han pasado a la categoría de “lento movimiento”. Entre ellos, se encuentran licores polvorientos cuya permanencia en la tienda se alarga en el tiempo sin saber cuándo llegaron. También zapatillas de tenis de marca, artículos del hogar, boutiques que abren y cierran, perfumerías de lujo sin un hueco en sus estantes, conservas europeas, frascos y latas gigantes de encurtidos, enormes formatos de lavavajillas, suavizantes, blanqueadores.
Este es un somero inventario de productos ociosos y de lento movimiento con su rastro de ineficiencia, de dejadez, e incluso, los elevados costes de almacenamiento que supone para el comprador (el estado comunista) se explica por la escasa disponibilidad de divisas con que el país puede salir a comprar en el mercado internacional.
Es la justificación de siempre. Cuando se compra en una tienda en Cuba, si se paga con pesos, pero el artículo tiene que ser importado en dólares o euros para pagarlos, para asumir también los costes del servicios de flete, el estado debe asignar divisas a las empresas importadoras para abastecer el país, de modo que si luego esos productos no se venden, las divisas acaban malgastándose.
El estado comunista asigna las divisas a estas importadoras, sin tener en cuenta el tiempo que se tiene que esperar en la economía nacional para recuperar lo invertido en productos que llevan meses o años sin venderse, o que se venden a cuenta gotas o que apenas se han vendido. La permanencia eterna de esos productos en las tiendas entraña unos costes financieros que explican las carencias que sufre la economía por falta de liquidez para importar otros productos. Por este motivo, el régimen dio justificación a la decisión de vender en las tiendas en MLC en esa moneda, pero no han acertado, ya que allí también se acumulan productos ociosos y de lento movimiento.
De vez en cuando se habla de los A veces lo escuchamos en la televisión o leemos la frase en los periódicos. El término “productos ociosos o de lento movimiento” uno de los ejemplos del pésimo funcionamiento del modelo económico comunista que rige el país, ha alcanzado un uso cada vez más frecuente, que ha llevado a los dirigentes comunistas a organizar esta feria de productos ociosos y de lento movimiento del 17 al 28 de agosto en Expocuba, como parte de la programación del verano.
Pero como siempre ocurre, hay exclusiones, el régimen ha decidido que, en principio, participen en la feria con sus propios inventarios Expocuba y otras entidades del Grupo Empresarial Palco, entendiendo que esas dotaciones de productos pueden ser de interés para la población y para otras personas jurídicas descritas en la legislación vigente. Una vez más, navegando contra corriente del mercado.
¿Cómo explicar a los comunistas que si los productos no se compraron, no hay el menor indicio de que ahora lo puedan volver a ser? El régimen anda empeñado en sustituir importaciones y a sanear la economía del país, pero esto no lo va a lograr dando salida a estos productos que si son ociosos y no tienen movimiento es porque la gente no los quiere.
¿Es tan difícil para los comunistas entender el
funcionamiento del mercado?
Hola, la feria es una buena idea, tal vez encuentras algo que te sirve y que está almacenado sin ninguna utilidad ¿Por qué criticar tanto sin ver la parte buena? Yo he comprado en esas ferias artículos útiles y de buena calidad como rodamientos.
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