El análisis del mercado cambiario y la intervención estatal (II)
Elías Amor Bravo economista
Cuando el ministro Gil decidió, unilateralmente, hace dos meses, crear un cambio de 1X120 para el peso en un intento de contrarrestar la tendencia en el mercado informal, pronto se observó que los límites impuestos a la disponibilidad de divisas, el ámbito geográfico y el acceso a la compra, limitado a personas naturales, iba a provocar más problemas que soluciones al problema, por cuanto dicho proceso eliminaba el principio básico de convertibilidad del mercado cambiario.
La decisión del ministro, lejos de reconducir la situación, alertó al mercado informal que inició una escalada del dólar sin precedentes hasta situarlo en el entorno de los 200 pesos. Fracaso tras fracaso, las autoridades pretenden ahora reconducir la situación y que el mercado cambiario se posicione entre la moneda nacional y las divisas, evitando que la economía cubana se dolarice. No será fácil. Se ha perdido un tiempo muy valioso y ahora el coste del ajuste será mayor.
El ministro está empeñado en controlar todas las divisas que entran en la economía para canalizarlas a las arcas del estado, y como cada vez hay menos, las decisiones son cada vez más arriesgadas. Recordar que las tiendas en MLC se adoptaron como una solución temporal y necesaria para mantener el socialismo, y ahí siguen más de dos años. Todo lo que se plantea por un tiempo, se acaba convirtiendo en permanente. Y así les va.
Por otra parte, hay inquietud entre los cubanos por lo que pueda ocurrir con la cotización del peso en los próximos meses. Los que tienen stocks de esta moneda, no saben si cambiar ahora, en el entorno de los 190-200 por dólar, o esperar a ver. La incertidumbre es máxima, porque el funcionamiento del mercado informal se aparta de los esquemas convencionales que explican las tendencias en el valor de las monedas, y no existe anclaje alguno al que referir el análisis. En todo caso, no parece que vayan a cambiar los condicionantes del entorno que han llevado a esta situación, de modo que las cosas pueden seguir por los mismos derroteros.
De modo que, ante la actual crisis cambiaria del peso, que las autoridades son incapaces de revertir, proliferan en la prensa oficial los mensajes relativos a que el peso cubano debe ser el centro del sistema financiero, incluyendo un sistema de precios inclusivo para todos los actores económicos y un mercado que funcione con determinado nivel de ofertas mayoristas y minoristas. Entonces, ¿por qué no lo logran?
El mercado cambiario se considera uno de los elementos esenciales en la recuperación de la convertibilidad de la moneda nacional, pero es mucho más que un intercambio nominal de divisas. De hecho, la tesis oficial señala que su ausencia supuso un gran obstáculo para el pleno aprovechamiento de las capacidades productivas, limitando el crecimiento económico del país. El mercado cambiario es reflejo de otros equilibrios o desequilibrios que inciden en el valor relativo de las monedas. No es un ente aislado.
Los dirigentes del Banco Central de Cuba consideran, con acierto, que el mercado cambiario supone la posibilidad de conectar la moneda nacional con las divisas, a través de un tipo de cambio fundamentado y que, además, esto se debe reflejar en la práctica, en las relaciones que se establecen entre los agentes económicos, tanto estatales como privados. La inconvertibilidad ocurrida tras la aprobación del cambio de la tarea ordenamiento, de 1X24, supuso la aparición de mecanismos alternativos al acceso a las divisas, como la dolarización de la economía en los mercados informales, a la que los dirigentes quieren poner límites, pues se contrapone al objetivo de incrementar la capacidad de compra de la moneda nacional.
Desde esta perspectiva, la posición oficial asume que la no convertibilidad de la moneda genera desequilibrios, porque los actores económicos no pueden atender sus necesidades de divisas con la moneda nacional al tipo de cambio oficial vigente. Cuando este proceso se realiza de forma desordenada, conduce la economía a una situación compleja, y ejemplo de ello es el actual escenario de dolarización y de desarrollo del mercado informal, al que las autoridades quieren poner coto.
En este punto, la visión oficial insiste en la necesidad de corregir las fuentes generadoras de desequilibrio que gravitan sobre el mercado cambiario, principalmente las asociadas a las grandes emisiones de moneda nacional para respaldar el déficit fiscal. Entonces, sugieren que por medio de una intervención ordenada y coherente, empleando los instrumentos de política económica con que cuenta el estado, como ente regulador, se pueda implementar un mercado cambiario que responda a sus fines de convertibilidad.
Los dirigentes concluyen que la estabilidad macroeconómica es esencial para poder crecer, y ese crecimiento es lo que permite ampliar las capacidades productivas, que posibilitan el desarrollo económico del país, y en ese desarrollo va la posibilidad de la construcción del socialismo. Para lograr este objetivo, hay que implementar sobre la marcha un conjunto de transformaciones estructurales que conduzcan a la plena convertibilidad de la moneda nacional. La cuestión es la misma de siempre, ¿qué transformaciones estructurales?
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