Díaz Canel contra el infortunio económico: el camino equivocado
Elías Amor Bravo economista
En la clausura del II Pleno del Comité Central de Partido Comunista de Cuba, en el Palacio de Convenciones, el 24 de octubre de 2021, Díaz Canel dedicó un apartado especial en su largo discurso a “soslayar la situación económica que vive el país”, que definió por “la inflación que enfrenta la economía situada actualmente en niveles superiores a los previstos en la Tarea Ordenamiento, afectando la capacidad de compra de los ingresos que en pesos cubanos reciben los jubilados, los pensionados, los trabajadores y la población”.
Y como no hay dos sin tres, Díaz Canel culpó, por encima de todo, “al recrudecimiento del bloqueo, unido a los efectos de la COVID-19 que han reducido a niveles mínimos los ingresos en divisas del país” de modo que, no ha sido posible “financiar las producciones industriales, ni importar materias primas y bienes de consumo para mantener una estabilidad de la oferta minorista estatal en pesos cubanos”. Decir esto, por otra parte lo mismo que dijo el ministro Gil ante el mismo foro, es reconocer que el “círculo vicioso” de la economía cubana sigue estando en el centro de los problemas económicos.
Ese círculo, originado por las reformas revolucionarias de los años 60, supone que la economía cubana precisa contar con fuentes externas de financiación para poder funcionar, o alternativamente, carece de motores internos capaces de generar riqueza y prosperidad. La economía cubana, por obra y gracia del castrismo, se convirtió en una economía extractiva, dependiente del exterior. No hay más.
Y ahora en 2021 Díaz Canel atribuye al COVID-19 y al embargo la responsabilidad de esta situación, para la que no tienen solución alguna. Bueno, sí, Díaz Canel también culpó públicamente en su discurso a las “personas inescrupulosas” que aprovechan la situación descrita “para lucrar a costa de las necesidades del pueblo revendiendo productos, incluso alimentos y medicamentos a precios muy superiores a los oficiales”. Hay que ver. No se puede ser más falso.
Segunda carta. También reconoció Díaz Canel que existe una “demanda creciente de divisas por la población y el sector no estatal para compras en plaza o importaciones”, y no explicó por qué se produce este curioso fenómeno, que no se observa nada más que en otros países marcados por erróneas políticas económicas y la desconfianza social en los gobiernos. Por ejemplo, en países como Francia, Italia o Suecia nadie tiene una demanda creciente de divisas porque confían en sus monedas nacionales y en sus gobiernos, para comprar cualquier cosa que necesiten. La demanda de los cubanos por los dólares, a pesar del embargo o bloqueo, debería tener una explicación y/o comprensión por parte de los comunistas cubanos, porque es mucho más que una desconfianza en el país.
A esta demanda de divisas que Díaz Canel no consigue entender, y por ello, no explica, añade “la imposibilidad que tenemos de vender divisas al tipo de cambio oficial”, y otra vez vuelve a meter la pata de forma ostentosa, porque conviene recordar que fue él, bueno, Murillo, quién decidió con la Tarea Ordenamiento el tipo de cambio de 1x24 que muchos anunciamos que era inconsistente. Recordar que el régimen tiene facultades para situar el cambio a un nivel asumible, y si no lo hacen, tampoco explican por qué. Cuando los dólares entran en las arcas del estado, el régimen no los deja salir. Ese acaparamiento de divisas, en concreto dólares, exige una explicación pública por parte de los dirigentes comunistas.
Lo que sí que ha observado Díaz Canel es que “se ha generado un mercado informal de compraventa de divisas con cambios muy superiores también a los oficiales que se expresan en los precios que enfrenta la población”. E insisto, como no es capaz de explicar por qué ocurre esta anomalía, aunque depende de sus propias políticas económicas, se limita a decir ante los comunistas que “tenemos que seguir trabajando con prioridad en la implementación de medidas de corte antiinflacionario que exigen una mayor participación de los productores nacionales, estatales y no estatales, en función de satisfacer la demanda de la población”.
Esto no es otra cosa que mezclar churras con merinas, y con ello no se llega a ningún sitio, porque las acciones que se requieren para controlar la inflación tienen poco o nada que ver con el incremento de la oferta. Más bien todo lo contrario, si Díaz Canel leyese algún capítulo introductorio de cualquier manual de economía de los primeros cursos, verá que adoptar políticas de control de la liquidez en manos de la población, como las que él ha anunciado, acaban provocando descensos de la producción por sus efectos restrictivos. Justo lo que no necesita la economía cubana en este momento que es el aumento de oferta. Así que este es el problema de Díaz Canel a corto plazo, cómo lograr dos objetivos que son contradictorios y que exigen políticas económicas distintas. La economía cubana va camino del desastre si no se encuentra ya dentro de él.
