La teoría económica del Moncada: ¿Qué hay que celebrar?

Elías Amor Bravo economista

Estos días, el régimen anda de celebraciones con el 26 de julio. Una asonada que cumple 70 años, pero que la historiografía castrista se ha empeñado en actualizar por medio de una propaganda abusiva. Basta con echar un vistazo a la prensa oficial.

Lo que muchos cubanos, sobre todo los más jóvenes, no conocen cómo era la economía de la Isla en aquel año 1953. O tal vez les han dado una visión tergiversada, que trata de mostrar a Cuba como un páramo económico y social antes de 1959. Ni tanto.

Por suerte, contamos con estudios muy destacados que permiten conocer el comportamiento de la economía cubana a lo largo del período republicano. Uno de esos trabajos de investigación sobresalientes, es el realizado por Antonio Santamaría García, del Instituto de Humanidades del CSIC español, con el título “EL CRECIMIENTO ECONÓMICO DE CUBA REPUBLICANA (1902-1959). UNA REVISIÓN Y NUEVAS ESTIMACIONES EN PERSPECTIVA COMPARADA (POBLACIÓN, INMIGRACIÓN GOLONDRINA, INGRESO NO AZUCARERO Y PRODUCTO NACIONAL BRUTO)” un trabajo que fue publicado en la Revista de Indias, 2000, vol. LX, núm. 219.

Hoy nos trasladamos a aquel pasado de 1953, en que el régimen sitúa el episodio del Moncada, y observamos, por ejemplo, que la economía cubana había registrado durante las décadas de los años 40 y 50 un crecimiento lento del PNB per cápita, si bien con valores superiores a los del primer tercio del siglo XX. Este resultado era coherente con los datos procedentes de los indicadores de desarrollo (reducción de la mortalidad, dotación de agua corriente en las viviendas, reducción del analfabetismo, incremento del gasto en educación, del consumo de carne, número de médicos, camas de hospital, coches o teléfonos por persona). La economía de la República iba viento en popa, superando como debe ser, las dificultades de cada momento.

Los datos disponibles nos indican que en la década de los años cincuenta, en la economía cubana, todos esos “indicadores sociales” alcanzaron niveles más altos que los de cualquier período anterior, y que los mayores avances se presentaron en las últimas fechas del período estudiado. La economía cubana avanzaba hacia la prosperidad y además, en términos comparativos, se situaba a finales de los años cincuenta, con los distintos indicadores citados, entre los países más desarrollados de América Latina.

Tan sólo argentinos y uruguayos tenían una esperanza de vida más alta; chilenos y costarricenses gozaban de un porcentaje superior de alfabetización. En Uruguay, Argentina, Venezuela y Panamá había más automóviles per cápita, pero únicamente los dos primeros y Chile disponía de más teléfonos por persona. 

Además, los datos disponibles indican un aspecto muy importante a tener en cuenta, en la isla, la distribución de la renta era más equitativa que en casi todos esos países de América Latina. Por ejemplo, la cobertura de la seguridad social alcanzaba al 63% de la población trabajadora cubana en 1958, porcentaje que sólo superaba Uruguay, y ya en el período 1949-1958 la participación laboral en la renta nacional era del 65%, la más elevada de la región. 

Y con este entorno económico globalmente favorable, Fidel y Raúl organizaron el asalto al Moncada. Un entretenimiento como otro cualquiera ¿Alguna justificación? Cuba iba, por un lado, los hermanos Castro, por otro. Los datos son más que evidentes.

Cierto que la distribución de la renta más equitativa que existía en la Isla pretendía corregir muchos de los problemas asociados al crecimiento económico, pero la evidencia comparada indica que eso no fue así. Los que consideraron negativa la excesiva dependencia de la Isla, a partir de 1930, de la producción de un artículo y del comercio exterior hacia un solo mercado y dependiente las fluctuaciones coyunturales de la economía internacional, no reconocieron que ese modelo económico sirvió para evitar muchos de los inconvenientes relacionados con los procesos de crecimiento endógenos que se dieron en algunos países de América Latina. Las hostilidades estaban abiertas. Era muy fácil apostar por el enfrentamiento con Estados Unidos, pero en realidad esa actitud era suicida, como los hechos mostraron después.

La economía cubana en 1953 tenía muchas virtudes por explotar, pero también defectos asociados a las políticas económicas adoptadas, por ejemplo, la excesiva dependencia de la importación de insumos y bienes de capital para sostener el desarrollo industrial o la financiación de ineficiencias ¿A qué les suena esto? Posiblemente sea la peor herencia de aquellos tiempos que se manifiesta con toda crueldad en el escenario actual a pesar de haber transcurrido siete décadas de comunismo. En 1953 la economía cubana también estaba sometida, por desgracia, a un exceso de protección de la oferta para el mercado interno que lastraba su potencial de desarrollo.

En lo que coinciden los estudios, es que, las crecientes desigualdades sociales propias de Latinoamérica no afectaron a Cuba a comienzos de los años 50 del siglo pasado, más que a las naciones con que se compara. De ese modo, aun cuando la caña de azúcar implicaba un mercado laboral de fuerte tasa de subempleo y empleo temporal debido a la estacionalidad de la actividad, sólo Argentina, Uruguay, Chile y Costa Rica tenían tasas más bajas de desempleo que Cuba en aquel momento. Otros indicadores de desigualdad mostraban resultados más positivos en la Isla, como, por ejemplo, la inversión extranjera que, en porcentaje del PIB, solo fue superada por Venezuela o Argentina.

En tales condiciones, aunque la situación económica era favorable en líneas generales, los estudios confirman que el crecimiento del PNB per cápita cubano durante la década de 1940 y, sobre todo de 1950 fue relativamente lento, como en otros lugares de América Latina. Incluso, fue inferior al de las economías más desarrolladas de la región debido a sus características, la mayor dependencia y vulnerabilidad frente a las fluctuaciones del comercio internacional. 

Precisamente, ese menor crecimiento de la economía, que se produjo en numerosos países de América Latina y en Cuba, tuvo mucho que ver con las políticas de redistribución del ingreso, diseñadas para afrontar las desigualdades sociales y reducir la tensión política. En Cuba, no tuvieron éxito y por ello, la revolución avanzó entre 1953 y 1959 hasta su acceso al poder y control político de la nación.

Pero a los efectos de este análisis, lo cierto es que la República ya estaba dando pasos para incrementar los salarios reales de la población y elevar el nivel de prestaciones sociales. Entre 1953-1960 el crecimiento promedio fue del 5%, casi de "milagro económico". Hasta 1957 el PNB per cápita creció un 6% promedio anual, y de 1957 a 1960 se redujo, a un todavía aceptable, 4%. 

Casualmente, para aquellos que no lo conozcan, el PIB de la economía cubana apenas creció un 1,8% en 2022, y la media de los últimos tres años en descenso, un -2,6%. Los datos actuales son mucho peores, no hay la menor duda. Visto en perspectiva histórica, el asalto al Moncada tuvo lugar en un momento económico muy favorable si se compara con la actualidad, 70 años después. No, no había razones objetivas en la economía para un evento de esas características ¿Qué hay que celebrar?

 

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