Las mentiras de Gil en Nueva York: justificando un viaje a la Gran Manzana

Elías Amor Bravo economista 

Todo el mundo andaba preguntándose dónde estaba el ministro Gil, al que se echó en falta en la delegación de la cumbre Celac-UE en Bruselas. Y resultó que estaba en Nueva York, nada menos que en Naciones Unidas, participando en un Foro Político de Alto Nivel sobre Desarrollo Sostenible. Y allí ¿de qué creen ustedes que habló el ministro? Pues claro, del embargo bloqueo y su recrudecimiento, a pesar de que se encontraba en Estados Unidos, en Nueva York, dispuesto a darse un buen paseo por la Gran Manzana.   

Y es que así son las cosas. Los dirigentes comunistas cubanos cada vez que tienen la menor ocasión denuncian el embargo/bloqueo de Estados Unidos que, según dicen, dura ya más de 60 años, y, que ha alcanzado “una dimensión cualitativamente más dañina e inhumana, con un reforzado componente extraterritorial”. Debería saber el ministro, antes de decir este tipo de cosas, de dónde procede la carne de pollo que se vende en sus tiendas en MLC y las medicinas. Se llevaría una sorpresa.

Gil también denunció en un foro en que se suponía que iba a hablar de desarrollo sostenible, de otro asunto que le preocupa, que es la permanencia de Cuba en la lista de países que patrocinan el terrorismo. Otra cuestión que el régimen podría resolver fácilmente si quisiera, ya que lo único que tiene que hacer es bien sencillo. Pero al parecer, se han acostumbrado a la dinámica de estar en la lista y denunciar los daños que provoca, y eso cuando ocurre es luego muy difícil de cambiar. Para el régimen tiene un elevado capital político denunciar el impacto disuasivo e intimidatorio de las supuestas políticas coercitivas diseñadas por Estados Unidos contra Cuba, y de paso aumentar el número de enemigos contra el vecino del norte. Y luego exigen que quiten el contencioso y la lista de patrocinadores de terrorismo. 

De modo que Gil lo tuvo fácil y lanzó ante el foro un mensaje que sirvió para justificar su presencia en Nueva York, y cito textualmente, “el bloqueo económico, comercial y financiero constituye sin dudas el principal freno a nuestros esfuerzos por avanzar en la implementación de la Agenda 2030 y del Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social hasta el 2030”.

La tesis que subyace a esta afirmación es insolvente y además, falsa. O, dicho de otro modo por el ministro "a pesar de las dificultades, Cuba continúa la construcción de una sociedad soberana, independiente, socialista, democrática, próspera y sostenible”. La causalidad es contraria y el ministro lo sabe. Es la obsesión por construir esa sociedad inexistente en el mundo y no aprobada en convocatoria electoral democrática, lo que provoca las "dificultades". Pero en Naciones Unidas, y en este tipo de foros, hay todavía muchos incrédulos que aplauden este tipo de mensajes torticeros de quien mantiene a más de 1.000 personas presos en las cárceles.

Y como no suele haber dos sin tres, Gil dijo también que “como parte de la actualización de nuestro modelo económico y social, se crean condiciones para avanzar con mayor dinamismo en la recuperación”. En realidad, otra mentira, si se tiene en cuenta que así llevan más de tres años, intentando recuperar los niveles anteriores a la pandemia que fulminaron con la adopción incomprensible de la llamada tarea ordenamiento. La realidad es que en 2023 los cubanos se encuentran mucho peor que en 2019 y que se han roto definitivamente las bases para la recuperación de los equilibrios interno y externo.

Quizás por ello, Gil aprovechó su discurso para “vender” a nivel internacional su Programa de estabilización macroeconómica, con el que se pretende recuperar los equilibrios, pero del que poco o nada se sabe, ya que se mueve con una falta de transparencia que no se recuerda en la Isla. No son mentiras, pero tampoco es la verdad. Defendió sus tesis sobre la “transformación integral de la empresa estatal socialista”, pese a que muchas continúan en situación de insolvencia, y finalmente señaló “la diversificación y complementariedad de los nuevos actores económicos y el estímulo a la inversión extranjera” como piezas a medio construir que todavía siguen sin encajar en el modelo comunista que rige el país.

Un ministro de economía puede defender en foros internacionales sus políticas económicas, pero no mentir, como hizo Gil al afirmar “que las políticas públicas se orientan hacia el mantenimiento y el alcance de importantes logros sociales, bajo el principio de no dejar a nadie atrás”. Y en realidad, su gobierno se encuentra inmerso en un proceso de sustitución de los subsidios a los productos y servicios (que no se quieren dejar del todo) para otorgarlos a las personas vulnerables, y se encuentran no pocas resistencias y dificultades para hacerlo, como quedó en evidencia en un programa reciente de la mesa redonda. La atención a las comunidades, personas y familias en situación de vulnerabilidad es un agujero negro de las políticas públicas castristas que está provocando especial daño a esos colectivos en un escenario de inflación elevada y de reducción de salarios reales, sin precedentes en la Isla. Los logros sociales, como dijo el ministro, se tambalean porque el estado comunista no da para más, está bloqueado.

Por lo expuesto, el compromiso que ofreció Gil con la Agenda 2030 es de boquilla, y porque así los amigos de Naciones Unidas siguen publicando el índice de desarrollo humano que coloca a Cuba en el primer cuartil de países del mundo, amén de otras muchas majaderías estadísticas. Pero de eso no se come, y por ello, la alineación de la que habló Gil entre los objetivos y metas del Plan de Desarrollo y los Objetivos de Desarrollo Sostenible, es falsa, contraproducente y una forma, como otra cualquiera, de concentrar el análisis en los medios y no en los resultados.

También Gil aseguró que “continuaremos avanzando por el camino del desarrollo sostenible” a pesar de que, por ejemplo, el consumo de energía renovable apenas alcanza el 5% del total. Después habló de “fortalecer la planificación y la coordinación a los diferentes niveles de gobierno” y buena falta le hace, si se tiene en cuenta que rara vez el plan acierta en sus objetivos y que los traspasos de competencia a los gobiernos locales y territoriales abren un espacio de incertidumbre en que florecerán las injusticias sociales a nivel espacial. Luego, para concluir, defendió “promover la innovación, la investigación científica y la construcción de alianzas multiactorales, como herramientas para la recuperación y el progreso” más o menos lo mismo de siempre, y se quedó tan tranquilo.

Finalmente, Gil denunció ante el foro de Naciones Unidas, “la prevalencia de un orden económico internacional injusto y antidemocrático que profundiza las desigualdades y la exclusión de las grandes mayorías”, como hiciera el Che Guevara más de 60 años antes. Lo que ocurre es que el argumento de Gil, por suerte, nada tenía que ver con el del argentino. La reclamación del ministro castrista es monetaria y de financiación, al señalar, “los países en desarrollo enfrentan una brecha de financiamiento anual promedio en los sectores relacionados con los ODS de alrededor de 2,5 billones (un millón de millones) de dólares. Se necesita de voluntad política y de recursos financieros nuevos, adicionales y predecibles para avanzar de manera integral en el cumplimiento de la Agenda 2030”. O sea, más dinero para quienes no devuelven los préstamos, como Cuba.

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