Haciendo el ridículo internacional en Fihav 2022
Elías Amor Bravo economista
Un empresario español con intereses económicos en Cuba me llamó ayer desde La Habana. Asistía al V Foro de Inversiones en Fihav 2022 con la intención de saber qué va a pasar con la inversión extranjera después de dos años de incertidumbre. No tuvo éxito. Me dijo textualmente, “se han pasado todo el rato condenando el embargo y bloqueo. Hemos perdido el tiempo”. La cuestión es ¿Qué se podía esperar?
Fihav 2022 está mostrando que los dirigentes comunistas cubanos, Díaz Canel y Marrero, no tienen ni idea de qué hacer con la inversión extranjera. Les gustaría alcanzar los niveles de otros países de la zona del Caribe, pero se dan cuenta de que es imposible. Como sancionó el empresario español con una frase muy típica de estos pagos, “quieren que compremos una moto que no funciona”.
Esta frase, pronunciada por un hombre de negocios español que fue atrapado por los cantos de sirena del castrismo, da una idea bastante aproximada de lo que está ocurriendo en Fihav 2022. De un lado, la obsesión con el embargo/bloqueo de Estados Unidos se ha convertido en enfermiza, sin que nadie asuma responsabilidades de ningún tipo. De otro, el presunto compromiso de las autoridades para “ir pagando poco a poco lo que deben a los acreedores internacionales y solucionar los atrasos que existen en las transferencias con el exterior” refleja una posición desesperada, difícil de sostener si lo que se quiere es atraer más capital.
Cierto que Díaz Canel y Marrero agradecieron la confianza y el compromiso de los empresarios extranjeros que han mantenido sus negocios con Cuba, pero no solo de pan vive el hombre y después de dos años muy malos, la gente quiere saber qué hacer. Lo que se dijo en Fihav 2022 no sirve para planificar ningún negocio. Todos los mensajes lanzados por los dirigentes comunistas fueron optimistas, pero, por la misma razón, poco creíbles y realistas.
Y, sobre todo arrojaron más sombras de duda sobre las empresas extranjeras, al indicar que el régimen se encuentra trabajando para desterrar las mentalidades obsoletas que existen contra el capital foráneo. Un mensaje que exige saber, al menos superficialmente, por donde van esos “trabajos”.
Y parece que el decálogo en que trabajan está definido. El encargado de exponerlo fue Malmierca.
En primer lugar, señaló que quiere alinear la inversión extranjera con la célebre Estrategia de desarrollo y con un plan nacional que anda por ahí dando vueltas, y que se desentierra de vez en cuando, sin saber muy bien qué se pretende con el mismo.
En segundo, quiere promover nuevas oportunidades de
negocio y eliminar trabas. Enumeró los principales cambios que se quieren
introducir:
- la posibilidad de asociación con
personas jurídicas no estatales;
- la participación mayoritaria
extranjera permitida en todos los sectores, excepto la extracción de
recursos naturales y la prestación de servicios públicos;
- una nueva metodología para elaborar
estudios técnico-económicos;
- eliminar la política restrictiva
respecto al establecimiento de cuentas bancarias en el exterior;
- y la participación de la inversión
extranjera en el comercio interior (mayorista y minorista)
Iniciativas que responden, como siempre, a las prioridades del régimen, pero no a las de los inversores extranjeros. Lo más probable es que no funcionen porque no van al núcleo del problema.
En tercero, superar la complejidad que impide al capital extranjero interesarse por la situación interna de Cuba, una vez que “esta vaya siendo mejor” y dijo que hasta el 30 de octubre del 2022 se habían autorizado en Cuba 30 negocios con capital extranjero, que totalizan 402 millones de dólares. Nada que ver con aquellos 3.000 millones de dólares que la Ley 118 se planteaba como objetivo anual. La inversión extranjera en Cuba ha sido un fracaso.
Cierto que se anunciaron negociaciones avanzadas para más de 50 nuevos proyectos, con un importe equivalente a 9.000 millones de dólares en actividades como el turismo, los alimentos, el transporte, los servicios profesionales, el comercio, la construcción, las industrias, la energía, la biotecnología y la salud, la informática y la minería.
Anuncios que lejos de ser confirmados por hechos, causaron la sorpresa de los asistentes al Foro. Nadie entendió que en Cuba se hayan aprobado 272 nuevos negocios fuera de la Zona Especial de Desarrollo Mariel, y 51 dentro. De esta cifra, 104 son de modalidad de empresas mixtas, 161 contratos de Asociación Económica Internacional y 56 de capital totalmente extranjero, 15 de ellas están en proceso de liquidación, cifras ofrecidas por Malmierca que acabó señalando que el monto de inversión ascendió a más de 10.000 millones de dólares y los negocios se han hecho con compañías de más de 40 países. Datos que confirmaron que el embargo/bloqueo exterior no existe,
En cuarto lugar, Malmierca volvió a presentar las excelencias de la ventanilla única VUINEX, como plataforma de apoyo a los inversionistas, y su sistema informático y de atención presencial que ha tramitado de enero a septiembre de 2022 más de 204 solicitudes. Desde luego, un gran volumen de trabajo que arroja la cifra espectacular de algo menos de una solicitud al día. Los costes de la VUINEX, desde luego elevados, no se pagan con este nivel de actividad.
