El error es que el régimen quiera potenciar la industria del software en Cuba

Elías Amor Bravo economista

En un nuevo alarde de imprudencia, los comunistas cubanos anuncian que van a potenciar la industria del software en Cuba. Una nueva ocurrencia del régimen para ver por dónde van a salir al final. Si es que llegan a algún sitio.

La noticia ha saltado al mismo tiempo que se anuncia, casi con un año de adelanto, la celebración de la XIX convención y feria internacional informática 2024, entre el 18 y 22 de marzo del próximo año, para “respaldar y promover la implementación de las políticas aprobadas en el país para el desarrollo y uso de las tecnologías de la información y la comunicación y los avances en la transformación digital”.

Vamos, una Fihav cualquiera, a gastos pagados por el régimen, y a "bombo y platillo" para todos los conmilitones que quieran pasar unos días en La Habana a tutiplén. La cita está organizada por el Ministerio de Comunicaciones (Mincom), con el Grupo Empresarial de Informática y Comunicaciones y la Unión de Informáticos de Cuba, todo a cargo del estado comunista que para este tipo de fastos no escatima en gastos. A la par de una convención científica, se celebrará la feria de manera presencial en el recinto Pabexpo, para la exposición de proyectos, tecnologías, recursos, productos y servicios, con el objetivo de buscar alianzas estratégicas entre entidades nacionales y extranjeras que tributen al fortalecimiento, fundamentalmente, de la industria cubana de aplicaciones y servicios informáticos. Es decir, conseguir algo de dinero.

Porque de eso se trata. De “fortalecimiento” de la informática, y con relación a ello, Granma se pregunta en abierto, ¿hemos logrado desarrollar una industria nacional de aplicaciones y servicios informáticos eficiente? Ellos mismos responden, “más allá de los resultados, algunos trascendentales para el desarrollo económico-social del país, especialistas del Mincom reconocieron las limitaciones que aún se presentan en este ámbito”. Normal. Ningún Mincom debería plantearse el desarrollo de una actividad económica. Un sector que no requiere una materia prima específica, sino conocimientos y habilidades especializadas en programación, diseño y desarrollo de software por el capital humano, no necesita de potenciación alguna por parte del estado. En cuanto al capital humano. ¿Es que acaso escasea también la oferta de graduados universitarios para el sector?

Y es que desde el propio régimen se reconoce que “no se logra consolidar la industria, diversificar sus servicios y productos, e incrementar su aporte a la economía nacional, principalmente los ingresos resultados de la exportación”. Pues entonces, olviden la vía elegida. El problema reside en que no se puede lograr una industria sobre bases internacionales, por su notable dispersión y la forma de trabajar, de acuerdo con el balance anual del Mincom. Los comunistas cubanos ya deberían saber: nada bueno puede surgir de una intervención estatal directa en un sector de la economía.

Las autoridades asumen que la industria, como otras tantas, ha desarrollado una serie de características que no son similares a otras, por lo que debe verse de forma diferenciada. Y si bien esta diferencia se puede asumir en determinadas actividades, en la producción de software no se puede improvisar. Por muchos conocimientos y habilidades especializadas en programación, diseño y desarrollo de software por el capital humano, los protocolos internacionales están definidos y no se pueden violar alegremente. La intervención estatal, si no se ajusta a estos procedimientos, puede ser un desastre.

Conviene tener en cuenta que la industria nacional del software en Cuba cuenta con 30 entidades estatales, incluidos 2 parques tecnológicos, 161 micro, pequeñas y medianas, empresas (mipymes) y 800 trabajadores por cuenta propia, así como 16 universidades para la formación profesional. Cifras reducidas, cuasi marginales, que, sin embargo, confirman dificultades para encontrar personal cualificado. Por ello, las autoridades insisten en potenciar el capital humano, ayudando a que los graduados universitarios se integren a los centros de desarrollo, empresas estatales y mipymes, a partir de los planes de capacitación diseñados por las universidades. 

