Riesgos y amenazas con el desarrollo local castrista

Elías Amor Bravo economista

Como parece cierto que los comunistas cubanos siguen empeñados en llevar adelante la medida del traspaso de competencias estatales a los gobiernos locales y provinciales, va siendo hora de que en este blog se vuelva a insistir en lo descabellado de esta idea y tratar de informar a los lectores de que este ejercicio de gobernanza puede estar bien en determinados contextos, pero en Cuba es un absoluto despropósito.

Lo mejor es dar respuesta a las preguntas que se formulan en un artículo en la prensa estatal titulado “Convertir en bienestar cada proyecto de desarrollo local”.

En concreto, ¿Cuánto puede transformarse un municipio de la mano de sus proyectos de desarrollo local? No demasiado, y si lo logra es con ineficiencia, consumiendo más recursos de los necesarios.

Y además, ¿Cuántas problemáticas pueden encontrar solución, si iniciativas de esta naturaleza coinciden con las líneas estratégicas del territorio? Depende, y nunca serán soluciones definitivas. Es precisamente esa ineficiencia la que condiciona la sostenibilidad de los proyectos.

Por último, ¿Cuánto más puede impulsarse con el aporte por la contribución territorial, el llamado 1%? No demasiado, y además, se crearán notables desigualdades en el territorio y surgirán cubanos de primera y segunda clase en función de la residencia. ¿Hay algo más injusto?

Estas cuestiones surgieron en una visita de Marrero, al gobernador Mario Sabines y otras autoridades locales, y recibieron una respuesta distinta en clave demagógica.

Podría ser a cualquier otro, pero no cabe duda que a mayor complejidad y recursos de cada municipio, esta descentralización de competencias puede tener mayor éxito. De ahí que la elección de Cárdenas para los discursos y los mensajes demagógicos, no es baladí. Las instituciones y la conducción de las autoridades juegan un papel principal en el desarrollo local, pero también la disponibilidad de recursos.

Uno de los problemas del desarrollo local es precisamente cuándo finalizar. Porque el inicio está claro y suele ser resultado de una decisión política o administrativa, pero ¿Cuándo se considera que la actividad debe concluir y los recursos destinados a la misma canalizarlos a otra? Pues bien, esta decisión entraña problemas, sobre todo en el régimen comunista cubano, donde la voluntad del gobierno es ejercer un control sobre la economía para evitar su desarrollo y crecimiento. Para muchos  proyectos de desarrollo local consolidados, romper ese cordón umbilical suele ser imposible.

Otro de los problemas tiene que ver con el destino de los resultados de los proyectos. No digamos cuando se trate de una actividad conducente a una empresa o iniciativa productiva, pensemos en la rehabilitación de un edificio para evitar su derrumbe. ¿Alguien prevé antes de comenzar a gastar dinero en el destino del edificio una vez rehabilitado? No suele ser lo habitual, por el contrario, cuando se reforman instalaciones por medio de desarrollo local, la improvisación suele ser la nota más frecuente. Los recursos no se destinan a lo más eficiente. Por el contrario, cuando el sector privado se encarga de esta actividad, sabe lo que quiere desde el primer momento.

Y luego hay una cuestión específica en el caso de la economía cubana que llama la atención con el desarrollo local. En ningún país del mundo donde funcionan estos proyectos, se destinan recursos a la construcción de un restaurante o un complejo de servicios. Generalmente, estas actividades no se realizan por los poderes públicos, sino por el sector privado, pero es evidente que en una economía donde la propiedad privada de los factores de producción no se reconoce, el estado, en este caso a través de los poderes locales o provinciales, asume funciones que debería ejecutar el sector privado. Y una vez más se despilfarran recursos y se actúa con ineficiencia.

Este es otro asunto que merece atención. El régimen cubano está justificando los proyectos de desarrollo local con argumentos tan disímiles como devolver a los pobladores un establecimiento icónico de la ciudad o recuperar las áreas patrimoniales abandonadas. Hay serias dudas de que estos argumentos sirvan para justificar el sacrificio de recursos que exigen estos proyectos. La conclusión es que, como falta dinero, los proyectos se eternizan, se acaban de forma inadecuada y tensan a los ciudadanos.

Marrero sorprendió citando entre los proyectos de desarrollo local en Cárdenas, un círculo infantil al que se impermeabilizaron los techos, las conexiones eléctricas, la carpintería y la ampliación de capacidades. También los hay de alimentación y salud, extensión del área del organopónico y a asegurar el mantenimiento del centro, con espacio hoy para 210 infantes.

También se refirió al mercado agropecuario y los establecimientos de comercio donde se habló con los vecinos sobre los altos precios de los alimentos y los productos de primera necesidad, la compleja situación de la recogida de desechos sólidos, la situación de los viales y los salideros en las redes de abasto de agua.

En relación con la atención a los adultos mayores, se visitó un hogar de ancianos con 87 camas ocupadas, y allí se abordó la situación del servicio médico, las opciones de entretenimiento y la alimentación desde la perspectiva del desarrollo local.

Finalmente, Marrero despachó con el consejo de la administración municipal sobre la implementación de las directivas generales para el enfrentamiento al delito, la corrupción, las ilegalidades y las indisciplinas sociales; el comportamiento de los indicadores económicos al cierre de mayo, y la evolución del desarrollo local. Pues bien, para resolver todos estos problemas, Marrero trató de convencer a los ciudadanos que la apuesta por la transferencia de competencias es la solución.

Convertir al municipio en agente activo de la economía entraña riesgos. Los poderes locales dirigidos por los comunistas, se han lanzado a cumplir las órdenes y consignas recibidas desde el régimen, y así empiezan a hablar de estrategia, de proyectos y de movilización de recursos hacia sector turístico, producción de materiales alternativos, prestación de servicios y actividad sociocultural. Sin participación del sector privado que, de buena lógica, debería ser el protagonista de estas iniciativas y sin tener en cuenta que Cuba, como nación, es una sola y que hay que tratar de equilibrar los programas de gobierno para que ningún ciudadano se sienta excluido o mal tratado respecto de otros.

El impacto directo en la población del desarrollo local a la cubana es la creación de diferencias territoriales en el nivel de vida, que harán la vida más fácil en unas zonas, y más pobre en otras. Y esta situación lo que va a crear será una mayor insatisfacción de la gente más “brava” con el régimen y que ha dado la espalda a las autoridades. Peor no puede salir.


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