La tercera carta del discurso fue el exceso de confianza de Díaz Canel en la apertura del turismo y de la actividad económica para remontar la crisis de la economía. Parte de un análisis incorrecto, que es creer que ya se ha logrado el éxito en el enfrentamiento de la epidemia, lo que no es cierto, y en cualquier momento, como ha ocurrido en otros países, los precarios equilibrios alcanzados, se pueden venir abajo.
Más aún si se tiene en cuenta que mercados en los que el turismo de Cuba tiene puestos los ojos, como Rusia o Canadá, no van bien en los indicadores del COVID-19, con importantes recaídas. No hay forma de que los comunistas entiendan que el turismo no va a poner en mejores condiciones la economía cubana para enfrentar el actual complejo escenario. Si lo que quieren en recaudar divisas para las arcas del estado, que se vayan buscando nuevos negocios. La propuesta del dirigente comunista que “es necesario seguir incentivando un debate colectivo para potenciar las salidas a los problemas, argumentarlas, socializarlas, convencer, asegurar, movilizar, participar y mejorar” suena a coco vacío.
Frente a lo que Díaz Canel denomina “la ofensiva para desacreditar a la revolución y las campañas en redes sociales, las provocaciones en escenarios internacionales, el llamado a constantes protestas y las acciones de desestabilización” la solución según él es articular la revolución en las mismas redes sociales, el enfrentamiento efectivo a la contrarrevolución desde la vigilancia revolucionaria y administrativa que se ha reorganizado en estos tiempos. Ni una propuesta racional o eficiente desde el punto de vista económico para procesos que ya están bien extendidos en la sociedad cubana y van a ir a más.
Frente al “recrudecimiento del bloqueo”, Díaz Canel resaltó el apoyo internacional. Bien, ya se verá pronto en qué queda ese apoyo si el 15-N el régimen reprime las manifestaciones pacíficas que se van a producir en todo el país. La cuestión pende de un hilo, pero incluso en este caso, lo que Díaz Canel propone, que no es otra cosa que seguir con las denuncias, no va a provocar otra cosa que el hastío y una reclamación internacional de apertura, porque el apoyo de la comunidad cubana en el exterior que busca Díaz Canel es cuanto menos, controvertido.
Frente a los “limitados ingresos en divisas”, Díaz Canel propone “avanzar en la reanimación de la economía en las condiciones actuales, potenciando el turismo, la exportación de vacunas, la exportación de divisas, potenciando la producción nacional de alimentos y también contribuyendo al ahorro y eficiencia energética”. Si se hace lo mismo que ahora, y no se consiguen los resultados deseados, ¿Qué razón hay para pensar que pueden producirse cambios? Ninguna.
Es el caso de hacer frente a “los desabastecimientos que hemos vivido por un tiempo prolongado”, para lo que Díaz Canel quiere que se pongan en el mercado “producciones nacionales, hacer todo lo posible por abastecer mejor las tiendas en moneda nacional, elevar la comercialización de productos agropecuarios y también buscar una mayor incidencia e impacto con las medidas que hemos tomado en momentos recientes de apertura de la economía, el desarrollo y aporte de los nuevos actores económicos junto al desarrollo de la empresa estatal”. Bien, eso es lo que hay qué hacer, pero la cuestión de siempre es la misma, ¿Cómo se va a hacer? Desde luego, con el modelo social comunista, imposible.
La referencia a “eliminar las colas” se puede calificar de ingenua, cuando Díaz Canel dice que “habrá que perfeccionar el comercio interior, buscar una mejor oferta de bienes y servicios, mejores horarios, mejor gestión, y que contribuya a esto también la apertura de las nuevas actividades económicas”. ¿De verdad creen los comunistas que así se podrá acabar con las insultantes colas que afrontan día a día los cubanos? Me temo que sí, y eso es grave, porque no es la forma de arreglar el problema, con la experiencia de más de 60 años.
Y para los apagones a Díaz Canel no se le ocurre otra cosa que ir “avanzando en reparaciones, mantenimientos, ahorro, y también en la atención a los trabajadores de este sistema, lo cual nos propiciará estar en una mejor situación a finales de este año”. Es lo mismo que antes. Chapuza tras chapuza cuando el problema es de precios y del monopolio eléctrico que se tambalea por culpa de la Tarea Ordenamiento. Solo se puede concluir una cosa: los apagones van a continuar.
Díaz Canel afirmó en su discurso que la estrategia imperialista consiste en crear el máximo de descontento dentro de nuestro país. Y ese descontento, lo sitúa en “fomentar la inestabilidad a través del empeoramiento de las condiciones de vida de la población, ponernos cada vez más difícil la posibilidad de sobrevivir, para conducirnos al estallido de un conflicto violento. Pretenden llenarnos de odio y arrebatarnos la felicidad”. La pregunta que se suscita a tenor de ese mensaje es evidente: a la vista de lo que está ocurriendo en el país realmente y las responsabilidades inexcusables que quien lo provoca, ¿no será Díaz Canel quién esté creando realmente ese descontento máximo en el país? Y si eso fuera cierto, ¿Qué es lo que pretende conseguir?
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