De perdidos al río. Al régimen le interesa no quemar naves. Y aquí surgió la idea de atrapar negocios de inversión extranjera en el comercio mayorista y minorista para captar recursos financieros, como pidió expresamente Díaz Canel a los empresarios del stand de Nicaragua.
Para la inversión extranjera en comercio se pretende ampliar el acceso a mercados de suministros (aunque sin recursos financieros esto no será posible) y obtener métodos gerenciales avanzados, tecnología y técnicas de mercadotecnia con el fin de lograr una oferta estable de mercancías y mejorar la eficiencia del comercio en Cuba. La cuestión es, ¿Por qué no se facilita este mismo marco a las empresas cubanas del comercio obligadas a funcionar en condiciones precarias? No cabe duda que el objetivo de la inversión extranjera se ha puesto en el comercio, una actividad depauperada y prácticamente muerta en la Isla, donde las fórmulas comunistas han acabado destruyendo una actividad fundamental en cualquier economía.
Por ello, Malmierca destacó las facilidades autorizadas para invertir en el comercio interior, la aprobación de un esquema financiero diferenciado que permite a las empresas operar en divisas y realizar todos sus cobros y pagos con respaldo total de liquidez en divisas, además de registrar su contabilidad en moneda extranjera, con la posibilidad de tener cuentas en divisas para ordenar libremente pagos en el exterior. Medidas que parecen muy avanzadas para los estándares del régimen, que no las autoriza a las empresas cubanas, pero, en suma, medidas que no van a funcionar, porque una vez más, no van al origen del problema. ¿Qué es lo que hay para vender en Cuba? Sin producción no hay comercio que valga.
Para el régimen, los sectores prioritarios para la inversión extranjera en Cuba son alimentos, la agroindustria, las fuentes renovables de energía o el sector biotecnológico y ello se quiere acompañar de mayor flexibilidad en los procesos de aprobación de negocios y facilidades para la operatoria a nivel internacional.
Y ello, en quinto lugar, se pretende conseguir con una cartera de oportunidades de 708 proyectos, 30 más que en el 2021 con un importe de inversión de 33.458 millones de dólares. Una carta infantil a unos reyes magos que tienen muy difícil atender esos pedidos, y en la que se introdujeron novedades como la incorporación de 4 proyectos en el sector bancario financiero, 8 en el comercio mayorista y minorista y 11 oportunidades de negocios con los nuevos actores no estatales presentados a través de los gobiernos locales.
¿Qué cabe señalar de todo este maremágnum de Malmierca con las inversiones extranjeras en Cuba? Muy sencillo. Los dirigentes comunistas quieren que la inversión foránea contribuya al desarrollo de la economía de la Isla, pero, una vez más, haciendo gala de un absoluto desconocimiento de cómo funciona una economía, han equivocado la dependencia entre las variables.
Es muy fácil. Sin desarrollo previo, endógeno y sostenible de sus sectores productivos, Cuba, con su actual régimen y modelo económico comunista, no van a conseguir atraer el capital extranjero. Es justo al revés como se tiene que orientar la política de inversión internacional, y un buen ejemplo, lo tienen cerca en República Dominicana.
Es decir, si la economía cubana no cambia, se moderniza, y pasa a desplegar un modelo de organización similar al que existe en otros países, el capital extranjero pasará de largo, o tomará posiciones de control para hacer negocio a corto y dejar el país en cuanto haya ganado suficiente. Y esa no es la apuesta sostenible. La Ley 118 equivocó la dependencia entre las variables, y Malmierca y los suyos siguen equivocados, creyendo que la cartera de oportunidades o la VUINEX son las reformas que hay que realizar en la economía para atraer el capital extranjero. Esto da una idea de lo alejados que están de la realidad.
El empresario español acabó diciendo, “aquí hay poco o nada que hacer, adelanto el vuelo a mañana y regreso”. Atraer el capital extranjero a Cuba es una operación de envergadura que este régimen castrista en fase terminal será incapaz de desplegar. Ayer mismo en Fihav 2022 se supo, de voz de un directivo de la Cámara de comercio (ninguna autoridad del régimen estuvo para dar la pésima noticia), que el crecimiento del PIB previsto en el plan de la economía para este año ha sido rebajado del 4% al 2%. El escenario es cada vez peor.
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