El turismo en Cuba en el primer semestre de 2022: de la manipulación informativa a la realidad y la inflación que viene haciendo daño.

Elías Amor Bravo economista

En los seis primeros meses de 2022, según la ONEI, llegaron a Cuba un total de 987.008 viajeros que representan un aumento del 557,3% respecto al mismo período de 2021, lo que equivale a 809.808 viajeros más. De esos viajeros, los visitantes internacionales han sido 682.411 y representan un 596,3% con relación al mismo período del año anterior. Es decir, 567.972 visitantes internacionales más que en el primer semestre de 2021.

Estos datos indican que el sector turístico cubano está en crecimiento y que lo hace a un ritmo importante, multiplicando por 5 las cifras del año anterior. Pero una vez más, es conveniente mostrar las campañas de manipulación de la información del régimen comunista, y en este caso, no se puede menos que cuestionar los datos que, de modo triunfal, están ofreciendo los dirigentes.

Y ello por cuatro razones.

Primera, porque a pesar del dinamismo que está experimentando el turismo a nivel mundial, se sigue sin alcanzar en Cuba los resultados del último año normal antes de la pandemia, que fue 2019. Aquel año, al final del primer semestre, habían llegado a Cuba 2.561.719 visitantes, alrededor de tres veces más que este año 2022 que, si bien ha mejorado con respecto a 2021, es obvio si se tiene en cuenta que aquel fue un año de cierre de fronteras hasta noviembre, como consecuencia de los contagios de COVID-19. 

Por lo tanto, conviene ser prudente con las cifras. El nivel de actividad turística de estos primeros seis meses de 2022 apenas alcanza un 27% de la cifra de 2019, y aquel año se alcanzaron 4,2 millones de turistas en todo el ejercicio. Los datos de 2022 siguen sin ser buenos, y las campañas de manipulación se tienen que situar en su término justo. Más aún cuando ahora vienen meses débiles para el turismo del Caribe que coinciden con el verano y la temporada ciclónica. Una vez más, habrá que esperar a noviembre para ver si tiene lugar el milagro.

Segunda, porque se están produciendo cambios significativos en la composición del turismo. En efecto, la llegada de canadienses se activa y ya suponen el 31,3% del total, con 214.122 visitantes (seis puntos más que en 2019 por ejemplo). Pero conviene tener en cuenta que el segundo bloque lo conforma la comunidad cubana en el exterior, que con 151.008 visitantes ya supone más de la cuarta parte del total (diez puntos más que en 2019). Y, en tercer lugar, Estados Unidos que con 40.600 aventaja a los rusos. 

Los dirigentes deberían conocer estos datos y tener cuidado a la hora de descalificar y atacar a su vecino del norte porque pueden afectar las preferencias de la demanda. A pesar del “embargo/bloqueo” los turistas de Estados Unidos a Cuba superan a los de cualquier país europeo.

Mientras tanto, los turistas de los mercados del viejo continente, pese al auge de las potencias tradicionales como España, Francia o Italia, no muestran especial interés por venir a Cuba o registran crecimientos muy inferiores a la media, que, en el caso concreto de los rusos confirma que las medidas de la comunidad internacional están dando sus efectos, apenas 37.654 turistas rusos llegaron en el primer semestre a Cuba. 

Tercera, porque otros destinos competitivos del Caribe van lanzados en lo que llevamos de año dejando a Cuba muy atrás en el proceso de recuperación del turismo tras la pandemia. Es el caso de la República Dominicana que en los primeros cinco meses de este año ha ingresado una cifra espectacular de 2.396.864 turistas de un total de 3 millones de pasajeros. 

Los resultados de este destino del Caribe vuelven a dejar muy detrás a Cuba, casi un 71% por debajo, que arrastra notables dificultades para hacer crecer el turismo. Otros destinos como Cancún o Costa Rica muestran igualmente datos positivos lo que puede indicar que la política turística de Cuba no es la adecuada y que debería ser objeto de revisión.

Cuarta, porque los resultados de este primer trimestre alejan a la economía de los objetivos del plan para 2022. Y no conviene olvidar la relevancia casi enfermiza que los comunistas cubanos otorgan a su plan de la economía que, por lo general, rara vez se cumple. Si los resultados de estos seis meses se multiplicasen por dos, el turismo en Cuba a final de año no pasaría de 1,3 millones de visitantes, cifra que queda muy alejada del objetivo del régimen comunista de 2,5 millones, prácticamente la mitad.

No. No va bien el turismo en Cuba en este 2022. El crecimiento es insuficiente para remontar la crisis, y no tiene que ver con el que se registra en otros países de la zona que han sido capaces de movilizar su mercado. Lo peor es que el sector privado cubano, vinculado al turismo, pierde oportunidades de crecimiento y se mantiene estancado, esperando que la situación mejore. Y ahora llega la inflación.

La inflación del IPC, por ejemplo, del componente de “Restaurantes y hoteles” directamente relacionado con el turismo, se ha encargado de confirmar la pérdida creciente de competitividad del sector. Los precios de este componente hasta el mes de mayo aumentaron un 24,61% en tasa interanual, dos décimas menos que la media que fue de un 26%. La inflación creciente resta atractivo al turismo cubano y reduce la demanda. Grave problema del que las autoridades no saben cómo salir. 

Han invertido en exceso en la construcción de hoteles, y ahora cuando llega el momento de ocuparlos, se encuentran con que otros destinos de la zona son más competitivos en precio porque han sido capaces de atajar la inflación con medidas eficaces. De pronto, además, se han topado con que el euro y el dólar están en la paridad y se desmonta cualquier posible atracción de turistas europeos. Los dirigentes comunistas cubanos no tienen ni idea de cómo se dirige una economía, pero no lo aceptarán y esa obsesión por intervenir, planificar y controlar la actividad económica, los ha llevado al desastre. Igualmente, por manipular. No es bueno dar cifras que no son reales. El turismo cubano es un buen ejemplo de ello.


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