Logros de Díaz Canel en Argelia

Elías Amor Bravo economista

El mismo que califica de “excelentes” los acuerdos entre Cuba y Argelia, derivados de este viaje de Díaz Canel, debería leer esta entrada del blog. Puede llegar a pensar justo lo contrario.

En los próximos días, nos van a bombardear desde la prensa estatal comunista, con todo tipo de mensajes exaltando los resultados del periplo del dirigente cubano. Dividan por dos y luego a cada una de esas mitades, dividan por 10 y se encontrarán con el resultado real. Los que Granma denomina “vínculos económicos, comerciales, financieros y de cooperación” como base de los acuerdos, tienen poca o nula trascendencia cuando se valoran los resultados obtenidos, por otra parte, ya preparados de antemano.

Lo cierto es que se esperaba más. Después de los mensajes de “compromiso” con Argelia, lanzados por Díaz Canel y del recuento de la historia, Fidel Castro incluido, de los dos países, del “vínculo ejemplar en sesenta años”, todos los ojos estaban puestos en un hipotético “tesoro” a disposición de la comitiva comunista cubana. Pero pronto se vio que esbozar la “amistad” o la “hermandad y solidaridad” de los pueblos, incluso, el “apoyo mutuo en los momentos más difíciles” no sirve de nada cuando se está negociando dinero y recursos económicos. Esa dialéctica comunista de "juegos florales" ha pasado a mejor vida en el mundo moderno de la globalización, y la comitiva cubana parece no haberse enterado de ello.

De modo que cuando Díaz Canel en su discurso, ante el presidente de la República Argelina, por cierto, desplazado de su fiesta de cumpleaños por los compromisos con el cubano, habló de la historia común de ambas naciones y de la importancia del desarrollo de las relaciones bilaterales, algunos se preguntaron si no había perdido una oportunidad de ir al grano en el asunto que le trae al norte de África, que no es otro que el dinero. Sus asesores, otra vez, no estuvieron acertados. La falta de práctica en estos viajes internacionales de recaudar fondos se notó. El presidente argelino no sabía qué hacer, ni tampoco qué quería su interlocutor. Escuchar esas banalidades en el día de su cumpleaños, se antojaba a majadería comunista. Incluso, se tuvo la sensación de que, ni en el encuentro privado entre ambos se habló de estas cosas.

Entonces, cuando Díaz Canel formuló la propuesta de “impulsar los vínculos económicos, comerciales, financieros y de cooperación, y llevarlos al nivel de los políticos”, y entonces se supo por dónde iba el tema principal. Díaz Canel identificó “las esferas y proyectos de colaboración que son importantes y en los que vamos a trabajar de conjunto”, confirmando que ya estaba todo firmado y acordado de antemano, como seguramente así habría sido. Un viaje como este, con lo que cuesta y cansa, ¿para qué? Si todo podía haberse acordado en videoconferencia.

Tranquilizando a su interlocutor, Díaz Canel dijo que se han identificado como negocios, “la salud; la energía; las fuentes renovables; la industria médico-farmacéutica; y el intercambio cultural, educativo, científico-tecnológico”, incluso “producción azucarera”. Se destaca que la salud no ha estado abierta jamás al capital extranjero, lo que da una idea de cómo cambian las cosas. Retengan esta relación, para que la comparen con los acuerdos. Finalmente, Díaz Canel pidió la reestructuración de la deuda que tiene Cuba con Argelia, por cierto, de magnitud y dimensión, desconocida. 

¿Y qué ofreció Cuba a Argelia a cambio? Pues nada. Simplemente, compromiso con el gobierno y pueblo argelinos. La certeza a Argelia de que siempre podrá contar con el apoyo del gobierno cubano. Realmente, ¿vale tanto ese apoyo? Argelia tendrá sus razones para dar todo “el calor, el apoyo, la amistad y la solidaridad” que le ha dado a la comitiva comunista cubana durante su estancia. Los apoyos de Cuba son conocidos. Y no suelen ofrecer rentabilidad en la geopolítica global. 