Los dirigentes reunidos con el ministro Gil concluyeron en la necesidad de proponer un modelo de gestión dirigido a “contar con una industria del software atractiva para los jóvenes, a tono con los tiempos y desafíos de la actualidad, con los cambios internos y externos necesarios”. Pero los jóvenes cubanos no están atentos a estos cantos de sirena del estado comunista, siempre diciendo lo que se tiene que hacer, y en realidad los jóvenes se van de Cuba, porque saben que sus conocimientos les serán mucho más útiles en cualquier otro país. Y se van porque la obsesión de los dirigentes por crear un sistema de gestión propio para la industria cubana de software atenta la profesionalización competitiva de los trabajadores del sector. De modo que, antes de verse inmersos en un callejón sin salida, prefieren no entrar.

Pero los dirigentes quieren con sus actuaciones retener el capital humano formado y en formación, mantener la capacidad de desarrollar soluciones informáticas soberanas para la transformación digital de la sociedad, y el crecimiento de las exportaciones. Y claro, como cualquier comunista, para lograr tales objetivos pretenden crear incentivos que conviertan la industria en una opción atractiva para los jóvenes. Se equivocan. Esto no se logra con incentivos comunistas, al uso, sino con un planteamiento relevante para la industria.

Entonces, ¿Qué hacer? Hay que pensar en un nuevo modelo de gestión de la industria de software y su implementación, completamente distinto al que persiguen los dirigentes del régimen. Por ejemplo, en vez de apostar por las transformaciones de mayor impacto y envergadura relacionadas con la industria de aplicaciones y servicios informáticos, hay que plantearse donde están los nichos de demanda y dirigirse a ellos por medio de una alta especialización.

Es un esfuerzo baldío dedicarse a diferenciar, personalizar y adaptar las regulaciones y acciones a las características de las entidades de la industria de aplicaciones informáticas y, además, no se debe establecer una regulación diferenciada para las entidades de esta industria con independencia de que se trate de empresas estatales o mipymes del sector.

Como en tantos casos antes, el régimen perderá el tiempo reestructurando y redimensionando, con gradualidad, las entidades de la industria y, en particular, debería olvidarse de cualquier perfeccionamiento comunista de la actividad.

Es la misma historia de siempre. El régimen, es decir, el Mincom va por un lado con su modelo intervencionista y estatal, y las necesidades de la industria de libertad y competitividad, por otro. Y no hay forma de hacerlas coincidir. El aumento del uso de las plataformas y aplicaciones sobre internet para el comercio de bienes y servicios, y trámites del gobierno electrónico, necesarios para el desarrollo de esta industria, se encuentra tan poco consolidado en la economía cubana que lejos de ser un estímulo, actúan como freno al sector.

Los comunistas no se dan cuenta de que su modelo de promoción de una actividad económica es contrario a las leyes de la economía. Por muchas ventajas que tenga el sector, que las tiene, la vía elegida por el régimen no llegará a ningún sitio, ni en forma de más crecimiento económico, de empleo, innovación y eficiencia de las actividades económicas. Por medio de su injerencia en la viabilidad de la industria no van a lograr mejorar la calidad de vida, ni ofrecer más accesibilidad y lo que es peor y más grave, no ayudarán a la internacionalización de la industria, que es la clave para el éxito. En unos años, se verá el fracaso.

 

Comentarios

  1. Recuerdo que cuando estaba en Cuba había empresas dedicadas a desarrollaban software para diferentes aplicaciones, pero utilizando las bases de Windows y yo les preguntaba si tenían licencias de la Microsoft y me respondían que no. Entonces eran programadores piratas. No soy experto en computación, pero creo que Cuba no posee las licencias de los lenguajes más utilizados para desarrollar software para Mainframe, redes o computadores personales. Todo lo que hacen es piratería. ¿A quién le venderán sus productos informáticos?

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