Cuba y la unión euroasiática: de lo urgente a lo no necesario
Elias Amor Bravo, economista
Cuesta creer que, en las condiciones económicas actuales
tan difíciles para todos los cubanos, reconocidas por sus ministros de agricultura
o de economía sin ir más lejos, Díaz Canel no haya pedido ayuda alimentaria de
urgencia a los países de la llamada Unión Económica Euroasiática, a la que ha
sido invitada Cuba. El resto, se lo podría haber guardado. Ni geográfica, ni estratégica, ni cultural, ni económicamente Cuba sacará nada de provecho de la unión euroasiática.
Si en vez de pasar la mitad del discurso hablando de
bloqueos o embargos, y tratando de presentar una realidad que solo existe en
algunas mentes calenturientas de excesos ideológicos, hubiera
formulado una petición sincera de ayuda económica y alimentaria a los países de
esta unión económica, el discurso habría tenido sentido y los cubanos podrían
haber mejorado su angustiosa situación alimentaria.
Pero no. Díaz Canel se dedicó a hablar de otras cosas
como, hacer negocios con los servicios de salud, indicando “la disposición a
establecer una cooperación efectiva con los estados miembros de la Unión
Económica Euroasiática a partir del intercambio de experiencias entre los
expertos de nuestros países, la cooperación médica y la colaboración con
nuestros candidatos vacunales”. El lo llama “cooperación” pero realmente se trata
de vender contingentes de médicos por unos precios muy superiores a los del
mercado, a los que el gobierno cubano paga una ínfima cantidad y se queda con
la diferencia.
El negocio funciona y venderlo en Asia es una
oportunidad. Además, añadió al respecto que Cuba está preparada “para comenzar
el proceso de inserción en el mercado común de medicamentos, dispositivos y
tecnología médica, cuya creación se refrenda en el Tratado de la Unión
Económica Euroasiática”. Vender medicamentos es otra cosa, es exportación de
bienes, patentes, tecnología y respeto a normas internacionales, como las
establecidas por la OMS. La apuesta es arriesgada.
También declaró el interés de Cuba “por lograr una
mayor participación del empresariado de los países miembros del Consejo en los
proyectos de inversión extranjera en la isla, al amparo de una legislación
moderna y atractiva y las facilidades que brinda la Zona Especial de Desarrollo
del Mariel”. Cuesta creer que un empresario tan distante de Cuba se plantee
hacer negocios en el Mariel ¿para qué? ¿para usarlo como plataforma hacia otros
países, porque el poder de mercado interno en Cuba es nulo?
Algunos de estos países asiáticos conocen bien las
ZED ya que ellos alcanzaron el desarrollo en los años 80 del siglo pasado con
este tipo de instrumento, por eso les costará entender que aún hayan países como
Cuba que 40 años después se sigan apoyando en este instrumento para el
desarrollo. No lo entenderán. Ellos viven en la economía global y saben por
dónde van las tendencias.
Además, Díaz Canel ofreció un marco de colaboración “entre
el Banco de Desarrollo de la Unión Económica Euroasiática y el Sistema Bancario
de la República de Cuba” para el desarrollo de proyectos comunes. Este es un
asunto controvertido porque implica movimientos de capital y ni el más tonto
arriesga un céntimo a alguien como Cuba con una valoración tan baja en Moody´s.
Oras materias citadas, para promover la cooperación,
por Díaz Canel fueron, entre otras, “el intercambio cultural, la colaboración
deportiva y la formación de estudiantes a través de programas de becas en áreas
de fortaleza de cada uno de nuestros países”. Materias “pajarera” mas propias
de los tiempos del comunismo, cuando los técnicos del CAME las introducían en
los tratados para lograr algún tipo de equilibrio en aquel comercio irreal
entre la URSS y sus satélites.
Por supuesto, también mencionó “los objetivos comunes
en la cooperación e integración para el desarrollo de la economía digital y el
crecimiento del comercio electrónico en los procesos económicos y financieros,
en concordancia con nuestras acciones para impulsar con mayor dinamismo la
informatización de la sociedad”. Este es un asunto interesante, ya que el
ministro de economía dijo que las tecnologías están permitiendo a la economía
cubana superar el hundimiento del año pasado. La venta de empresas cubanas a
las tecnológicas internacionales o cualquier tipo de acuerdo de relaciones debe
estar en la agenda del régimen. Habría que pedir transparencia.
Y acabó Díaz Canel reiterando “la voluntad de Cuba de
contribuir al impulso de las relaciones económico-comerciales de los estados
miembros de esta organización con la región latinoamericana y caribeña”. China
ya tiene su apuesta en América Latina y Cuba no le tiene que decir gran cosa.
La costa del Pacífico es su área de expansión, y Cuba, qué curioso, queda lejos.
Del resto de países cualquier acción en América Latina tiene, como mínimo,
complejidades técnico productivas y culturales. El potencial de Cuba para ayudar
a ello es limitado, por no decir nulo.
Insisto. El discurso, una oportunidad perdida. Ni
una sola referencia a los graves
problemas de la economía cubana, en busca de auténtica solidaridad. Problemas que
se concretan en la falta de alimentos, que no tienen fácil arreglo.
Además, abundando en el discurso el tipo de medidas propuestas
por Díaz Canel no hace falta llevarlas a la lejana unión euroasiática. Bien está
que lo haga, si con ello obtiene algún beneficio. Pero incluso con el embargo o
bloqueo, o como le quieran llamar, si Díaz Canel utilizara un mensaje como ese
en cualquier foro occidental, tendría mucho más éxito que el habitual.
Recuerdo, sin más, el violento discurso antimperialista
que lanzó contra EEUU y en defensa del régimen venezolano durante la cumbre
iberoamericana celebrada en Andorra. El discurso, entonces trufado de ataques a
la deuda externa internacional, a los capitalistas explotadores, a EEUU etc.,
parecía un panfleto del Foro de Sao Paulo en vez de un mensaje de un jefe de
estado. Los asistentes no dieron crédito, más tarde pudieron ver que el representante
nicaragüense y el venezolano decían lo mismo, así que Díaz Canel perdió en aquel
momento una oportunidad para alentar voluntades a su favor.
En la unión euroasiática, que a Cuba le queda bien
lejos, no solo geográficamente, el torno del discurso se puede calificar de
aceptable, pero no ha ido al grano, no ha pedido comida de forma urgente, y por
ello ha perdido una gran oportunidad.
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