La economía cubana en el otoño de 2021

Elías Amor Bravo economista 

Una economía a las puertas de su apertura, pero que no acaba de entrar. Este podría ser el diagnóstico que cabe realizar en este mes de octubre de 2021 de la economía cubana. Las autoridades comunistas lanzan mensajes optimistas, convencidos de que la recuperación gradual es posible, pero no hacen gran cosa para lograrlo. Y por ello, no es cierto que la economía cubana ha comenzado a despertar después de casi dos años de recesión grave, intensa y profunda, ya no solo por la pandemia, sino por las deficiencias de la gestión de las políticas económicas.  

Por el contrario, en unos meses se podrán confirmar las peores previsiones, ya que numerosas actividades económicas seguirán paralizadas, o en el peor de los casos, no lograrán el efecto rebote que ya han conseguido otros países. El consejo de ministros podrá decir lo que quiera, y está en su derecho, pero la economía cubana no está para celebraciones. O se adoptan medidas adecuadas, o el hundimiento podrá ser mucho peor. 

El ministro de economía, Alejandro Gil presentó algunos datos sueltos al cierre del mes de septiembre ante sus colegas del consejo de ministros para sustentar su moderado optimismo. 

Por ejemplo, señaló que las exportaciones de bienes cumplen lo establecido en el plan de la economía y aumentan con respecto al mismo periodo del año 2020, en productos como el níquel, la langosta, la miel y los productos farmacéuticos. Por lo que respecta a las importaciones, parece que también han aumentado, pero parte importante se relaciona con la evolución alcista de los precios y señaló al respecto que se “están comprando combustibles, alimentos y fertilizantes con un costo muy superior, a lo que se suman fletes casi duplicados”. Algo que, por otra parte, afecta al conjunto de la economía mundial. 

Sin datos cuantitativos que sirvan para conocer la evolución de exportaciones e importaciones, la tasa de cobertura o la relación real de intercambio (que por lo expuesto por el ministro será muy negativa, con sus efectos sobre los ingresos de la balanza comercial) no es posible realizar un diagnóstico real de la contribución del sector externo a la economía cubana. Mejor, dejarlo estar.

El ministro igualmente citó la actividad exportadora de las formas de gestión no estatal que han avanzado unos 200 contratos de exportación (muchos menos que los de importación, que alcanzaron la cifra de 5.000 solicitudes, 25 veces más) a través de entidades estatales (el modelo Malmierca). El ministro se mostró enfático al señalar que “estas cifras, a partir de la creación de micros, pequeñas y medianas empresas y cooperativas no agropecuarias, aumentarán”. Tal vez sea pronto para llegar a este tipo de conclusiones, en todo caso, la demanda interna debería ser prioridad para la atención de los agentes económicos. Pero esto no cabe en la mente de los dirigentes comunistas, obsesionados con captar divisas. 

En cuanto a las producciones de alimentos, el gran déficit que atenaza el día a día de los cubanos, el ministro dijo “en los principales balances de alimentos se incumplen los planes casi en su totalidad, en el arroz, el maíz, los frijoles, la leche, la carne y los huevos”. Una afirmación suficiente para que alguien presente su dimisión y deje a otros la dirección de los asuntos económicos, pero en Cuba estas pautas de responsabilidad política no existen, o se ignoran, y el ministro acabó informando que, por ejemplo, “se cumple el plan de acopio de productos agropecuarios, aunque en niveles aún bien lejos de responder a la demanda”. Es decir, más escasez de alimentos a la vista.

El ministro ocupó parte de su intervención para explicar cómo va el proceso inversionista del país, también afectado, en su opinión, por la crisis económica. El resultado es que, “se atrasan inversiones como las fábricas de cemento y el plan de la vivienda; pero por otra, se incorporan recientemente al Sistema Eléctrico Nacional la Unidad 1 de la Central Termoeléctrica Lidio Ramón Pérez con 260 MW, y la Unidad 6 de la Central Termoeléctrica Máximo Gómez con 100 MW”. 

Además, dijo el ministro, “se terminó la obra civil, el montaje tecnológico y están en fase de puesta en marcha cuatro subestaciones eléctricas de las cinco previstas en la fábrica Antillana de Acero”. Con todo esto, no se ha podido evitar que continúen los cortes del suministro de electricidad y los cubanos sigan viviendo bajo la espada de Damocles de continuos apagones que dificultan sus condiciones de vida. Tampoco dijo que el único capítulo de las inversiones que se mantiene es el de Servicios a empresas, donde se concentra la construcción de habitaciones en hoteles, el 47% de la inversión en 2020-21.

En cuanto a la evaluación del comportamiento del empleo, que desde comienzos de año ha sido una referencia para los dirigentes comunistas como impacto positivo de las medidas de la Tarea Ordenamiento, el ministro volvió a señalar “el empleo continuó con un comportamiento favorable: más de 200.000 personas se incorporaron al trabajo desde el mes de enero”. Un dato que puede significar justo lo contrario, es decir, ante un grave endurecimiento de las condiciones económicas que hace difícil llegar a fin de mes con uno o dos salarios, las familias movilizan a todos sus miembros para obtener ingresos y aumenta la población activa. Otra cuestión bien distinta es que ello se traduzca en empleos reales. Sobre esta cifra no se ofrecieron datos.

