Los comunistas cubanos siguen buscando el encadenamiento perdido
Elías Amor Bravo economista
Una de las apuestas fallidas del régimen comunista desde 2011, cuando comenzaron las reformas “raulistas”, ha sido el intento de lograr “encadenamientos” con la empresa estatal socialista, considerada el eje de la economía.
Para lograr este objetivo, se implementaron una serie de medidas organizativas, económicas, de gestión, financieras, fiscales y de salarios de los trabajadores, que no han surtido los efectos deseados. Básicamente, porque ni los encadenamientos se consiguen por medio de iniciativas de este tipo, ni por la aplicación de medidas parciales dirigidas desde el régimen. Por el contrario, se requiere una aproximación integral, estructural, que remueva las ataduras existentes y permita al sistema empresarial funcionar con autonomía plena bajo la óptica de la rentabilidad y del beneficio.
En todo caso, se podría pensar qué tiene que ver iniciativas como la aprobación de la política para la flexibilización de los objetos sociales con la mejora de la producción, o la supuesta eliminación de las limitaciones en las relaciones de las empresas con las formas de gestión no estatales, que no acaba de cuajar porque siempre existen numerosos niveles jerárquicos que inciden e intervienen en la aprobación del plan empresarial coartando su libertad y autonomía. Por lo mismo, qué sentido tiene autorizar desde el régimen la posibilidad de realizar determinadas importaciones para en una serie de productos que contribuyan a la exportación, si luego no hay divisas o se pone todo tipo de dificultades para conseguirlas.
Otro tanto cabe señalar de la autorización a los productores agropecuarios a comercializar los excedentes de producciones con personas jurídicas y trabajadores por cuenta propia, en los casos de sobrecumplimientos del encargo estatal o inejecuciones de lo contratado. En realidad, esos excedentes rara vez se logran por la improductividad general del sistema, la falta de insumos o en muchos casos, las trabas administrativas o la limitación de tierras. Tampoco se ha logrado crear un banco capaz de asegurar la financiación estable de los encadenamientos productivos. El sistema financiero se encuentra congestionado por la imposición del régimen de financiar su abultado déficit.
Todo esto crea una sensación de fracaso general que impide lograr el objetivo de encadenar producciones que, por otra parte, se consigue de forma espontánea y natural en los países que desarrollan su modelo productivo por medio de la economía de mercado. Porque en este ámbito de libertad de elección y rentabilidad empresarial, cómo no entender los vínculos entre productores para satisfacer las necesidades de los consumidores, si no es por medio de los encadenamientos. Incluso en las modernas empresas la relación con proveedores pasa por ser una técnica de gestión altamente rentable y eficiente, que en Cuba sería impracticable.
Entonces, ¿De qué está hablando el régimen en un artículo publicado en Granma, con el título “Los eslabones perdidos en el encadenamiento”? Desde luego, de nada que vaya a contribuir a la mejora de la productividad, el empleo y la riqueza de la economía. Se pretende que las ventas a las cadenas de tiendas, el turismo y la exportación, sean fuentes para que los productores capten divisas y adquieran insumos y tecnología, pero reconocen que esto, en muchos lugares, sigue siendo una asignatura pendiente.
¿Por qué esta asignatura pendiente?
El dato lo ofreció hace unos días el ministro Gil. De la circulación mercantil minorista de la nación, el 75% se realiza en pesos cubanos, pero cuidado, el otro 25% en moneda libremente convertible. Dicho de forma simple, el régimen comunista ha roto la unidad de mercado, como si el CUC hubiera vuelto a nacer. Entonces era más fácil, porque todo el mundo hablaba de aquella entelequia llamada “moneda total”, pero ahora es distinto.
Y tanto, mientras que los productores se orientan a las tiendas en moneda libremente convertible para comercializar sus cosechas, observan con estupor que la misma tienda (de Cimex) tiene en sus estantes numerosos productos importados, muchas veces coincidentes. Y eso que los dirigentes han estado insistiendo en que hay que impulsar la producción nacional y obtener en la Isla los principales renglones de consumo. Pues no. La tienda en MLC de Cimex está repleta de productos importados.
¿Esto qué consecuencias tiene? Muy sencillo. El productor cubano dejará de llevar sus cosechas a la tienda y reducirá su producción. No tiene el menor incentivo para buscar el encadenamiento. El ejemplo es del artículo de Granma, pero se podrían citar muchos más en el ámbito de la ganadería, lácteos y derivados, bates de béisbol, carbón vegetal, frutas, etc. El caso es que el sector agropecuario cubano registró en 2021 uno de sus peores años de la historia, con descensos generalizados en todas las producciones, en tanto que los cubanos la pasan muy mal para comer algo.
