El por qué de los apagones en Cuba: precios y costes del monopolio
Elías Amor Bravo economista
Los apagones han acabado siendo una amenaza para los cubanos en este mes de octubre, aunque en modo alguno se pueden considerar un fenómeno actual. La diferencia entre lo que ocurría antes, y ahora, es la información que ofrecen las autoridades para explicar por qué ocurren estos sucesos tan desagradables. Sin duda, deben creer en el régimen que pueden calmar a ciudadanos muy molestos con los apagones o a empresas que se ven obligadas a paralizar su actividad, pero se equivocan.
Los comunicados que se trasladan a la población a través del monopolio eléctrico estatal vienen a confirmar que los apagones van a seguir y que, al menos de momento, hay que asumir que la vida cotidiana seguirá conviviendo con la inesperada falta de suministro de electricidad, y ello aunque se paguen los recibos como si nada hubiera ocurrido. También explican que el régimen, lejos de decir la verdad, se escuda en galimatías técnicos para evitar situar la responsabilidad de los apagones en la gestión estatal.
Esta semana ha sido muy intensa la información de la Unión Eléctrica. El martes anunciaron posibles interrupciones del servicio como consecuencia de una avería en la línea de transmisión de enlace con la central termoeléctrica (CTE) Ernesto Guevara, de Santa Cruz del Norte, lo que provocó la salida de operación de las unidades 1 y 2 de esa central (155 MW), así como de otras, la 6 de la CTE Diez de Octubre (90 MW), debido a salidero en la caldera, y la 5 de la CTE Antonio Maceo (80 MW), por regulador de velocidad de la turbina.
Para la Unión Eléctrica, el origen del problema venía de la mayor afectación en el "horario pico", que fue de 480 MW a las 7:10 de la noche. Más tarde, a las 8:26 p.m., se incorporó la unidad 1 de la CTE Ernesto Guevara (80MW), mientras la unidad 2 quedó averiada por un salidero en el horno. No fue suficiente. A continuación se produjeron "afectaciones al servicio", que es el término utilizado para referir a los apagones de toda la vida, durante toda la madrugada del 27 de octubre, como consecuencia de las averías reportadas y, también, por el comportamiento de la demanda que se excedió en 100 MW respecto a lo previsto. Desde las 2:00 a.m., la afectación se mantuvo por debajo de los 100 MW y, a partir de las 6:02 el servicio quedó restablecido. 4 horas de apagón.
A las 7 de la mañana, la disponibilidad del sistema eléctrico nacional era de 2.080 MW frente a una demanda de 2,020 MW “con toda la carga servida”, casi al límite. A partir de las 9:00 a.m. se volvieron a señalar posibles apagones, en esta ocasión, por déficit de capacidad de generación, con un máximo de 250 MW.
En la información de la Unión Eléctrica se señalaba que siguieron fuera de servicio por averías la unidad 2 de la CTE Ernesto Guevara, la 6 de la Diez de Octubre, la 1 de la CTE Lidio Ramón Pérez y la unidad 5 de la Antonio Maceo. En tanto, se realizaban labores de mantenimiento en la unidad 4 de la CTE Antonio Maceo. Además, persistían limitaciones en la generación térmica con 698 MW. Como consecuencia de lo anterior, en la generación distribuida y las averías señaladas no se dispuso de 1.038 MW y correspondieron a unidades en mantenimiento 329 MW.
El comunicado dijo que la entrada nuevamente al servicio eléctrico nacional de la unidad 1 de la termoeléctrica Lidio Ramón Pérez, que finalizó su prueba hidráulica, podría mejorar la situación. La Unión Eléctrica señaló que para el horario pico del 27 de octubre, se había previsto la incorporación, además de la unidad 1 en cuestión de la CTE Lidio Ramón Pérez (260 MW) de las plantas pico Rincón (15 MW) y Varadero (17 MW). Se estimó para el “pico” una disponibilidad de 2.734 MW y una demanda máxima de 2.700 MW, para una reserva de 34 MW. Ello significó que, dados los bajos niveles de reserva existentes, las autoridades acabaron reconociendo que podrían ocurrir apagones.
Una nueva nota de la Unión Eléctrica relativa al día 28 de octubre, resaltó que no se produjeron apagones en el servicio eléctrico en la mañana y la tarde. No obstante, a partir de 18:14 horas se comenzó a afectar el servicio por déficit de capacidad de generación, en el horario pico la máxima afectación fue de 247 MW a las 19:30 horas. Como consecuencia de ello, a partir de las 21,31 se produjo un apagón de 3 horas y 17 minutos. El monopolio eléctrico ofreció disculpas por las molestias causadas a quienes pretendían descansar viendo la televisión o escuchando la radio.
A continuación, se volvieron a explicar las causas del apagón, empezando por las salidas de las unidades 5 y 7 de la CTE Máximo Gómez de Mariel, el retraso en la entrada de la unidad 2 de la CTE Ernesto Guevara, que sincronizó a las 19:59 horas, así como el incremento de la demanda por encima de lo planificado en 62 MW. Más tarde, a las 23:08 horas por salida imprevista de la unidad 6 de la CTE Máximo Gómez (90 MW) se produjo otro apagón, con un máximo de 80 MW, que se restableció a las 00:01 horas de la madrugada del 29.
