La formación de precios en la economía cubana: así no se cuadra la caja

Elías Amor Bravo economista

El programa “Cuadrando la caja” de la televisión cubana, abordó en su última edición la cuestión relativa a la fijación de precios en Cuba, y de paso los efectos de la inflación y la intervención gubernamental en estos procesos.

Los cubanos que asistieron como espectadores desde sus casas no recibieron toda la información que los economistas poseen sobre la fijación de los precios en una economía. Por el contrario, tan solo se les ofreció una visión parcial e ideológica del asunto, que, además, solo se encuentra presente a nivel internacional en Cuba. Esta nota tiene como objeto explicar qué fue lo que no se dijo y, sin embargo, se debió decir en este programa. Y. sobre todo, ¿por qué?

Cuesta creer que, en el tiempo del espacio, y con la presencia de tres destacados participantes, no se hiciera referencia, en momento alguno, al papel del mercado, las leyes de la oferta y demanda, en la fijación de precios y la asignación de recursos en una economía. Claro, reconocer esta realidad va en contra del mantra marxista leninista cubano y, aunque en algunos momentos se estuvo cerca de la frontera de la realidad, lo cierto es que el programa dio poco de sí. Y, además, confirmó, por qué en materia de precios, los dirigentes castristas han metido a la economía cubana en un círculo vicioso del que no va a salir fácilmente.

En algunos momentos, era como si estuvieran tratando una cuestión distinta a la fijación de los precios en una economía. Al comienzo del programa alguno de los participantes ofreció una definición del precio como “expresión monetaria del valor de las mercancías en función del tiempo real de trabajo necesario para producir el mayor número posible de mercancías”, extraída de algún viejo manual de economía marxista, y a partir de entonces nadie se movió hacia el espacio alternativo, en que los precios se determinan libremente en los mercados por medio del resultado de la interacción voluntaria de la oferta y demanda.

Era muy fácil llegar a este punto, y había razones de sobra para ello, aunque solo fuera para informar a los cubanos que existe otra vía más para la formación de los precios, pero nadie mostró el menor interés en hacerlo, ni siquiera la presentadora, que en algún momento del espacio utilizó su posición principal e influencia sobre el espectador para apoyar las tesis del representante comunista en la mesa, Labañino empeñado en que no se hablara del mercado, ni tampoco de la oferta y demanda.

Para no entrar en la cuestión, los precios, según dijo alguno de los participantes en el programa, no eran otra cosa que el reflejo de las contradicciones, ineficiencias, obstáculos, y demás efectos negativos que perjudican a las personas. ¡Qué gran error! Precisamente los precios son instrumentos básicos de información que trasmiten señales a los agentes económicos para tomar decisiones eficientes. Los gobiernos deben asegurar que ese efecto informativo no se distorsione y las políticas económicas más correctas son las que se dirigen a lograr ese objetivo.

Y, claro, Labañino. que ideológicamente se niega a reconocer esto, se descolgó con una “investigación científica” hecha por él, basada en datos del IPC de abril, que dijo que eran “frescos”, sin advertir que ya estaban publicados en la web de ONEI desde hace días los correspondientes al mes de mayo. Todo muy científico y basado en la eterna superioridad moral que la izquierda cree tener.

De modo que, Labañino, con precios antiguos, se puso a exponer una digresión sobre las distorsiones que, en su opinión, crean los precios cuando aparece la inflación como ocurre en Cuba. La presentadora lo tuvo que interrumpir porque se alargaba su discurso. Al final, tras la perorata, según él, todo el problema estaba en la ficha de costo. Increíble.

Otro de los participantes, sin duda con un conocimiento más cercano de la realidad de la economía, introdujo a continuación, la importancia de la producción, sin citar el término oferta, como variable clave para la interacción con otros agentes. En este punto, estaban cerca del mercado. Pero entonces, Labañino volvió a interrumpir a su interlocutor para acabar diciendo lo mismo, una práctica que confirma que este programa se encuentra controlado y dirigido por los comunistas, que no quieren perder, bajo ningún concepto, el hilo argumental.

En este punto del espacio, más o menos a la mitad, parecía evidente que todo el mundo se había olvidado del mercado y de la oferta y demanda, y esto se confirmó cuando llegó el turno a las referencias al ministerio de finanzas y precios como agente fundamental en la fijación de precios en la economía. Ni una sola crítica a los vaivenes y errores de ese ministerio que con el mecanismo de topar precios ha provocado las carestías más graves de la economía. Todo esto sonó a mensajes reaccionarios, agotados, de escasa o nula credibilidad, mientras que, por otro lado, se ensalzaba el papel de las empresas estatales en la fijación de precios de la economía, otorgándoles una responsabilidad diferencial, como si las empresas estatales estuvieran para alardes.

En este punto, se defendió como positiva la decisión de las autoridades de descentralizar la fijación de los precios a las empresas y órganos del poder popular. Pero no conformes con este desatino, el mayor llegó a continuación, cuando Labañino, tras defender la necesidad de que los precios se determinen por “procedimientos científicos” proclamó su propuesta relativa a la necesidad de que “el pueblo, el partido, los sindicatos tienen que estar en la formación de precios”. Todo el mundo, al estilo más puro del colectivismo marxista. A río revuelto, ganancia de pescadores. Labañino tampoco se cortó a la hora de sacar la maquinaria de represión contra especuladores, corruptos y revendedores, entre otros, a los que calificó de “amenaza para el pueblo”. Incluso se sacó de la manga una nota del fiscal general de Estados Unidos “para que el FBI investigue precios elevados”, una típica fake de la prensa cubana venezolana.

El programa acabó con propuestas increíbles. Desde la limitación de los márgenes de ganancia empresarial, a la categorización de precios de productos por su calidad, pasando de nuevo por las fichas de costes y la responsabilidad social de las empresas estatales socialistas. Parches y más parches, sin pensar que el modelo económico eficiente debe venir cimentado en un funcionamiento general e integrado.

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