Raúl Castro habló en chino, ¿lo hará Díaz Canel?

Elías Amor Bravo economista

Cuentan las crónicas de la época que cuando ya había sustituido a su hermano al frente del poder, Raúl Castro recibió una delegación de chinos en La Habana, y sorprendió a todo el mundo hablando en chino y cantando canciones de ese país. ¿Hará lo mismo Díaz Canel? Esperen cualquier cosa.

Bien, tras 15 horas y media de vuelo desde Ankara, la comitiva de pedigüeños de Díaz Canel llegó a Pekín, con el objetivo recaudar dinero, esta vez de los supuestos amigos chinos. Y aquí el término "supuesto" tiene todo el significado que se quiera. A diferencia de los rusos, con los que hubo conexión ideológica desde los primeros tiempos de la llamada revolución por la guerra fría, la amistad china y cubana atravesó por etapas distintas, alguna de ellas complicadas, sobre todo cuando Fidel Castro condenó públicamente en los años 60 la actuación represora de Mao Tse Tung durante la revolución cultural, poniéndose al lado de los soviéticos.

¿Quién lo iba a decir? Casi medio siglo después, el heredero de Castro llega a la capital de la ciudad prohibida justo el mismo día en que se conmemora el fallecimiento del líder máximo. La prensa estatal comunista cubana se lo ha hecho saber bien claro: las portadas son para el inmortal. El viaje a China ha quedado relegado a un segundo o tercer plano.

Alguien podría creer que esto se debe a la preeminencia de Fidel Castro en Cuba, que es tratado en el sexto aniversario de su muerte, como si aún estuviera vivo. Pero no, parece que la maniobra de ir haciendo desvanecer el viaje de la comitiva de Díaz Canel obedece a razones más evidentes, como que, por ejemplo, sigue siendo un fracaso en cuanto a la recaudación de dinero y en la identificación de una “vaca lechera” que suministre al régimen de Díaz Canel financiación a cambio de nada, como hicieron la URSS o Venezuela. Los tiempos han cambiado y nadie se apresta a ese juego. Y ya veremos, los chinos.

Díaz Canel dijo que se ha presentado en China con una invitación del partido único, el comunista chino, cuyo dirigente, Xi Jinping, el mismo personaje que depuró públicamente a su antecesor durante el 20 congreso, o que cuestionó al presidente de Canadá por divulgar contenidos a la prensa en el G-20. Jinping es de armas tomar. Otra vez, la delegación comunista cubana llegó al aeropuerto de Pekín a horas intempestivas, y fue recibida por un cargo del gobierno de nivel muy bajo, Xie Feng, viceministro de Relaciones Exteriores.

Ante los medios de la caravana, y para consumo interno, Díaz Canel dijo que “es un placer estar en la República Popular China, para nosotros es un honor que nos hayan invitado, como primer país de Latinoamérica, a visitar China, después de la exitosa celebración del 20 Congreso”, insistiendo una vez más en la invitación, porque el coste del viaje, para un presupuesto como el cubano, empieza a ser escandaloso. No obstante, una auditoría independiente de los gastos mostraría que, al margen de la invitación, hay mucho dispendio en esta comitiva que está poco o nada justificado para un pueblo, al que dicen servir, y que pasa hambre.

Y se anunció que durante la visita habrán conversaciones oficiales con Xi Jinping; con Li Zhanshu, presidente de la Asamblea Popular Nacional, y con el primer ministro Li Keqiang así como la firma de más de diez acuerdos entre las partes.

Las buenas relaciones de China y Cuba forman parte de la estrategia global del gigante asiático por ocupar posiciones de control económico en América Latina. China, en su objetivo de convertirse en primera potencia mundial, desarrolla un modelo global extractivo de rentas y recursos en los países en que se establece, y por medio de este mecanismo agranda su poderío económico, otorga ayudas a la cooperación, permeabiliza los sistemas financieros y ocupa posiciones comerciales en sectores de interés. 

Su interés en la política es relativo. Países de Asia, África y América Latina han sido testigos de esa invasión extractiva de China que se ha beneficiado notablemente de la globalización. La estrategia ha funcionado bien al gigante asiático. Produciendo bienes de bajo coste a nivel mundial por empresas internacionales instaladas en su territorio, ha obtenido beneficios cuantiosos del comercio que han agrandado su poder económico. El resto es conocido.

Y mientras tanto, Díaz Canel anda hablando de China como “antigua civilización cuyos valores culturales e históricos han perdurado en el tiempo y constituyen un patrimonio no solo de China, sino de toda la humanidad”, o rememorando al Che Guevara en su visita de 1960 para establecer relaciones. Y de todo ello concluye que “ese perfil es el que ha atrapado a la Isla a pesar de la distancia geográfica”. Un argumento que puede quedar muy bien en un folletín de segunda clase, pero que tiene muy poco que ver con la geopolítica global. Bajando del avión en Pekín, y ataviado con la boina negra, Díaz Canel envió, como dijo Granma, “las más cálidas felicitaciones a su homólogo Xi Jinping” que a esa hora estaba durmiendo plácidamente.

Otro error de Díaz Canel es pensar que Cuba y China constituyen hoy referentes en la construcción del socialismo. Le viene bien dar un paseo por Pekín, o por cualquiera de las grandes capitales que se han ido llenando de rascacielos, para constatar la enorme distancia del socialismo chino a la destrucción comunista que existe en Cuba. Querer comparar los dos países es un insulto a la inteligencia, y no extrañaría que Jinping, con el carácter que tiene, le hiciera algún comentario al respecto.

Díaz Canel ha situado la cooperación en materia de biotecnología como el principal objetivo de la visita, pero debe haber más. De hecho, China ocupa el segundo lugar, en el mundo, como socio comercial de la Isla, a escasa distancia de Venezuela que va en retroceso. Las exportaciones de Cuba a China alcanzaron en 2021 (anuario de la ONEI) 417 millones de dólares, el 21% del total, tan solo por detrás de Canadá que alcanzó 613 millones de dólares. Por otra parte, las importaciones de Cuba procedentes de China alcanzaron 972 millones de dólares, el 11,5% del total, en este caso, China quedó por debajo de Venezuela, 1.245 millones de dólares. Esta posición de segundo socio comercial de la Isla va acompañada de un comercio muy desequilibrado con un saldo negativo de -555 millones de dólares que exige financiación. Por otro lado, en 2021 llegaron solo 799 turistas de China a Cuba, tras haber llegado a 49 mil en 2018.

La apuesta del régimen comunista cubano por China entraña riesgos. Básicamente, porque los chinos no dan nada gratis. Exigen siempre algo a cambio, como la parte de la cosecha del azúcar que les corresponde y que Cuba no puede atender por los bajos niveles de las zafras de los últimos años. O en el caso de los minerales, o el tabaco, los chinos han viajado a Cuba a buscar recursos para extraer, pero el panorama que encuentran es bien conocido: devastación y pobreza generalizada. Además, a los chinos no les interesa ni el turismo ni los servicios, que es lo que ofrece Díaz Canel. A los chinos, les importa un bledo las coincidencias en el plano político con el régimen cubano, ellos van a otra cosa.

La visita al gigante asiático acaba de empezar. La comitiva ya viene cansada de tantos miles de kilómetros. La apuesta es alta, pero los resultados inciertos. No parece que China se convierta en la sustituta de Venezuela. Pedirá algo a cambio. 

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