El monopolio eléctrico señaló en su comunicado que la disponibilidad del sistema eléctrico nacional a las 07:00 horas fue de 2.183 MW y la demanda 2.045 MW con toda la carga servida, estimando que no habría apagones del servicio eléctrico por déficit de capacidad de generación durante la mañana y la tarde del viernes de mantenerse las condiciones previstas. Y esta es la cuestión, lo difícil que es que se mantuvieran esas condiciones.
Siguieron fuera de servicio por avería la CTE Otto Parellada y la unidad 5 de la CTE Máximo Gómez, esperando que alguien las repare. En mantenimiento se encontraba la unidad 3 de la CTE Carlos Manuel de Céspedes para limpieza del condensador, la unidad 6 de la CTE Diez de Octubre y la unidad 4 de la CTE Antonio Maceo, igualmente dejando de suministrar electricidad a la red. En Energas Varadero estaba fuera de servicio 40 MW en la turbina de vapor y en Energas Boca de Jaruco una turbina de gas con 30 MW, por lo que se mantuvieron las limitaciones en la generación térmica (425 MW).
Para el pico del viernes, el monopolio eléctrico pronosticó la entrada al sistema de varias unidades, en concreto la unidad 3 al CTE Carlos Manuel de Céspedes con 130 MW; la unidad 5 de la CTE Máximo Gómez con 30 MW; la unidad 6 de la CTE Máximo Gómez con 85 MW y un motor en la CDE Mariel con 5 MW, con el uso de 291 MW en motores diésel. En tales condiciones, se estimó para el horario pico una disponibilidad de 2.761 MW y una demanda máxima de 2.650 MW, para una reserva de 111 MW. De modo que de mantenerse estas condiciones no se previeron apagones, aunque los niveles de reservas eran bajos en este horario.
Estos comunicados, prácticamente a diario en la prensa estatal comunista, con los mismos justificantes de averías, roturas, falta de mantenimiento, desconexiones de centrales, horarios pico, etc., etc., no solo acaban cansando a la población, sino que vienen a confirmar lo dicho por el ministro Gil en su análisis de la economía ante la Asamblea Nacional, situando “los apagones como uno de los principales problemas de la nación, y de más difícil y compleja solución”, al menos a corto plazo. En todo caso, ¿Quién y cómo compensa a los cubanos por los apagones? Esta es una cuestión de la que no se habla, pero que es fundamental para poner en orden esta situación.
El ministro formuló un análisis más general del asunto, con referencia a la escasez energética y su elevado coste, pero también citó estos problemas y averías mecánicos tan socorridos para justificar lo injustificable. No dijo la verdad. Y el monopolio eléctrico, en sus comunicados, me temo que tampoco, yéndose por las majaderías tecnológicas, sin permitir que los cubanos conozcan realmente cuál es el origen del problema.
La Unión Eléctrica funcionaba de forma relativamente razonable en la prestación de sus servicios antes del 1 de enero de 2021. Si, por supuesto que había apagones, pero muchos menos que ahora. De hecho durante los cierres de la pandemia, en Cuba no hubo casi apagones. Es un fenómeno de ahora mismo, y que guarda relación, por un lado, con el pequeño repunte de actividad económica que está teniendo lugar en la Isla, después del cierre de 2020. Los comunistas no solo no habían previsto que para atender necesidades crecientes de electricidad tenían que disponer más producción en la red.
Por otro lado, nadie se quiere acordar que, tras los aumentos de tarifas eléctricas acordados por la Tarea Ordenamiento, la gente iba a protestar, como de hecho ocurrió. Las tarifas eléctricas subieron de forma exponencial a partir del 1 de enero porque el monopolio no tuvo más remedio que hacerlo para afrontar aumentos salariales sin referentes de productividad que comprometían la solvencia. Pero las nuevas tarifas, de forma inmediata, fueron cuestionadas por todos los sectores sociales, lo que obligó al régimen a dar marcha atrás, comprometiendo con ello, los niveles de oferta del monopolio estatal, muy sensibles a los precios.
La historia posterior es conocida, ¿Quién puede estar interesado en dar un servicio, si quiera mínimo, cuando los precios cobrados a los consumidores no lo remuneran debidamente y se tiene que hacer frente a subidas salariales impuestas y sin referencia en la productividad?
Ya se sabe que ningún dirigente de la economía cubana hablará de esto, pero es el origen de los problemas con los apagones y con otros muchos sectores de actividad. El índice de precios de Servicios al hogar elaborado por la ONEI (donde se encuentra la electricidad) aumentó hasta septiembre un 152,8% en tasa interanual, casi 90 puntos más que la tasa media de inflación, de un 63,3%. La Tarea Ordenamiento ha trastocado los débiles equilibrios de la economía cubana, en concreto los precios relativos de bienes y servicios, y los apagones seguirán hasta que el monopolio eléctrico no restaure su rentabilidad y asegure la disponibilidad de recursos para cubrir sus costes, muy elevados (el régimen parece que ya no quiere conceder más subsidios y esto no puede acabar bien).
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