Los medicamentos en Cuba, otro indicador de la crisis final del modelo
Elías Amor Bravo economista
A ningún dirigente comunista cubano se le ha ocurrido pensar que los problemas con la producción nacional de medicamentos tienen un origen exclusivo en el hecho de que BioCubafarma sea el encargado de producir el 80% de los que se venden en el país. ¿A quién se le ocurre este tipo de aberraciones económicas? Adjudicar a un monopolio estatal dirigido por decisiones políticas una función de estas características, entraña riesgos. Graves riesgos.
Continuamente, llegan de Cuba quejas sobre la falta de medicinas, que ya no se consiguen ni pagando en MLC o divisas. No hay. La situación de crisis afecta de forma intensa a la producción nacional de medicamentos (nadie ha dicho nada de las exportaciones que van a buen ritmo para recaudar divisas) y al cierre del primer semestre 142 fármacos fabricados en Cuba presentaron desabastecimiento, entre los cuales figuran citostáticos, aerosoles y antihipertensivos, los que tienen un uso más extendido en la población.
La situación es más grave aún ya que, a la falta de producción nacional, se añade que de un total de 120 productos internacionales para la industria médico-farmacéutica contratados y financiados en el exterior, 54 no han llegado al país hasta la fecha.
Que en Cuba no haya medicinas a disposición de la población, cuando esta financia con sus impuestos este complejo médico monopolista que proyecta sus servicios a nivel internacional, es muy grave, como lo es que prensa oficial culpe del desabastecimiento a un supuesto "déficit de producción, a la no adquisición de envases, materias primas, insumos y reactivos en el mercado internacional, en suma, al embargo".
¡Que cosas! No hay medicinas a disposición de la gente porque no hay envases. Si, esos pequeños frascos con los que se expenden los medicamentos y que, en muchos países, se reciclan a través de los puntos ecológicos de retirada de envases que disponen las farmacias, como atención a sus clientes y para la mayor seguridad de los residuos.
Los comunistas cubanos deberían callar antes de afirmar cosas de este tipo, que dejan muy bajo el pabellón que pretenden ofrecer al mundo, al que siempre, por hache o por be, se acaba culpando de todos los males del país. Ahora afirman que, por culpa de los continuos cambios en el mercado farmacéutico internacional, que extienden los plazos de entrega y exigen financiación adelantada, es por lo que Cuba no tiene medicamentos en referencia a los 120 antes citados.
La “persecución financiera” del embargo/bloqueo también suele ser referida como una responsable directa de la crisis interna cubana, pero no se entiende muy bien qué relación puede tener cuando BioCubafarma sigue atendiendo sus compromisos de exportación y mantiene relaciones abiertas con sus mercados clientes, a los que cuida mucho más que al mercado interno. Por mucho que lo intenten, el argumento del embargo/bloqueo ya agota, y es cada vez menos percibido por la población como la causa de los problemas. Esto no hace más que aumentar la distancia entre el pueblo y los gobernantes, mientras que los índices de malestar social se disparan al alza en el país.
El ejemplo citado de la prohibición de importar el gas 134a desde Estados Unidos, utilizado en la fabricación de aerosoles en spray para el tratamiento del asma bronquial, tales como el Salbutamol y la Fluticasona, por culpa del embargo, parece una justificación que carece de toda base. Hay más de 100 países en que este componente se puede comprar y llevar a Cuba, como hacen con los cargueros de fuel procedentes de Rusia. ¿Dónde está el bloqueo?
De hecho, se informó en Granma que finalmente este producto se acabó comprando en el mercado europeo, como alternativa para dar cobertura durante tres meses a los más de 530.000 pacientes inscritos en el registro de consumo de este medicamento, y evitar que sufran afectaciones. Alguien podría explicar qué diferencia hay entre comprar este producto en Estados Unidos o Europa. Si, tal vez se debería aclarar que la diferencia está en la compra a crédito, imposible con el vecino del norte, pero fácil de conseguir en los países europeos. Esa es la "persecución financiera" que denuncian los mismos que confiscaron derechos de propiedad y nunca pagaron las compensaciones.
¿A quién en su sano juicio se le ocurre asignar a un grupo empresarial monopólico como BioCubafarma la producción de los 369 medicamentos que integran el cuadro básico del país, y proveer el 80% de los medicamentos que se utilizan en el Sistema Nacional de Salud? ¿Alguien se ha detenido a pensar, si quiera un instante, en las consecuencias que tiene este tipo de decisiones políticas o ideológicas?
La movilización de recursos, la dependencia del monopolio y el hecho de que su gestión se encuentre condicionada por decisiones políticas, crea un escenario altamente inestable que, cuando las cosas vienen mal dadas, acaba estallando. Pasa como con GAESA, al final, consorcios tan grandes, con tanta concentración de poder económico y político, acaban creando más problemas que soluciones cuando los tiempos son difíciles. La decisión parece clara: la división.
A pesar de su enorme concentración de poder económico y político, BioCubafarma explicó que al cierre del primer semestre presentó faltas por encima de los 30 productos como promedio mensual, y la producción de sueros apenas consiguió abastecer el país, con una baja cobertura. ¿A qué se estaba dedicando BioCubafarma en este período de tiempo para no cumplir con sus compromisos con la población? ¿Quién va a dar explicaciones y, en el mejor de los casos, asumir responsabilidades por dejar a los cubanos sin medicamentos?
El lío con las medicinas va a continuar, porque es una manifestación más, de la crisis general que está golpeando al régimen comunista desde hace meses, con los apagones, la inflación desbocada, la carencia de productos en los mercados nacionales y la abundancia en las tiendas que venden en MLC. Todo ello aleja al pueblo de sus dirigentes y apunta a un creciente malestar social en el que jugar con la salud, es muy peligroso. La cuestión no se resuelve con importaciones puntuales y producir materias primas o envases en el país. Este tipo de decisiones ya se deberían haber tomado hace tiempo y no justo ahora, cuando las cosas son muy complicadas. El cambio de sistema no espera más.
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