Digitalizar las Oficodas no sirve para producir más comida

Elías Amor Bravo economista

Puestos a calificar las políticas públicas del régimen comunista cubano, hay poco espacio para la evaluación positiva. No dan una. A estas alturas de la historia y, tal como están las cosas en la economía y la sociedad, ¿Qué sentido tiene embarcarse en la digitalización de las Oficinas de Registro del consumidor, conocidas como Oficodas? Ninguno. 

Una pérdida de tiempo y de esfuerzo que no lleva a ningún sitio. Entonces, ¿no sería mejor olvidarse de estos instrumentos de represión y control, y liberalizar el mercado para que los cubanos puedan elegir libremente, como ocurre en todos los países del mundo? No entran en en razón. No hay manera.

La nota de Granma referida a la digitalización de las Oficodas de Holguín dice que “una vez concluido, este proceso agilizará cualquier trámite a las personas que acudan a las Oficodas a realizar un trámite, pues el programa estará enlazado entre provincias”.

Muy bien, pero las preguntas son las mismas: agilizar los trámites significa que ¿habrá comida? ¿se podrá elegir libremente lo que se desea? ¿no habrá que hacer colas? ¿se acabará el racionamiento? Como todo esto tiene una sola respuesta en clave castrista, que es NO, entonces la digitalización de las Oficodas es una bobería intrascendente. Una lamentable pérdida de tiempo, que no va en la línea de urgencia de los tiempos que corren. Y lo que es peor, un malgasto en políticas públicas ineficientes e inadecuadas: el derroche ideológico.

Conocida es la obsesión burocrática del régimen comunista cubano, para el que producir papeles, reuniones, documentos, normativas, etc., es mucho más importante que producir malanga o boniato. Y por eso, como se han pasado 63 años confundiendo los medios con los fines, es por lo que este proceso de digitalización de las Oficodas, no tendrá beneficio alguno en la población, no va a mejorar la vida de los ciudadanos, y lo que nos tememos, va a producir trastoques en los procesos habituales de trabajo de estas oficinas, que por lo general, suelen funcionar con retrasos por la indolencia de sus planes de trabajo.

De hecho, hasta la fecha y como informa Granma, ha habido incluso hasta retrasos en la digitalización en la provincia de Holguín, ya que solo se ha logrado introducir al sistema 237.303 núcleos, para el 67,6% de cumplimiento, por debajo de la media nacional.

Es decir, todavía hay que incorporar al formato digital a 116.596 núcleos, fundamentalmente de los municipios de «Rafael Freyre», Moa, «Calixto García», Banes, Mayarí, Báguanos, «Urbano Noris», Gibara y Cueto, en los que se reconoce que “no ha sido efectiva la estrategia asumida hasta ahora para concretar avances en esta misión”.

Sería bueno saber qué porcentaje de los habitantes de esas zonas recurre a las tiendas en MLC o en el mercado informal para satisfacer sus necesidades habituales de consumo. Es muy probable que los bajos porcentajes de identificación de las Oficodas, se relacionen con una próspera economía privada al margen del control estatal, aunque esta hipótesis no se puede contrastar con la información disponible.

La digitalización de las libretas de abastecimientos que se pretende con esta iniciativa no es otra cosa que mantener viejas estructuras obsoletas, derivadas de un modelo contrario a la razón humana, por medio de la digitalización, lo que no es más que un empastre de difícil digestión, como mezclar agua con aceite.

Informatizando los principales servicios que se prestan a la ciudadanía en las Oficodas, utilizando como instrumento de referencia el carné de identidad, no supone que aumente la oferta de estos, ni que mejore su calidad, que es lo que realmente interesa a la gente.

Entretenidos en digitalizar los datos de las libretas de racionamiento, los comunistas cubanos no tienen capacidad, ni interés, para dedicarse a lo más importante, que es producir y hacerlo con eficiencia. De nada sirve mejorar los trámites de las personas en las Oficodas, si el panorama de miseria y escasez sigue siendo el mismo. Y al final de todo el proceso al cubano de a pie le sigue esperando la eterna canasta normada, cada vez más vacía y poco interesante.

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