Entonces se pudo entender el sentido del viaje, que no es otro que el viaje en cuestión. La proyección internacional de pedigüeño cualificado que quieren dar los asesores a Díaz Canel para que los cubanos contemplen a su dirigente en modo internacional. Esto no se logra con videoconferencias desde La Habana, aunque el viaje no escatime en gastos, y tal como está la situación económica no se puede jugar con estas cosas.

En fin, después de toda la palabrería de los discursos, llegó el momento de ver los logros reales del viaje en términos económicos.

El primero, importante. No lo vamos a cuestionar. Se acordó “aliviar un poco el contexto económico cubano, cancelando los servicios de la deuda y aplazando su reembolso para otro momento”. Lo mismo que Cuba consiguió del Club de París. Realmente, se ignora el monto de la deuda de Cuba con Argelia, pero a razón de 900.000 millones al año de déficit comercial a favor de Argelia, se puede estar ante cifras muy elevadas. La oscuridad de este dato es denunciable, el régimen ha perdido la oportunidad de mejorar su transparencia y credibilidad. Además, Argelia debería saber que las reducciones de deuda con Cuba suelen acarrear el efecto de nuevos aumentos de la deuda. La espiral no se cierra.

El segundo es más complicado. Argelia ofrece una “central de energía solar para producción de electricidad” lo que está bien, igualmente, pero ¿saben los comunistas cubanos lo que puede tardar en entrar en funcionamiento un proyecto de estas características, incluso corriendo a la máxima velocidad? No lo saben. Quizás mejor. Los problemas actuales de apagones no se van a resolver. Eso lo pueden dar por seguro. Y luego, ¿de dónde sale la tecnología argelina de centrales de energía solar? Alguien debería estar atento a ello, se podrían llevar alguna sorpresa.

Tercer acuerdo, reanudar el envío de combustible a Cuba para el abastecimiento de sus centrales eléctricas. ¿Es que acaso se había detenido ese suministro? ¿Por qué? ¿Tal vez por impagos continuados del régimen comunista? ¿Piensan los argelinos que la situación va a cambiar? Y, sobre todo, ¿a qué precio se va a suministrar ese petróleo que, en todo caso, es una cantidad insignificante para las necesidades de crudo de toda la economía cubana?

Cuarto, cooperar en temas como la producción de medicinas y creación de empresas mixtas para la fabricación de vacunas contra algunas enfermedades africanas y no africanas. Bien, pero ¿Quién se va a encargar de producir las vacunas de los cubanos y, sobre todo, de los medicamentos que escasean en el país? Una máxima de cualquier gobierno es primero atender las necesidades de sus ciudadanos, y lo que sobra, se destina a la exportación. En Cuba es justo al revés. Lo que sea por conseguir divisas.

Quinto, algo relativo a intercambios comerciales y de la enseñanza superior, sin demasiada concreción.

Finalmente, se acordó la celebración, a comienzos de 2023, de una sesión de la comisión mixta entre ambos países, en La Habana con un grupo de 150 inversores que examinarán las posibilidades de inversión en Cuba. Otro posible, de compleja concreción.

Sinceramente, ¿vale la pena un viaje tan largo y tanto cansancio para lograr estos acuerdos? Lo dicho, dividir por la mitad, y cada mitad por diez, y habremos dejado mucho. La visita también incluyó una ofrenda floral en nombre del pueblo de Cuba, a los mártires de la independencia argelina y algo de turismo para Díaz Canel y su comitiva que pudieron contemplar, como dice Granma, “la majestuosa vista de la bahía y de la ciudad de Argel, de colores claros y bañada por el mar Mediterráneo” desde aquel punto. 

Se habrán hecho fotografías de recuerdo para Granma. Los cubanos a esa hora estaban haciendo cola para comer algo, o sufriendo algún apagón, así que no debieron prestar mucha atención. También la comitiva visitó el Museo nacional de los Combatientes. El día concluyó con un twit de Díaz Canel felicitando a los estudiantes cubanos por celebrarse, el 17 de noviembre, el Día Internacional del Estudiante. Dicen que el twit fue de manufactura de Liz Cuesta. Desde luego, no podría haber elegido mejor contenido para la visita económica a Argelia.

Si este periplo sigue así, lo mejor es volver a la Isla cuanto antes, y cerrar acuerdos por videoconferencia. Se ahorrarían mucho dinero.

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