La gente pasa hambre pero los experimentos comunistas siguen

Elías Amor Bravo economista

Los pasos que dicen estar dando los dirigentes comunistas cubanos para “fortalecer los sistemas alimentarios locales en todos los municipios del país” pueden dar resultados mucho peores. En este blog ya se ha advertido en alguna ocasión anterior, que trasladar producción, que se debería atender a escala nacional, a los territorios es una pérdida de eficiencia, porque los recursos no se aprovechan de forma adecuada. Si las autoridades persisten en el empeño, avisados están. No es esta la vía para conseguir la soberanía ni la seguridad alimentarias y nutricional.

El empeño por transformar los sistemas alimentarios locales ha sido una de las últimas ideas de los dirigentes comunistas desde hace poco más de un año, como parte de las actuaciones para hacer frente a la grave situación económica en que se encuentra la economía, por culpa de la tarea ordenamiento. Estamos hablando que los dirigentes han dado la consigna “de que no quede un patio, una parcela o un pedazo de tierra sin sembrar”, cuando luego, el estado sigue manteniendo miles de hectáreas ociosas, que no producen y no se rentabilizan. Detrás de esta iniciativa se encuentra Marrero, que acabará cosechando un fracaso más de su dilatada tarea política.

Parece mentira que los dirigentes comunistas crean que hay estrategias para fortalecer los sistemas alimentarios locales en todos los municipios del país. Al parecer nadie les ha explicado qué es la geografía económica y la notable disparidad que existe entre unas zonas y otras para una dedicación productiva a las tareas agropecuarias. Esa disparidad favorece la especialización y la búsqueda de economías de escala para producir a costes unitarios mínimos. 

Por eso, en Cuba antes de 1959 había una cabeza de ganado de res por habitante en las llanuras de Camagüey y la mejor malanga de obtenía en los huertos cercanos a la capital. A nadie se le ocurría criar ganado en esta última zona o sembrar malanga en las llanuras camagüeyanas. Ya los españoles se habían dado cuenta de estas circunstancias desde los tiempos coloniales. Si ahora se pretende que en cada municipio y provincia se produzca lo mismo, ni siquiera esas comisiones creadas para implementar las medidas, van a tener éxito alguno.

¿Por qué han llegado los comunistas a estas medidas de aprovechar los sistemas locales? Según Marrero, por culpa de las "restricciones financieras que enfrenta el país, los impactos del cambio climático, la crisis alimentaria global y el origen de la alimentación en las importaciones". Y una vez más la pregunta es ¿Qué tienen que ver los sistemas locales con estos problemas que pertenecen a la agenda de los gobiernos? ¿No hay acaso una intención encubierta del régimen por trasladar sus problemas y responsabilidades a otros? ¿Es que no hay nadie en los gobiernos locales y provinciales que no se dé cuenta de la trampa que les están tendiendo? Pues parece que no. Y que, si nadie o nada dice lo contrario, en breve se producirá este traspaso de poder que acabará creando cubanos de primera y segunda. Tiempo al tiempo.

La cuestión es que con estas medidas no se va a lograr reducir la importación de alimentos, y al mismo tiempo, aumentar las fuentes de producción nacional. Todo lo contrario. La dependencia de las importaciones de los recursos financieros que se puedan obtener vuelve a plantear el problema del pago de las deudas, del que nunca hablan los comunistas. Pero en realidad, si Cuba no tiene acceso a los mercados financieros internacionales es porque no cumple con los pagos de sus deudas y lógicamente, nadie quiere prestar. Ya me dirán qué tiene que ver esto con los gobiernos locales y provinciales.

Además, lo que nadie entiende es que se destinen 2.000 millones de dólares a las importaciones de alimentos y que, al mismo tiempo, las producciones nacionales de arroz, frijoles, maíz, carne de cerdo sigan con bajos rendimientos, niveles de producción muy reducidos y costos financieros muy elevados. Algo ocurre en la estructura de la tierra que impide al agro cubano prosperar.

Ir a las 7.000 comunidades del país para producir alimentos llegando a los consejos populares, circunscripciones, autoconsumos, patios y parcelas, ofrece una idea de la desesperación actual de los dirigentes para producir alimentos. Una huida adelante que acabará trastocando la estructura productiva, más o menos, lo mismo que ocurrió con la zafra de los 10 millones. Los dirigentes quieren que todo el que tenga tierra alrededor tiene que producir.  Aunque luego reconocen que el nivel de autoabastecimiento es insuficiente para la demanda, se mantiene la consigna oficial, “hay que sembrar y lograr cumplir con lo que se diseñó en cada municipio”.

Acompañado de este plan, los dirigentes quieren perfeccionar el proceso de contratación de las producciones agropecuarias y al mismo tiempo, potenciar el llamado programa de la agricultura urbana, suburbana y familiar, con un enfoque agroecológico en función de las reservas y potencialidades de cada localidad.

Las acciones propuestas para ello son hilarantes, por calificarlas de algún modo. Y así, los comunistas proponen “la transformación de las granjas urbanas, el aprovechamiento de las áreas agrícolas disponibles en centros laborales, el fomento de un movimiento productivo popular, la consolidación de las estructuras para la obtención de abonos orgánicos y bio productos, y la comercialización de los excedentes productivos, de manera libre y directa, por parte de las familias”. Salvo este último, que está condicionado por los bajos rendimientos, las otras medidas son absurdas.

En clave de consigna política, desde el régimen se insiste en que “tenemos que seguir sembrando, porque está la limitante de que no se incrementan los rendimientos por condiciones objetivas de la efectividad en los suelos y sustratos y de los sistemas de riego”, pero nadie asume responsabilidad alguna por las tierras ociosas que pertenecen al estado y que no se pueden conseguir por obstrucción de los dirigentes locales que son los encargados de aplicar las normas jurídicas que se han publicado al efecto.

Y así, entreteniéndose en estas majaderías, la población sigue sin encontrar en los comercios los alimentos que precisa o debe pagar precios muy elevados por los pocos que se consiguen en los mercados informales. Por mucha urgencia que diga Marrero que se debe aplicar a estas reformas, lo cierto es que ha transcurrido un año desde que se empezaron a poner en marcha las medidas y los resultados son, incluso, peores que antes.

Se advierte una vez más, que la soberanía alimentaria no se va a lograr por medio de esta iniciativa de consolidación de los sistemas alimentarios locales y menos aún con el enfoque de la Ley que se orienta a los elementos de sostenibilidad y la resiliencia, cuando la prioridad debería estar en los rendimientos y la producción. El comunismo, como ideología económica, no tiene remedio.

 

Comentarios

  1. Soberbio análisis, pone los puntos donde van. Coincidencia en todo el análisis con usted Elías. Gracias.

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