Si. Hay que producir más, pero hay que hacer que lo producido encuentre mercado, y no solo en las tiendas de MLC sino en los mercados estatales que deberían estar inundados de productos a precios competitivos. Saltar de un 75% al 100% del mercado genera unas economías de escala que se tienen que valorar como fundamentales. Por el contrario, atender necesidades de un 25% de la población, actúa como un freno a la búsqueda de las economías de escala en la producción. Con el paso de los años, se ha podido constatar que el objetivo “raulista” de sustitución de importaciones pasó a mejor vida, y a pesar de la escasez de divisas Cuba ha mantenido unas importaciones anuales de alimentos que no bajan de 2.000 millones de dólares. Y así quieren lograr los encadenamientos.
Se quejan en el artículo de Granma que en las tiendas en MLC, a la vista de todos, sobran los surtidos que han atravesado mares para llegar a los estantes, y que muy bien pudieron obtenerse en suelo cubano. Y llevan razón. Las zanahorias, pimientos y pepinillos, conservas de maíz, de verduras y de tomates pelados enteros, frijoles negros procedentes de España o México se podrían obtener en Cuba. ¿Es un problema de comercialización, entonces? No del todo.
Las ventas a las cadenas de tiendas, el turismo y la exportación por los productores cubanos se mantiene como una opción lejana e inaccesible. En realidad, existen numerosas reservas por explotar, no solo en productos que tropiezan con otros similares procedentes del extranjero, sino en nuevos que siguen durmiendo el sueño eterno sin recibir la debida atención. Con ello, se pierden oportunidades de negocio, de rentabilidad, de crecer la escala de producción y operar a costes mínimos, pero nadie mueve un dedo.
El productor privado bastante tiene con pelear a diario contra la injerencia estatal y comunista en sus tierras, ahí están las 63 medidas que han sido ampliamente rechazadas por todos. El productor estatal vive del cumplimiento de los planes y sobrecumplir no entra en su móvil de actuación. Incluso, hasta la falta de envases para suministrar el producto, actúa como un freno potencial para las producciones nacionales.
Con este cuadro por delante, no hay encadenamiento que sirva para nada. Las reformas “raulistas” han servido de bien poco, lo mismo que las de Díaz Canel una década después. La otrora productiva agricultura y ganadería cubana se mueren sin que nadie haga algo para ayudar. No es cierto que la máxima dirección del país no ha puesto el menor interés en eliminar todo tipo de trabas al desarrollo de la economía, sino todo lo contrario. Las políticas que se han implementado han ido fracasando una detrás de otra, porque no se dirigen al núcleo del problema que es la estructura jurídica de la producción. Quien se encadena, exporta, importa, comercializa excedentes, coopera con otros, no lo hace ni para cumplir un plan, ni al pie de consignas políticas, o porque se sienta el “comunista del año”. Lo hace porque de ese modo, gana dinero, genera riqueza y empleo y la distribuye para la sociedad. El móvil del beneficio, ausente en las decisiones de la economía cubana, tiene que ser restaurado para bien de todos.
Con parches y actuaciones parciales, no se logrará nada. Si se pretende, como dijo el ministro, ocupar con producciones nacionales todo el mercado, hay que ponerse las pilas. Reivindicar la producción nacional y, al mismo tiempo, reducir la dependencia de los mercados foráneos, forma parte de una acción que debe ir relacionada con el desarrollo del sector privado en la economía cubana para que pase a ser el eje de la misma, en detrimento del estado, como ocurre ahora. Ese es el sentido de las reformas estructurales que se tienen que implementar si se quiere encontrar los encadenamientos. Parece mentira, pero Raúl Castro habló de “trabajar con sentido crítico y creador, sin anquilosamiento ni esquematismos”, si alguien le hubiera hecho caso, otro gallo cantaría.
Hola,Elías una consulta,se pudiera dolarizar la economía cubana al estilo Panamá,El Salvador y que efecto tendría en la inflación y la productividad de las Pymes,Milei lo quiere aplicar
ResponderEliminarElías,una consulta,se puede dolarizar la economía cubana?al estilo Panamá,Milei lo aplicaría en Argentina si sale presidente y es muy probable.
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