¿Embargo si, embargo no? El eterno cachumbambé al descubierto
Elías Amor Bravo economista
De lo sublime a lo ridículo solo hay un pequeño paso. Bruno Rodríguez, el ministro de exteriores del régimen comunista cubano que, un día antes, agradecía públicamente al Departamento de Estado de Estados Unidos la ayuda de 2 millones de dólares para los daños del ciclón, al siguiente se despachaba con un discurso, ampliamente cubierto en la prensa estatal, según el cual, “el mundo sería mejor sin el bloqueo contra Cuba”. Insisto, de lo sublime a lo ridículo.
En esta jerga del bloqueo, los comunistas cubanos han ganado la batalla de la propaganda y la desinformación. Que en Cuba no hay malanga, la culpa del embargo. Que en Cuba no hay electricidad, la culpa del embargo. Que a Cuba no llegan turistas, la culpa del embargo. Que a Cuba no le prestan dinero en los mercados financieros, la culpa es del embargo. Y así, todos los ámbitos de la vida de una nación se ven influidos por un contencioso con el vecino del norte, cuya solución, por otra parte, está al alcance de la mano del régimen comunista. Si no lo hace, sus razones, tendrá.
Y en realidad, si en Cuba no hay comida, se detectan graves carencias, desabastecimiento, largas colas, ansiedad, en la población ante las dificultades incluso para asegurar la canasta básica, el único embargo/bloqueo responsable de esta situación es el interno, el que ejerce el régimen y su modelo económico sobre la población. Cuba puede comprar alimentos en los mercados de 192 países del mundo, y también lo hace en Estados Unidos. El problema es la disponibilidad de recursos financieros para hacer esas compras, que, por no pagar las deudas, no son fáciles de obtener. Lo que priva a Cuba de acceder a los mercados financieros es una data poco responsable de pago de sus deudas. Nadie, en condiciones normales, está dispuesto a prestar a quién no honra los compromisos.
En todo caso, el bloqueo/embargo es uno de los ejes de comunicación que el régimen comunista, ideado por Fidel Castro, ha jugado con maestría en los foros internacionales, consiguiendo una asombrosa alineación de los países con respecto a unas tesis y argumentos que no caben en cualquier análisis económico básico.
Tal es el empeño que desde Naciones Unidas se promovió un supuesto informe nacional, en virtud de la resolución 75/289 de la Asamblea General de la organización, titulado “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba” (período agosto 2021- febrero 2022) al que los comunistas cubanos dedican especial atención todos los años. En concreto, por trigésima ocasión se abordará dicho documento los días 2 y 3 de noviembre. Ya están en la campaña.
Además, cada año, el régimen aprovecha cualquier factor externo para adornar con tintes dramáticos el contenido del informe. Este año, cómo no, está el paso de Ian por Pinar del Río, que ha venido a agravar los efectos de la grave crisis económica internacional que ya se empieza a sentir en la Isla y que apenas dibuja CEPAL en sus previsiones más recientes. Los socios del régimen no están en condiciones, por ejemplo, de regalar dinero.
Y como no hay dos sin tres, en el informe de este año, Rodríguez Parrilla se extendió en explicar que el bloqueo ha adoptado nuevas formas, si cabe más perjudiciales, en su empeño por acentuar el impacto en la vida cotidiana, aunque para ello, se tengan que remontar a documentos históricos de 1960, como aquel Memorándum del Subsecretario Lester Mallory, que todavía 62 años después sigue dando oportunidad a los comunistas cubanos para el ataque. Anda que no ha llovido desde entonces.
En este punto, y con este análisis rancio de la historia, llega una nueva cuantificación de las pérdidas ocasionadas por el bloqueo que, según el régimen, entre agosto de 2021 y febrero de 2022, se situaron en 3.806 millones de dólares, una cifra récord histórica en un período de solo siete meses. Es como si la economía cubana dependiera solo de la economía de Estados Unidos, una especie de enfoque anexionista o algo parecido.
El régimen no escatima esfuerzos. En seis décadas, a precios corrientes, los daños acumulados suman 154.217 millones de dólares. Al valor del oro, es decir a la onza de oro, tomando en cuenta las depreciaciones, los perjuicios acumulados alcanzan la cifra de 1 billón 391 mil 111 millones de dólares. Y claro, la conclusión política es siempre la misma: imaginen lo que habría podido hacer Cuba disponiendo de esos recursos. Cómo sería Cuba hoy si el país hubiera utilizado esos recursos.
Pues nada. O todo. No por disponer de dinero, una economía puede funcionar mejor. Y a la inversa. La clave es cómo se emplea ese dinero y en qué términos de rentabilidad se destinan los recursos. Y no parece que el modelo económico imperante en la Isla permita alcanzar esa rentabilidad a la vista de los resultados. El bloqueo/embargo llega hasta dónde llega, y nada más. El resto es todo ciencia ficción.
En realidad, Estados Unidos es el segundo mercado de procedencia de los turistas que llegan a Cuba, envía remesas por más de 8.000 millones de dólares al año y permite realizar operaciones de comercio exterior por importe de 200 millones de dólares al año. Nadie ve el embargo por ningún sitio, salvo aquel que tiene interés político en que ello sea así. Pasar del ejercicio cuantitativo de pérdidas, ya sean los 3.806 millones de dólares citados o los 6.364 millones de dólares de la etapa de gobierno de Biden, al cálculo en términos del PIB es arriesgado y sienta un mal procedente.
Hay algo en la estimación del informe de daños que merece atención por su novedad. El régimen sostiene que el PIB podría haber crecido un 4,5%, de no haber existido el bloqueo/embargo en el período agosto 2021-febrero 2022. Este 4,5% no tiene ni pies ni cabeza y obliga a realizar una reflexión sobre qué significan las magnitudes económicas agregadas, cómo se calculan, qué significan realmente.
Para empezar, conviene saber realmente cuánto creció la economía cubana en el período citado. Los datos de crecimiento del PIB los proporciona la ONEI por trimestres. Dadas las fechas manejadas, estamos desde el tercer trimestre de 2021 al primer trimestre de 2022.
Según datos de la ONEI, en 2021 el crecimiento interanual del PIB fue del -1,4%, en el tercer trimestre, después alcanzó el 10,9% en el cuarto trimestre y repitió un 10,9% en el primero de 2022. Un sencillo cálculo matemático, indica que, en este período, el PIB creció un 6,8%, claramente por encima de la media de 2021, que fue del 3,2%. Entonces, ¿de qué está hablando el régimen con ese 4,5% que según dicen podrían lograr si no hubiera embargo?
Cuidado con las reclamaciones sin fundamento, y con el cálculo que no tiene una adecuada justificación. Ahora va a resultar que, incluso con embargo/bloqueo, la economía cubana creció por encima de lo que desea crecer el régimen sin que existiera este contencioso. ¿A quién creer?
El régimen culpa al embargo de la falta de combustible, los obstáculos para adquirir piezas de repuesto y otros recursos basados en tecnologías estadounidenses, de las dificultades en las relaciones bancario-financieras, en las transacciones comerciales, de inversión o financieras, en la persecución directa a productores, transportistas, a las navieras, a las aseguradoras y compañías reaseguradoras, problemas del sistema electro-energético, los medicamentos, pero en realidad muchas de estas denuncias tienen que ver con las trabas existentes que impiden a la economía funcionar libremente. Ese es el verdadero embargo.
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