Alianzas privada y estatal en el sector textil cubano: ¿llegará a algún sitio?

Elías Amor Bravo economista

¿Algo se mueve en el sector textil y confección cubano? La noticia es que hace unos días se celebró una ronda de negocios en la empresa de confecciones textiles, BOGA, con el objetivo de potenciar y desarrollar alianzas con los actores económicos privados. Una noticia que va justo en la dirección contraria que quieren los comunistas para la economía cubana. Ellos apuestan por trasladar competencias económicas al ámbito territorial y local. Las fuerzas económicas, en su mayoría privadas, apuestan por alcanzar tamaño, escala de rendimientos, y para ello, se organizan y alían. Nada mejor para ver que una economía tiene que ser dirigida por los que la representan. La planificación estatal de la economía es una auténtica desgracia.

Los nuevos actores económicos, reunidos a instancias de BOGA, han intercambiado en este evento con la empresa estatal socialista para conocer sus realidades y producciones, y evaluar la posibilidad de futuros encadenamientos. La conclusión parece evidente. Mientras que unos luchan por abrir caminos nuevos y generar rendimientos, otros se dejan admirar como si la cosa no fuera con ellos. Ya saben quienes son cada uno. Los representantes, dueños y socios de mipymes, trabajadores por cuenta propia están actuando de forma correcta. Buscan la forma de ganar más dinero y hacer que sus proyectos sean rentables. De otro lado, el consejo de dirección de BOGA, los directivos del Grupo Empresarial de la Industria Ligera (Gempil), y demás burócratas empresariales, se dejan querer.

La nota informativa señala que BOGA, la empresa de mayor representación y capacidad productiva en el sector, produce y comercializa alrededor de 15 millones de prendas de vestir, desde vestuario infantil, canastilla, ropa laboral, guayaberas, uniformes escolares, militares y corporativos, hasta prendas para hotelería, lencería y artículos de decoración. Es, por tanto, una empresa que debe estar operando en la escala técnica eficiente o cerca de ella, y desde luego a costes medios unitarios muy bajos, de ser cierta esta información. Pero en realidad, son numerosas las familias cubanas que recurren a las importaciones no comerciales para proveerse de unidades adicionales de uniformes escolares, por cierto, fabricados fuera de la isla, y a unos precios competitivos, ante la escasez de producto.

Porque lo cierto es que BOGA, al igual que numerosas empresas estatales socialistas ha atravesado por etapas complicadas desde que entró en vigor la tarea ordenamiento y esta necesidad de intercambiar con otros actores de la industria, conocer sus realidades, producciones y, además, evaluar y concertar encadenamientos y relaciones comerciales, parece una salida necesaria para remontar resultados.

Por otro lado, los proyectos privados saben que pueden ser más competitivos y eficientes, y en cuestiones de diseño, tomar la delantera tan pronto como lo deseen. De ahí que participar en la ronda de negocios fue también importante para ellos. La idea de crear alianzas con empresas estatales, que muchas veces tienen prendas en circulación que desechan, o retazos de tela que vienen de la industria, permite, por ejemplo, a los negocios privados “utilizar esos materiales para sus propias confecciones".

Alguno de los actores privados asistentes al evento llegó a imaginar un escenario competitivo en la Isla en que BOGA se dedicara a las tradiciones cubanas con la confección de artículos como guayaberas, a la vez que uniformes y material laboral, en tanto que el sector privado podría dedicarse al resto del mercado. Algunas experiencias han sido positivas, como el acuerdo con la empresa de Confecciones Textiles Karitex SURL para la confección de uniformes escolares, fundamentalmente de secundaria básica. La empresa, que cuenta con su propia maquinaria, renta uno de los talleres de BOGA, en Marianao y por medio del encadenamiento Karitex confecciona los uniformes de secundaria básica y garantiza que los estudiantes puedan adquirirlos antes del inicio del curso escolar.

La nota informativa de la prensa estatal señala que la mayoría de pequeños empresarios y trabajadores por cuenta propia que acudieron a la ronda de negocios trataban por primera vez con la empresa BOGA, como la mipyme Linos Nhoa SURL, dedicada al diseño, confección y comercialización de textiles. La mipyme pretende ofrecer a la empresa estatal su capacidad productiva, explotar las maquinarias y el personal calificado con que cuenta, ya que en la actualidad lo hace de manera muy limitada. Linos Nhoa SURL tiene una demanda que no pueden cumplir por la falta de fuerza productiva. Por eso quieren explotar la capacidad productiva del sector estatal en cuanto a maquinarias y personal calificado.

Para los actores privados que acudieron a esta reunión, la posibilidad de relación entre el sector estatal y el no estatal abre un escenario que califican de “magnífico” para producir más, hacerlo con eficiencia, atender las necesidades de los consumidores y ganar dinero. Al sector no estatal le interesa esta colaboración, pero, ¿Y el régimen? ¿Qué dicen los comunistas de todo esto?

Para empezar, ya lanzaron alguna que otra majadería, como que el objetivo de este tipo de alianzas no es beneficiar a un sector u otro, “sino lograr el bien común, que es lo que se quiere conseguir”.

Con mensajes como este, en lugar de aglutinar una industria de las confecciones textiles que hasta el momento está dispersa, lo que provocarán es la huida y el desinterés de los actores privados y vuelta a empezar. Cada vez que en la economía cubana se pone en marcha alguna iniciativa para facilitar el intercambio entre los actores que participan en la producción, el régimen no pierde ni un instante en marcar el terreno y dejar bien claro quién manda.

Por eso, algunos asistentes al encuentro con BOGA vieron con preocupación las contradicciones o problemas fundamentales para que las relaciones comerciales exitosas puedan ocurrir. Se trata, en esencia, de problemas que pertenecen no solo al sector, sino al conjunto de la economía nacional, al modelo económico que rige la economía.

A nadie se le esconde que el sector textil y de la confección es un poderoso instrumento para la economía. Básicamente, porque atiende a necesidades básicas de la población, como el vestido, pero también porque puede influir en el diseño, la creatividad, y en este ámbito difícil de medir en términos cuantitativos, que es la moda y el diseño. Por eso, la participación de trabajadores por cuenta propia en esta reunión con BOGA es fundamental. Históricamente, las costureras cubanas tenían una gran capacidad para el acabado textil, y esas destrezas siguen estando en la población, entonces, ¿por qué no aprovecharlas para crear una moda y diseño cubano?  

El sector privado independiente debe recibir estímulos para que se acerque a las empresas, a la industria y vea en directo las posibilidades de cooperación que se pueden abrir para el diseño de sus vestidos.

Es fácil concluir que esta iniciativa no tendrá continuidad, y que al régimen comunista le importa poco el futuro de la industria estatal y no estatal de la confección y el textil, o la apuesta por una moda cubana. Podría ser un espacio interesante para la colaboración público y privada, en la que el primero fuera dejando sitio al sector privado, como modelo de reducción del peso del estado en la economía. La realidad es que si 64 años de socialismo no han servido para resolver las necesidades de vestido de los cubanos, bien vale apostar por este modelo de colaboración y dejar espacio al sector privado. 

Las autoridades parecen querer ir por otro camino, y se mostraron más interesadas en desarrollar los eternos “encadenamientos eficientes” entre la empresa estatal socialista y las nuevas formas de gestión. Al final, todo quedará en nada, pese a que es una vía que se podría y debería explorar para ir abriendo espacios de desarrollo, creatividad y prosperidad en la economía comunista cubana.

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