El Fondo de desarrollo del fomento agrícola ha sido un fracaso
Elías Amor Bravo economista
Uno de los fracasos más estrepitosos de las 63 medidas aprobadas por el régimen comunista cubano para aumentar la producción agropecuaria ha sido el denominado Fondo de Desarrollo del Fomento Agrícola. A un año de su creación, el balance no puede ser más desmoralizador. Lo reconoce Granma de forma explícita cuando señala que “en Ciego de Ávila pudieran ser más los créditos aprobados, por ser una provincia netamente agrícola”, pero solo se han otorgado 22 créditos por un monto de unos 230 millones de pesos. Una nadería.
Por si sirve de algo, que tengan en cuenta lo que pretenden hacer en Pinar del Río, vendiendo a mitad de precio los materiales de construcción para luchar contra la destrucción del ciclón. Ese tipo de medidas, no funcionan.
Pero vayamos al caso que nos ocupa. Las 63 medidas que buscaban incentivar el progreso de la agricultura y agilizar la producción de alimentos, no han funcionado un año después. Es lógico, están mal diseñadas y tratan de lograr objetivos sin realizar previamente transformaciones estructurales.
Lejos de atribuir responsabilidades del fracaso a los bancos
de Crédito y Comercio y del Popular de Ahorro, que solo son correas de
trasmisión de un programa, insisto, mal diseñado, el único que tiene que dar
respuesta del fracaso es el régimen, el ministerio e incluso el mismo Díaz
Canel por confiar en actuaciones imprecisas, mal diseñadas y de escasa utilidad
social, como este fondo.
¿Por qué decimos que el diseño es incorrecto?
Pues básicamente por aquellos que solicitan y obtienen los créditos del fondo. Se trata de empresas estatales que vendrán apoyadas por criterios políticos y partidistas. Desde que se puso en marcha esta modalidad financiera, los bancos aprobaron, además, créditos reducidos con un importe escaso, y destinados a empresas estatales, como la Arnaldo Ramírez y la Porcina.
Muy pocos
agricultores independientes se beneficiaron de los préstamos. Los que se
beneficiaron con el Crédito de desarrollo agropecuario han sido empresas estatales
con un peso en la producción de alimentos, como la
Agropecuaria La Cuba, la Agroindustrial Ceballos, Agropecuaria Chambas, e
integral Agropecuaria, y tan solo participaron tres entidades del sector cooperativo, que recibieron 108 millones de pesos destinados a cultivo de plátano, guayaba, papa y
el fomento de pastos para la ganadería.
Por otra parte, la nota de Granma informó que el Banco de Fomento Agrícola, aprobó 2.800
millones de pesos para la siembra de caña, además de otros montos para la
producción porcina, de cultivos protegidos, la siembra de yuca, maíz, soya,
boniato, arroz, frutales y plantas proteicas para la alimentación animal. Y, sin embargo, la
campaña del azúcar fue la peor desde los tiempos coloniales. Bandec se encarga
ahora de gestionar la deuda comprometida, pero, como dice Granma, la mayor
responsabilidad recae sobre la Agricultura y Azcuba, encargados de definir las
personas naturales y jurídicas que cumplen los requisitos para recibir el
préstamo y están en condiciones de incrementar las producciones, como se
pretende, y poder devolverlo.
Esta es la cuestión. ¿Cuál es el requisito a cumplir? Parece
que estamos hablando de cuestiones intrascendentes, pero la práctica bancaria eficiente lo
tiene claro. Los derechos de propiedad son condición necesaria, pero no suficiente,
para una eficaz política financiera. Si no se establece dicha relación de forma
transparente y con el máximo respeto jurídico, no pueden salir bien las cosas.
Y así, transcurrido un año, como dice Granma, escasean los créditos aprobados en una provincia
netamente agrícola, y se reconoce que, “aun cuando se han aprovechado todos los
escenarios para divulgar lo ventajoso de la iniciativa, nunca es suficiente,
porque no siempre se llega directamente a los productores”. Una vez más, la
comunicación. Y vuelta a empezar culpando del fracaso a la situación compleja del
entorno económico y social.
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