Hubo también referencia al comienzo el pasado 20 de septiembre del proceso de perfeccionamiento de los actores económicos, con el inicio de la constitución de las primeras micros, pequeñas y medianas empresas, así como de las cooperativas no agropecuarias y destacó que en este primer mes se han aprobado 234 mipymes y 7 cooperativas, que han generado más de 2.300 empleos. El hecho de que la mayoría de los proyectos aprobados provengan del trabajo por cuenta propia, como dijo la presidenta del Banco Central hace unos días, plantea serias dudas sobre la sostenibilidad y consolidación del modelo a futuro.

De modo que para el ministro de economía, los datos citados referidos al cumplimiento de las exportaciones de bienes; la apertura gradual de la economía; la disminución de las cuentas por cobrar en el exterior; una mayor presencia de productos agropecuarios; la estabilidad en los productos de aseo regulados por la libreta de abastecimiento; el crecimiento del empleo; y el inicio del proceso para el perfeccionamiento de los nuevos actores económicos, son indicadores más que suficientes para justificar la tesis de la mejora gradual de la economía. Ojalá. 

Ninguno de ellos se ha podido confirmar con datos cuantitativos y oficiales (salvo el empleo, que ya se sabe que tiene esa ambivalencia). ¿A quién pretende engañar el ministro cuando 498 empresas estatales han confirmado pérdidas e insolvencias como consecuencia de las medidas de la Tarea Ordenamiento, y además, el 80% de las mismas son productoras de alimentos que tanto necesitan los cubanos? ¿Cómo es posible que Díaz Canel diga que la Industria estatal del mueble debe ser un modelo para todos los sectores porque vende sus productos en MLC con lo que luego se reaprovisiona, y sin hacer referencia a la atención prioritaria que merece el mercado en pesos cubanos? Lo único que se puede concluir es que, con “opiniones subjetivas” del ministro, la economía cubana no está mejorando. No lo está. Y para ser sinceros y honrar a quien lo merece, el propio ministro dijo cuáles son las amenazas.

En primer lugar, “en primerísimo orden dice el reportaje de Granma” está la inflación que ha registrado en septiembre una tasa interanual del 63,37%. No conviene olvidar que, alcanzados estos niveles, lo difícil es volver a la estabilidad y por mucha atención que dedique el régimen a este grave problema, como dijo el ministro, no se observa la adopción de políticas adecuadas para afrontar la inflación que amenaza seriamente a la economía. Por ejemplo, el Banco Central no está en el necesario control monetario, la cantidad de dinero en su definición amplia de M2 ya supera el 120% del PIB, uno de los indicadores más elevados del mundo.

En segundo lugar, citó los problemas en la generación de energía eléctrica, que están afectando a la población y también a la economía, y que en el caso concreto de la economía cubana donde los precios no reflejan el comportamiento de oferta y demanda se resuelve por medio de apagones que comprometen la sostenibilidad de los procesos productivos y la calidad de vida de la población, sin respuesta eficiente por parte de la empresa estatal que ofrece el servicio. Conclusión, los apagones van a continuar y se van a intensificar.

En tercer lugar, y como origen de todos los problemas, el ministro menciono el déficit de ofertas en los mercados minoristas en pesos cubanos, un resultado que es incomprensible desde el punto de vista de la organización misma de la economía y que tiene su explicación en la naturaleza misma del modelo social comunista de la constitución de 2019 y la necesidad de conseguir divisas por parte del régimen, como sea y de dónde sean.

En cuarto lugar, se citó las empresas con pérdidas y su baja productividad. Un problema que afecta de manera especial a las empresas estatales, y que en la actual coyuntura responde a la pésima aplicación de la Tarea Ordenamiento, pero a esta política económica fallida no se hizo ni una sola referencia en el consejo de ministros.

Perdidos en este análisis poco concreto y en exceso optimista del entorno económico actual, en el consejo de ministros se volvió a depositar toda la confianza en la apertura del turismo en la Isla el próximo 15 de noviembre. Todos los huevos están depositados en la única cesta del turismo, como si esta fuera la única actividad económica de la Isla. 

Tanta es la confianza en la industria del ocio que luego vendrán las lamentaciones. Cuesta creer que los dirigentes piensen en estos términos si se tiene en cuenta que el turismo apenas representa el 5% del PIB de ahí que su efecto tractor sea residual[1] (menor que el de la sanidad o la educación, por ejemplo) de modo que lo único que puede ser de interés es conseguir esos 4.000 millones de dólares en divisas que se han perdido desde 2019 y que según el régimen se necesitan para “mantener las conquistas sociales de la revolución”. ¿Acaso no será para otra cosa?

 

 

 



[1] Las autoridades ni siquiera conocen si los 400.000 trabajadores indirectos, que producían o prestaban servicios para el turismo, son reales, algo menos del 10% del empleo total.

 

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