La ganadería cubana y el embargo/bloqueo interno

Elías Amor Bravo economista

La prensa estatal comunista está cambiando el foco. En cuestión de semanas, han florecido los artículos “productivistas”, esos en los que se dice que la economía cubana “tiene capacidad para recuperarse”. Es lo sucedido con la ganadería bovina, a la que dedican una entrada en Granma sobre este mismo asunto.

La gran asignatura pendiente de la llamada revolución, desde sus inicios: lograr una ganadería vacuna estable y con capacidad para atender la demanda de la población, ha sido imposible de superar en 63 años. Pese a ello, los corifeos del régimen no se cansan, y proclaman en Granma, que, en el último plenario nacional de la ganadería se acordó que “la capacidad del sector pecuario cubano para recuperarse, pese al deterioro de los últimos años, es importante”. Bueno ya se verá.

Las estadísticas son contundentes. En 1959 había una res por habitante en Cuba, alrededor de seis millones. El censo en 2021 según la Oficina Nacional de Estadística sitúa la cifra en 3.657.300, algo más de la mitad, eso sí con el doble de población. Un desastre nacional que el régimen atribuye a “la alta mortalidad, el hurto y sacrificio ilegal, los bajos niveles de natalidad y el descontrol de la masa”. Insisto, la culpa siempre es de otros.

Tal vez la plenaria nacional de la ganadería bovina, a la vista de estos datos, debería exigir dimisiones, empezando por Díaz Canel. No es posible que un sector haya registrado una evolución tan desastrosa. El pueblo cubano debe ser consciente de ello.

Pero en Cuba cualquier cosa es posible. Y el descalabro de la ganadería bovina es consecuencia evidente del modelo económico impuesto. El denominado embargo/bloqueo interno, que, en vez de potenciar las actividades productivas, las frena, las traba e impide lograr los necesarios encadenamientos. El caso es que cosas tan habituales como disfrutar de un bistec cuando a uno le apetece, o tomarse un vasito de leche, como decía Raúl Castro, son imposibles en la Cuba comunista de 2022.

Insisto, esta plenaria ganadera debería haber dimitido en bloque. Todo el mundo para su casa. Ya pasó el tiempo de repartirse felicitaciones, intercambiar las mejores experiencias y prácticas, o de repetir hasta la saciedad que se está allanando el camino para el despegue del sector, cuando se sabe que las medidas en vigor no sirven, básicamente porque no van al fondo del problema: la libre elección y los derechos de propiedad.

Dicho de otro modo, si la propiedad de las vacas y terneros sigue estando en manos del estado, el sector no funciona ni funcionará, hay que privatizar ya. La decisión no admite retrasos. Por otro lado, el régimen está dando como dato que la ganadería estatal es solo un 10,8%, en tanto que el resto es de propiedad privada. Esto no es correcto. Lo que se cede a los privados es la gestión, pero no la propiedad del ganado, y no es lo mismo, evidentemente.

El régimen lleva dos años reivindicando las distintas medidas que adopta para favorecer la producción agropecuaria, pero los resultados esperados no llegan. Y la culpa de ello no es de los abnegados productores, que bastante hacen con soportar la presión que ejerce la organización comunista sobre su actividad, al considerarlos criminales por matar una res sin permiso y verse obligados a comprar en MLC sus insumos cuando el producto lo venden en un débil y decreciente peso cubano. Hay muchos otros problemas que caen como una pesada losa e impiden al sector crecer: el embargo/bloqueo interno. 

Los dirigentes comunistas justifican el fracaso de sus medidas con varios argumentos aburridos. 

Primero, el desconocimiento de las medidas por parte de los productores. Alguien debería preguntarse por qué los productores dan la espalda a estas actuaciones, los que de verdad entienden lo que se tiene que hacer. 

Segundo, ha fracasado el llamado aumento del extensionismo agropecuario, empezando por los funcionarios y directivos de las empresas municipales, que, según el régimen "tienen que ir para el campo a hablar con los productores, porque estos son el principal actor de la ganadería”. Que no se haya producido este comportamiento revela la falta de incentivos de una burocracia que actúa como un freno al despliegue de las fuerzas productivas.   

Tercero, que Díaz Canel entienda que por mucha historia y capacidad que tenga la ganadería para recuperarse, esto no es suficiente para crecer. Y lo que es peor, si ahora va a desempolvar los discursos de Fidel Castro sobre la alimentación animal, las plantas proteicas y otras majaderías, va listo. Eso se ha visto que no sirve para nada en la práctica.

Cuarto, y claro, no hace falta que Díaz Canel diga en la plenaria, para quedar bien ante la audiencia, que en Cuba hay suficiente sabiduría, compromiso, conocimiento y capacidad para retomar los niveles de producción de carne y leche vacuna. Por supuesto que sí, pero ese expertise por sí solo no es suficiente. En efecto, podrá florecer y desarrollarse si existe otro marco productivo que asigne los derechos de propiedad a los ganaderos y no al estado. Con un marco que deje atrás el embargo/bloqueo interno.

El embargo/bloqueo interno del régimen a la economía cubana se manifiesta de múltiples formas. Todos los días nos ofrecen ejemplos de por qué los cubanos deben conformarse con los salarios más bajos del mundo y convivir con el racionamiento y la miseria. Los ejemplos seguirán.

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